Política

La oportunidad del maná europeo

Sin las reformas precisas, la ayuda de la UE será una ocasión perdida

La Comisión Europea ha dado luz verde al plan de recuperación elaborado por el Gobierno que despeja el camino en primera instancia a las ayudas del fondo anticrisis de la UE, aunque quedan por superar cribas posteriores, las del resto de Estados miembros. La presencia de la presidenta del ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, en Madrid solemnizó un paso adelante significativo por imprescindible para el país con el peor balance sanitario y económico de la pandemia y que, conforme a las estimaciones de los organismos internacionales, ocupará posiciones rezagadas en la recuperación de los estándares previos al contagio. El espaldarazo de Bruselas a Madrid es un respiro que en todo caso se daba por descontado en las cancillerías europeas, dado que también es un clamor que el aprobado será general en esta reválida preliminar. No parecía razonable que la Comisión abriera las primeras fricciones en lo que puede considerarse una puesta en escena guionizada sobre actos futuros cuya fiscalización será, por supuesto, otra historia menos edulcorada. A España le corresponden unos 140.000 millones de euros del fondo de recuperación de 800.000 millones con el que la UE quiere sacar a las economías europeas de la crisis y acelerar las transiciones verde y digital, de los que 72.000 millones serán en subvenciones y el resto en préstamos. El desembolso de los primeros 9.000 millones en julio está más cerca. Moncloa puede sentirse satisfecha, pero será lo único que nuestro país obtenga gratis de Bruselas a partir de este instante. Hay que dejar constancia de que el plácet de hoy no garantiza el total de los desembolsos mañana, que estarán condicionados a un estricto programa de cambios e intervenciones y una correcta ejecución de los hitos con múltiples controles anuales. El Gobierno no puede desaprovechar la oportunidad de un maná que no es la panacea pero que brinda la ocasión de reactivar la economía, mejorar el modelo productivo, corregir desequilibrios endémicos, modernizar y explotar nuestro potencial. Es preocupante en todo caso que a estas alturas sepamos poco a nada de la gobernanza, el desarrollo de las reformas, qué fue de la autoridad independiente para el reparto y la gestión o que surjan ya agravios territoriales que veremos si son reconducidos en la Conferencia de Presidentes anunciada. La opacidad que ha presidido las actuaciones no es un buen augurio y debe cambiar con el protagonismo debido del Parlamento más allá de la imprescindible supervisión europea.