IV Foro de Liderazgo Femenino

Sara Herrero: «Todas las universidades están llamadas a ser referentes de igualdad»

La Vicedecana de Ordenación Docente y Gestión Económica de EAE Madrid ha participado como ponente en el IV Foro de Liderazgo Femenino

Sara Herrero, durante el IV Foro de Liderazgo Femenino
Sara Herrero, durante el IV Foro de Liderazgo Femenino David JarLa Razón

La presencia de mujeres en puestos directivos dentro de las empresas y los proyectos de emprendimiento femenino baten records cada año en nuestro país. Sara Herrero, Vicedecana de Ordenación Docente y Gestión Económica de EAE Madrid perteneciente a la red de educación superior Planeta Formación y Universidades, ha participado en el IV Foro de Liderazgo Femenino y desgrana los retos y oportunidades de las mujeres en la actualidad.

¿Qué mujeres son referentes del acceso de la mujer a la Universidad en España en el S.XIX?

Muy pocas mujeres se atrevieron a traspasar el umbral de un lugar hasta entonces reservado para los hombres: la Universidad. La mujer no pudo acceder a la enseñanza superior en igualdad de condiciones hasta el 8 de marzo de 1910, cuando se aprobó una real orden que autorizó «por igual la matrícula de alumnos y alumnas».

Las pioneras de finales del siglo XIX comenzaron a ir a la universidad aprovechando el vacío legal que existía. No estaba prohibido, al principio, porque simplemente nadie había pensado en que una mujer quisiera estudiar y, mucho menos, que lo necesitara para ser una buena madre y esposa.

La primera universitaria matriculada en España fue María Elena Maseras, que se matriculó en 1872 en la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona. Antes, en 1849, la Concepción Arenal se disfrazó de hombre para poder estudiar Derecho en la Universidad de Madrid.

¿Puede hablarnos de algún caso concreto?

Me gustaría destacar especialmente la figura de María Goyri (1873-1954), una de las primeras licenciadas y doctoras en España (se doctoró ya en el siglo XX) que desarrolló una carrera académica plena dedicada al estudio, la investigación, las clases y la gestión académica.

Gracias a ella (y a su marido mucho más conocido, Ramón Menéndez Pidal) y a su trabajo como filóloga contamos con el Archivo del Romancero, una colección de decenas de miles de documentos que alberga fundamentalmente los textos de romances manuscritos o impresos entre los siglos XV-XVII (el llamado Romancero antiguo), y los textos de romances editados o inéditos coleccionados en los siglos XVII-XX, la mayor parte de ellos procedente de la tradición oral (el Romancero de tradición oral moderna). Años más tarde, Emilia Pardo Bazán dijo de ellos que Goyri y Méndez Pidal eran el «matrimonio Curie de las letras españolas».

¿Por qué es importante volver atrás para contextualizar dónde estamos ahora y qué camino nos queda por recorrer?

Es importante porque hemos recorrido un largo y difícil camino desde que la primera mujer española puso un pie en una universidad y, por tanto, se le abrieran más opciones a encontrar un trabajo cualificado para conseguir su independencia económica.

Hoy hay más mujeres universitarias en España, pero sigue existiendo una menor presencia en puestos directivos.

En 2023, la población total española estaba compuesta por 48.085.361 personas, de las cuales 23.565.593 eran hombres y 24.519.768 mujeres.

En la actualidad de los 141.887 plazas de profesores españoles, 63.309 son mujeres (44,6%) y 78.578 (55,4%) hombres.

Por otro lado, sigue habiendo muchas menos mujeres en la cima de la carrera académica. En concreto, las mujeres catedráticas no llegan al 30% y las cifras son aún menores en mujeres al frente de las universidades.

Las universidades deben ser un referente de igualdad por varias razones fundamentales que se relacionan con su misión, su impacto social y su papel en la formación de ciudadanos críticos y comprometidos. Las universidades no solo transmiten conocimientos, también forman en valores. La igualdad es un principio ético y democrático esencial. Si las universidades no promueven la igualdad, estarían contradiciendo su propia misión de formar personas libres, críticas y responsables. Además, la Academia debe ser generadora de conocimiento transformador. Si integramos la igualdad como un eje transversal, podemos producir conocimiento que contribuya a una sociedad más justa, desde la economía hasta la ingeniería, pasando por las ciencias sociales y la salud.

¿Qué reflexiones puede hacer sobre estas cuestiones?

Como ventaja destacaría una mayor visibilidad y proyección internacional para las mujeres. Las plataformas digitales permiten difundir investigaciones, participar en redes académicas y acceder a congresos virtuales sin barreras geográficas.

También la flexibilidad laboral: El trabajo remoto y las herramientas digitales facilitan la conciliación entre vida personal y profesional, especialmente en contextos de maternidad o cuidados. Por otro lado, se posibilita para las mujeres el acceso a la formación continua: cursos online, webinars y recursos abiertos permiten actualizar conocimientos sin depender de estructuras presenciales.

Como desventaja, la hiperconectividad puede aumentar la carga mental y laboral, especialmente en mujeres que ya enfrentan dobles o triples jornadas. Otra cuestión importante tiene que ver con la reproducción de sesgos algorítmicos: las plataformas digitales pueden amplificar estereotipos de género si no se diseñan con perspectiva inclusiva.