Editorial

El orgullo africano de la Hispanidad

Lo que trasmite el mandatario es una invitación general, sincera, a que los españoles vuelvan los ojos hacia el país africano que ha sabido conservar el idioma español como propio.

Teodoro Obiang
Teodoro ObiangMARIO CRUZAgencia EFE

En la entrevista que el presidente ecuatoguineano, Teodoro Obiang, ha concedido a LA RAZÓN no deberíamos pasar por alto, especialmente en estos tiempos de falaz revisionismo histórico, la naturalidad con el que el mandatario africano, desde la experiencia de una larga peripecia vital y política poco común, se describe, a él y a su país, como fruto y parte indivisible de la Hispanidad, la que une en los afectos por encima del tiempo y las circunstancias a dos pueblos, el español y guineano, en la superficie tan dispares y en el fondo tan cercanos.

De ahí que el presidente Obiang se reconozca paladinamente en la Corona, que él proclama fundamento de esa misma Hispanidad, y que su único reproche a la política Exterior de la antigua metrópoli sea la imposición de visados a los ciudadanos de Guinea Ecuatorial que quieren viajar a España. En realidad, y no es preciso leer entre líneas, lo que trasmite el mandatario es una invitación general, sincera, a que los españoles vuelvan los ojos hacia el país africano que pese a las presiones de potencias externas y pese al nacionalismo sobrevenido del dictador Macías ha sabido conservar el idioma español como propio y, también, ese sentimiento de pertenencia a la comunidad hispánica, que les liga a dos continentes, tres, si consideramos a las Filipinas.

Hoy, la lengua de la enseñanza oficial, de la administración y de la vida social es el castellano, con esos giros tan peculiares que le dotan de una musicalidad contagiosa y en el que se han expresado sus mejores escritores, desde Leoncio Evita a Juan Tomás Ávila, pasando por notables literatas como Melibea Obono o Guillermina Mekuy.

Ciertamente, España mantiene excelentes relaciones comerciales con Guinea Ecuatorial, somos el primer o segundo proveedor de manufacturas y productos agropecuarios, alternándonos con China, y con una presencia notable en el sector de los servicios.

Las relaciones institucionales han sufrido altibajos, que se van reconduciendo a medida que Guinea Ecuatorial avanza en los derechos políticos de su población, pero creemos, en la línea de lo que plantea en la entrevista el presidente Obiang, que la acción Exterior española, más allá de los programas de cooperación social, debería dar un salto cualitativo en relación con Guinea Ecuatorial, aprovechando la mano tendida del gobierno de Malabo para incrementar las relaciones entre ambos pueblos y no sólo desde el punto de vista económico y de las inversiones en la industria petrolera, sino cultural y socialmente.

Sobre todo, cambiando la política de visados, que es una restricción de viaje absurda a una población que apenas supera el millón de habitantes, muchos de ellos con lazos en la numerosa colonia ecuatoguineana en España, y potenciar los vuelos entre ambos países, hoy, inexistentes. Están orgullosos de su Hispanidad y deberíamos compartir ese orgullo con ellos.