Modelo económico español

¿Por qué la macroeconomía de España crece cada vez más pero tu bolsillo no?

El Producto Interior Bruto (PIB) aumentó un 0,6% en términos de volumen entre julio y septiembre según el INE, moderando su crecimiento respecto al año anterior

Euros en un bolsillo
Euros en un bolsilloPixabay

España se ha consolidado como un motor de crecimiento dentro de la zona euro desafiando a menudo las previsiones menos optimistas. Sin embargo, la reciente publicación de los datos del tercer trimestre de 2025 confirma que la economía española empieza a desinflarse. El PIB se moderó al 0,6% en este periodo una ralentización de dos décimas respecto al trimestre anterior. La causa principal de este cambio de ritmo ha sido la debilidad del entorno exterior que ha provocado una caída significativa de la demanda externa restando 0,6 puntos al crecimiento total.

A pesar de esta tendencia general el análisis de los últimos años mostraba una tendencia de fuerte expansión. El país venía encadenando ejercicios de crecimiento significativo como el 2,5% registrado en 2023. No obstante los datos más recientes indican que la economía vuela ahora con un solo motor: la demanda interna ya que la demanda externa cayó en picado. Por agregados el gasto en consumo final de los hogares se incrementó un 1,2 % mientras que la formación bruta de capital registró una variación positiva del 1,7% compensando el lastre de las exportaciones.

En retrospectiva la macroeconomía española de los últimos años presenta números contundentes de crecimiento del PIB reducción del desempleo y récords de afiliación a la Seguridad Social. Estos indicadores son las bases sobre las que se construye la narrativa de una economía que va como una moto. No obstante la cuestión fundamental es si la macroeconomía refleja tanta vitalidad ¿por qué la vida diaria no encaja con esa macro? Este es el corazón de la paradoja española. Mientras que el PIB crece y los beneficios empresariales alcanzan máximos los salarios reales de la ciudadanía llevan estancados durante décadas.

¿Por qué la macroeconomía no se corresponde con la economía cotidiana?

En este sentido, la desconexión es palpable, pues el crecimiento económico se distribuye de manera desigual concentrándose en el capital y dejando a la mayoría de los trabajadores con una capacidad de consumo congelada. La explicación a esta brecha se remonta a las consecuencias de la Gran Recesión de 2008 y la posterior crisis del euro. Para contener costes en un contexto de crisis las sucesivas reformas laborales introdujeron una fuerte moderación salarial y fomentaron la contratación temporal. Esto generó un modelo de crecimiento basado en el empleo más precario y con menos valor añadido. Es decir se priorizó la cantidad de empleo sobre su calidad y remuneración.

Además el modelo de recuperación económica se ha apoyado intensamente en sectores de baja productividad y escasa innovación como el turismo y los servicios. Este enfoque consolidó un patrón de crecimiento que aunque rápido en volumen no genera los aumentos de productividad necesarios para justificar subidas salariales elevadas y sostenibles. Por lo tanto el país crece pero lo hace con un motor económico que tiene un techo bajo en cuanto a salarios.

Relación entre capacidad salarial y coste de vida

Este estancamiento salarial ha exacerbado la brecha con el coste de vida. A pesar de que España pueda tener precios inferiores a algunos países del norte de Europa la capacidad adquisitiva es débil frente a los altos costes internos. El encarecimiento de la energía y los alimentos sumado a la escalada del precio de la vivienda ha convertido a la vida en España en una carga pesada que el crecimiento del PIB no logra aligerar para la población.

El resultado final es que la capacidad de gasto de los españoles se ha visto mermada. Los precios especialmente los del mercado inmobiliario, que actualmente el valor de la vivienda de segunda mano ha crecido un 17% en el tercer trimestre de 2025, y los bienes esenciales han crecido a un ritmo superior al de los sueldos desde 2015 ampliando la brecha. En conclusión el crecimiento del PIB es real y estadístico pero se trata de un crecimiento de bajo voltaje social que no se traslada al bolsillo de la gente manteniendo la capacidad de consumo y la distribución del crecimiento prácticamente congeladas.