Aborto

¿Consejo de Ministros o fábrica de bulos?

Si los ciudadanos ya estaban acostumbrados a la conversión de la rueda de Prensa posterior a la reunión del Gabinete en un mitin gubernamental dedicado a atacar a la oposición, algo inaudito en los usos democráticos, puede decirse que La Moncloa ha logrado un hito como ente aspersor de propaganda

Era ingenuo esperar que la izquierda soltara el hueso de la falsa polémica del protocolo en favor de la vida de la Junta de Castilla y León, pero, ciertamente, tampoco que se llegara al extremo de utilizar el Consejo de Ministros para dar carta de naturaleza a un bulo, elevándolo a un conflicto de tintes constitucionales, como si el ejecutivo autonómico que preside Alfonso Fernández Mañueco se hallara en plena insurrección institucional.

Por supuesto, el «requerimiento de incompetencia» dictado por el Gabinete no sería más que un brindis al sol si no fuera porque responde a una operación de propaganda política de la peor especie, aquella que opera sobre la opinión pública con desprecio absoluto de los hechos, revestida, además, de la supuesta autoridad del Consejo ministerial. Si los ciudadanos ya estaban acostumbrados a la conversión de la rueda de Prensa posterior a la reunión del Gabinete en un mitin gubernamental dedicado a atacar a la oposición, algo inaudito en los usos democráticos, puede decirse que La Moncloa ha logrado un hito como ente aspersor de propaganda.

La única ventaja es que la sobreactuación y el trazo grueso –ahí está el primer campanazo llamando al artículo 155– acaban por neutralizar el efecto del anunciado apocalipsis, en este caso para los derechos de las mujeres castellano leonesas, a poco que se abra un mínimo espacio a la reflexión. En este sentido, la carta remitida por Fernández Mañueco a Pedro Sánchez, con algunas verdades evidentes, puede ayudar a que se disipe el humo partidista, pero, a nuestro juicio, se equivoca el presidente de la Junta cuando se refiere al asunto como «una cuestión irreal». Y se equivoca porque la irrealidad es la materia política con la que mejor trabaja la izquierda, como habrá podido experimentar en carne propia el dirigente popular.

Llegados a este punto, y como mero aviso a navegantes, conviene que los dirigentes del Partido Popular tengan muy presente que las dificultades que acechan al Gobierno, fruto exclusivo de su más que discutible gestión, y las malas perspectivas que otorgan las encuestas a la coalición gubernamental de cara a las próximas citas electorales van a exacerbar las campañas de propaganda, con mayor incidencia en los acuerdos entre los populares y Vox. Conviene, pues, no dejar flancos abiertos a polémicas artificiales, tan provechosas para las izquierdas, y tener muy presente que el partido que preside Santiago Abascal va a ser un competidor directo en las próximas elecciones municipales, autonómicas y generales y actuará en consecuencia para marcar perfil propio.

Se nos dirá que es lo mismo que sucede en lado del Gobierno, con Unidas Podemos tratando de armar una agenda independiente, pero con la diferencia de que Núñez Feijóo no tiene a su servicio un Consejo de Ministros convertido en aparente fábrica de bulos.