Editorial

Fuga de la realidad de la Ejecutiva socialista

Los socialistas han visto cómo casi 200.000 de sus antiguos votantes se pasaban con armas y bagajes al Partido Popular u optaban por la abstención

No debería extrañar a nadie la aprehensión que embarga a los barones socialistas tras el descalabro de su partido en Andalucía, derrotado en toda la línea por los populares, al comprobar que ninguna de sus advertencias han hecho la menor mella en Ferraz. Es más, pese a que los socialistas han visto cómo casi 200.000 de sus antiguos votantes se pasaban con armas y bagajes al Partido Popular u optaban por la abstención, desde la Ejecutiva del PSOE se rehúye cualquier autocrítica y, lo que es peor, se niega que lo sucedido en las autonómicas andaluzas pueda tener una lectura política más arriba de Despeñaperros.

Al parecer, según el sorprendente análisis de la vicesecretaria de la formación, Adriana Lastra, hay que buscar las causas de la derrota socialista en la magnífica labor desarrollada por el Gobierno central durante la pandemia, que transfirió fondos públicos extra a la Junta de Andalucía, apuntalando la gestión de Juanma Moreno. No es cuestión de entrar en el examen de tan peregrina argumentación, que también suscribía, ayer, el secretario de estado de Relaciones con las Cortes, Rafael Simancas, porque lo preocupante es la fuga de la realidad que reflejan este tipo de explicaciones.

El hecho, por más que se quiera desconocer desde la dirección socialista, es que en Andalucía se ha reforzado la tendencia al cambio político que viene experimentando la población española y que tiene su exacto reflejo en las últimas convocatorias electorales. Ciertamente, no es posible negar que la figura del candidato popular, Juanma Moreno, apoyada no sólo en una buena gestión, sino en un talante moderado y muy alejado del impostado frentismo de la izquierda, ha sido determinante en el arrollador triunfo del PP, pero, tampoco se debería restar la influencia que ha tenido el cambio de liderazgo en el principal partido del centro derecha español. Porque, con Alberto Núñez Feijóo se ha acelerado el proceso de reagrupación de un voto que se había fracturado en las tensiones provocadas por la crisis económica y el proceso separatista catalán.

Tal es así, que Juanma Moreno ha recuperado hasta medio millón de antiguos votantes de Ciudadanos, en línea con lo ocurrido en Madrid y Castilla y León, pero, además, se ha llevado 85.000 votos de Vox, frenando en seco las expectativas de crecimiento de la extrema derecha española. O dicho de otra forma, la sociedad española demanda mayoritariamente una política basada en la moderación y en el rechazo a los extremismos populistas, un retorno, en definitiva, a las dinámicas de la Transición. Tal vez, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, confíe en diluir esta realidad con la sucesión de otros acontecimientos, como la próxima cumbre de la OTAN, pero se equivoca. Porque ha llegado el tiempo de cambio y lo inteligente sería preparar la ruptura con unos socios de Gabinete que, cada vez más hundidos en las urnas, ya calculan los tiempos.