Editorial

La realidad es un PP en alza, pese al ruido

No es cuestión de quitar relevancia a los desacuerdos internos que, sin duda, existen en el seno del Partido Popular y que, a la postre, se resolverán por las correspondientes vías estatutarias, pero no conviene magnificar un ruido de fondo que, con todas las cautelas que se quieran anteponer, nunca ha puesto en peligro el actual liderazgo de Pablo Casado. Porque si es cierto que han surgido en la última etapa de los populares políticos con carisma y tirón electoral, como Isabel Díaz Ayuso, o que se han revelado como excelentes gestores, como el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, o el propio alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, ello nada tiene de negativo, sino que, al contrario, refleja la nueva realidad de un partido en alza, que está superando de la mano de su actual dirección la crisis de confianza que supuso la ruptura brutal del bipartidismo.

Nada que ver, por citar unos ejemplos, con las operaciones de urgencia de la izquierda radical, la que iba a conquistar los cielos, enredada en un proceso de refundación confuso, o con la persistente atonía en las encuestas del voto socialista, pese a una de las campañas de propaganda gubernamental más intensas de las que hay memoria. Y, por supuesto, no son sólo las figuras emergentes del PP las que marcan el rumbo. Ahí tenemos a veteranos barones como el castellano-leonés Alfonso Fernández Mañueco, al que el último sondeo de intención de voto en su región elaborado por «NC Reports», que hoy publica LA RAZÓN, devuelve prácticamente, la mayoría absoluta, con un 40,9 por ciento de la intención de voto y una proyección de 38/40 escaños, mientras que el PSOE se dejaría más de tres puntos y perdería hasta 5 escaños en la cámara regional.

Al igual que en otras encuestas, el sondeo constata la profunda caída de Ciudadanos, que, en Castilla y León, donde gobierna en coalición con el PP, se dejaría 11 de los 12 escaños que consiguió en las elecciones de junio de 2019, pero, también, que VOX, que subiría en votos y escaños ha consolidado una sólida base electoral, el único portillo que puede quedarle a la izquierda, con sus operaciones de «marca blanca» provinciales, para evitar una mayor agrupación de los apoyos del centro derecha en torno al PP.

Porque, hay que insistir en ello, la realidad es que se percibe un deseo de cambio político en la opinión pública, que el Partido Popular debería ser capaz de encauzar. No queremos decir que vaya a ser fácil frente a la existencia, en la práctica, de una gran coalición de las izquierdas y los nacionalistas que ven en la debilidad del actual Gobierno una oportunidad para acelerar sus agendas particulares, pero, desde luego, no es imposible para un partido poco hecho a las uniformidades a la búlgara, en el que, incluso, «los solistas» tienen muy claro el objetivo a conseguir y trabajan para hacerlo.