GPS
Aumentan las interferencias en los sistemas de navegación
►Ataques spoofing o jamming son habituales en amplias zonas de Europa del Este, el Mediterráneo y Oriente Medio, subrayando la necesidad de tener alternativas al GPS
El incidente protagonizado por el avión de Ursula von der Leyen en Bulgaria parece ha puesto de nuevo sobre la mesa los riesgos reales y potenciales que afectan a miles de vuelos cada semana en el continente en relación con las señales del GPS.
En esta ocasión, estamos ante un caso de jamming, una «técnica ampliamente utilizada» por cuerpos de seguridad, que se basa en «un barrido de la frecuencia para que no sea utilizable por nadie», explica Agustín Valencia, responsable de desarrollo de negocio de seguridad OT en Fortinet.
Noelia Sánchez Ortiz, doctora en ingeniería aeroespacial y cofundadora de Arribes, explica que los sistemas GNSS (Sistemas Globales de Navegación por Satélite) «operan en bandas de frecuencia muy baja potencia», lo que permite que «transmisores relativamente modestos situados incluso a centenares de kilómetros o a bordo de plataformas móviles puedan generar señales capaces de degradar o alterar al receptor». Datos de Eurocontrol, EASA y el proyecto europeo STRIKE3 están documentando estos incidentes, pero que no necesariamente tienen por qué provenir de territorio ruso continental.
La proliferación de interferencias GNSS «se está ampliando en términos geográficos y de frecuencia», detalla Sánchez Ortiz. Hay más equipos en el mercado, algunos de bajo coste, y la dependencia creciente de la navegación por satélite convierte la aviación en un objetivo atractivo para actores estatales y no estatales. Informes recientes del sector alertan sobre la multiplicación de zonas afectadas y sobre la necesidad de redoblar los esfuerzos para blindar la seguridad operacional.
El mapa que publicamos da cuenta de la intensidad de la interferencia sobre Europa oriental y el área del Mar Negro, donde el nivel de degradación de señal es a veces masivo y sostenido. «En ocasiones, los incidentes no provienen de territorio ruso, sino de bases militares, unidades móviles en países limítrofes o equipos en plataformas cercanas», aclara Sánchez Ortiz, y subraya que, «la clave está en que la aviación civil cuenta con sistemas redundantes, formación de las tripulaciones y notificaciones que garantizan que la seguridad operacional se mantenga en niveles muy altos».
La defensa ante estos ataques se basa en la redundancia y la capacidad de reacción. «El ataque de jamming requiere una emisión de radio potente y es posible, mediante triangulación, situar las coordenadas del origen. La defensa contra un ataque de este tipo consiste en disponer de otras frecuencias o canales de comunicaciones no afectados y, por otro lado, en neutralizar el foco emisor de la señal que interfiere», explica Valencia. Matiza que la verdadera amenaza es depender de un único sistema. «Los ataques a la red GPS están aumentando y es fundamental no depender únicamente de este sistema», sobre todo porque existen «distintas alternativas» como la europea (Galileo), la rusa (Glonass) y la china (Beidou). «Hay una cuestión sobre el coste de utilizar GPS, muy bajo por su amplia adopción. La instalación de otros sistemas GNSS conllevará un coste mayor, que disminuirá conforme se amplíe su adopción», señala.
Sin embargo, la mayoría de aeronaves comerciales operan con receptores de una sola constelación, aunque los nuevos estándares están orientados a la multiconstelación para reforzar la resiliencia.
¿Miedo? ¿Quién dijo miedo?
¿Hay que temer por la seguridad de los vuelos? «No», afirma con rotundidad Sánchez Ortiz. «La aviación civil es uno de los sectores más regulados y seguros del mundo». Que se hable abiertamente de estos incidentes es señal de que «existen protocolos claros y redundancias tecnológicas para mantener la seguridad. Una aeronave comercial nunca depende exclusivamente del GNSS; dispone de navegación inercial, radioayudas y procedimientos que garantizan la continuidad y seguridad del vuelo».
Las cifras de Eurocontrol reflejan que hasta un 38% del tráfico aéreo europeo opera en regiones expuestas a interferencia, pero no se ha producido ningún accidente por estas causas en los últimos cuatro años. Los pilotos, por su parte, consideran estos fenómenos parte del día a día y aplican sin titubear las medidas de contingencia. «La lectura que debemos sacar —insiste Valencia— es la importancia de adoptar las alternativas técnicas que ya existen y están probadas».