Empresas

Peores perspectivas

El próximo Gobierno no tendrá tan buenos vientos de cola como hasta ahora y los artífices de la política económica de los últimos años deben responsabilizarse de su legado

a vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño (i), y la ministra de Hacienda y Función Pública, María Jesús Montero (d), a su llegada a su comparecencia tras la Comisión Interministerial para la Recuperación, Transformación y Resiliencia, en el Complejo de La Moncloa.
La vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, y la ministra de Hacienda y Función Pública, María Jesús MonteroRicardo RubioEuropa Press

El índice de la cifra de negocios empresarial (elaborada por el INE) descendió en junio por tercer mes consecutivo en un 5,8%. Ciertamente no se trata de un buen dato para la economía española, pero que es coherente con el dato de PIB, correspondiente al segundo trimestre de 2023, que conocimos hace unas semanas: un aumento de la actividad bastante débil (de apenas el 0,4% intertrimestral) que iba de la mano de una apreciable contracción de nuestra capacidad exportadora.

Y esa es la situación coyuntural en la que nos encontramos: nuestros principales socios comerciales se están debilitando como consecuencia de la subida global de los tipos de interés y de la reconfiguración de los flujos de intercambios a raíz de la guerra en Ucrania; a su vez, internamente, los mayores tipos de interés también empiezan a golpear la capacidad de endeudamiento de familias y empresas, de modo que en algún momento deberíamos comenzar a apreciar un debilitamiento de la inversión residencial y no residencial (de momento no ocurrió durante el primer semestre del año 2023).

Estados Unidos ha sido capaz, de momento, de navegar en las procelosas aguas de una política monetaria restrictiva porque, en paralelo, está reinflando la política fiscal (contrarrestando parte de la influencia desinflacionista de las subidas de tipos), pero a partir de 2024 en la Eurozona volverá a regir el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, de modo que los gobiernos no podrán echar mano del déficit público como herramienta anticíclica (salvo que entremos abiertamente en recesión). En definitiva, el panorama económico de España está ahora mismo bastante más enturbiado que hace medio año, cuando el descenso del precio global de las materias primas y la buena temporada turística imbuyeron buenas expectativas a parte de nuestro tejido empresarial.

El próximo Gobierno no tendrá previsiblemente tan buenos vientos económicos de cola como los ha tenido el presente a partir de 2021. Y, en este sentido, quizá sea bueno que los artífices de la política económica de los últimos años se responsabilicen de su legado.