Editorial

Page nos recuerda que otro PSOE es posible

En realidad, como señala García-Page, no estamos tanto ante un problema de partido, como de la dirección de ese mismo partido.

El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, en el acto institucional con motivo del Día de la Región. VÍCTOR FERNÁNDEZ/EUROPA PRESS 31/05/2025
El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, en el acto institucional con motivo del Día de la Región.VÍCTOR FERNÁNDEZ/EUROPA PRESSEuropa Press

Emiliano García-Page, presidente de la Comunidad de Castilla-La Mancha y militante socialista desde que alcanzó la mayoría de edad, ha mantenido una entrevista con LA RAZÓN en unos momentos especialmente delicados para su partido, pero desde el convencimiento, al menos, esa es la realidad que transmite, de que hay que romper el agarrotamiento y la parálisis interna que aqueja a muchos militantes y cuadros socialistas si se quiere enderezar el rumbo hacia la consunción que parece llevar fatalmente el PSOE.

Su diagnóstico es diáfano en lo que se refiere a los procesos judiciales que afectan a la formación, a los que hay que dejar seguir su curso sin caer en paranoias conspiratorias, y sobre la necesidad de propiciar un cambio drástico en la situación política actual, que sólo puede venir de la mano de las elecciones, por más que es consciente de que tendrían que afrontar una campaña electoral bajo un rosario de acusaciones y filtraciones a las que, en su opinión, el partido no está dando la respuesta necesaria. Pero en el análisis de Page manda mucho más la necesidad de preservar y proteger el futuro de quienes han venido representando a la moderna socialdemocracia española que empecinarse en mantener una legislatura que, en sus propias palabras, «se sostiene sobre una carambola impensable».

Ciertamente, las declaraciones del barón castellano-manchego no gustarán en los círculos gubernamentales más próximos a La Moncloa –especialmente el reconocimiento paladino de que el líder nacionalista de Junts chantajea al Gobierno ni, tampoco, su reflexión de que al abandonar la política aspira a poder salir a la calle con normalidad y cruzarse con todo tipo de gente sin problemas–, pero no nos cabe la menor duda de que a muchos ciudadanos, y no sólo militantes o simpatizantes del PSOE, sus palabras les servirán de constatación de que hay otro partido socialista posible, alejado del sectarismo y de la confrontación social extrema.

El mismo partido que con el centroderecha que hoy representa el PP hizo posible el proceso de la Transición y la consolidación de la democracia. Un PSOE en el que se valoraba la ética política y la voluntad de servicio público, frente al modelo de relativismo, del todo vale, que se ha impuesto en la política española. En realidad, como señala García-Page, no estamos tanto ante un problema de partido, como de la dirección de ese mismo partido. Es la misma nave, en expresión del presidente de Castilla-La Mancha, pero que se pilota con otro rumbo. Es el mismo partido, sí, añadimos nosotros, pero con unas actitudes y referencias que lo hacen prácticamente irreconocible para la opinión pública. En cualquier caso, intervenciones como la que hoy glosamos, hechas sin complejos y sin subterfugios, son un soplo de aire fresco, de lo que tan necesitada está la política actual.