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Editorial

El estúpido error de politizar la energía

Es una lástima que el ministro Puente, tan moderado, didáctico y ecuánime cuando se trata de justificar los continuos fallos de nuestro sistema ferroviario nos muestre su lado más crispador y divisivo cuando la mayoría de los ciudadanos lo que necesitan son certezas.

El ministro de Transportes, Óscar Puente Borja Sanchez-TrilloEFE

El ministro de Transportes, Óscar Puente, cuyo Departamento viene sufriendo desde hace meses los problemas de los cortes de tensión en la red ferroviaria a causa, según paladina confesión propia, de los desequilibrios que provocan los picos de producción de las energías renovables, no ha tenido el menor reparo en acusar al líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, de estar al servicio de las empresas eléctricas por defender la permanencia de las centrales nucleares como fuente energética de respaldo del sistema eléctrico español y factor de estabilización de las líneas de distribución.

Sabe el ministro Puente, o debía saberlo, que mucho antes de que la acumulación de pequeños fallos en Red Eléctrica desembocara en el gran apagón del 28 de abril, el presidente popular se había mostrado contrario al abandono de la energía nuclear, con una propuesta clara de garantizar el mantenimiento de las centrales nucleares en su programa electoral. No hay, pues, cambio alguno en la posición de Núñez Feijóo como para que el titular de Transportes, ejemplo de facundia tuitera, se rasgue las vestiduras y proclame la supuesta sumisión a los poderosos del jefe de la oposición, que es, siempre se les olvida a los más fervientes seguidores de Sánchez, el ganador de las últimas elecciones, con 16 escaños de ventaja sobre el PSOE, si seguimos incluyendo al diputado José Luis Ábalos entre la bancada socialista.

Por supuesto, como ya hemos señalado, el ministro Puente está al cabo de la calle de los problemas técnicos de adaptación de las energías renovables al sistema de transporte y distribución de la electricidad –tal y como se ha expresado en varios mensajes en las redes sociales, algunos en fecha tan temprana como la del 22 de abril–, por lo que debemos interpretar sus últimos exabruptos como parte de la cortina de humo tendida desde La Moncloa para disimular cualquier atisbo de responsabilidad gubernamental en el desastre. Aunque sea a costa de politizar algo tan poco ideológico como es el comportamiento de las distintas fuentes de generación y su interconexión en la red eléctrica peninsular.

Es una lástima que el ministro Puente, tan moderado, didáctico y ecuánime cuando se trata de justificar los continuos fallos de nuestro sistema ferroviario, que han obligado, por ejemplo, a renunciar al marchamo de calidad del AVE que suponía la devolución del coste del billete por retrasos superiores a 30 minutos, en un evidente retroceso de la excelencia que se llegó a alcanzar con otros gestores, nos muestre su lado más crispador y divisivo cuando la mayoría de los ciudadanos lo que necesitan son certezas sobre la seguridad y viabilidad de su parque eléctrico. Pero, por lo visto, es mucho más urgente tender un cordón de seguridad en torno a la figura del presidente del Gobierno que sacar lecciones provechosas del, hasta ayer, impensable apagón.