Cataluña
Los intérpretes del Senado cobran 515 euros al día y pedirán un aumento
Las actas del diario de sesiones ya no dependerán de las taquígrafas sino que se registrará lo que entienda el traductor
Breve pero intenso. El estreno de la traducción simultánea en el Pleno del Senado el pasado martes duró apenas hora y media, justo el tiempo que Sus Señorías dedicaron al debate de las mociones. Según ha podido saber LA RAZÓN, un intérprete podría estar cobrando 515 euros por jornada completa, independientemente de la duración de su trabajo. Cifra ésta considerada como la «tarifa oficial». Si tenemos en cuenta que un traductor acude a los plenos de un mes –cuatro en total– y que el debate de las mociones dura una media de doce horas mensuales, su sueldo por trabajar esas doce horas ascendería a 2.060 euros. Cierto es que los traductores llegaron a un pacto de silencio, lo que no ha impedido saber que no contentos con este «sueldo», tienen pensado pedir un aumento del tres por ciento. Y todo esto sin contar con las dietas que el Senado costeará a aquellos que residan fuera de Madrid, ya que la mayoría tienen su domicilio en Cataluña, País Vasco o Galicia.
Así las cosas, y a tenor de los 350.000 euros de asignación reservados por la Cámara Alta para los servicios de interpretación, la noticia es, cuanto menos, destacable. Y a esto hay que sumar los 4.500 euros invertidos en la compra de 400 pinganillos. Pero, pese a la desorbitada cantidad destinada a este fin en plena crisis, hay quien señala que en el Senado no hay mínimos ni máximos. Ésa es, al menos, la opinión del secretario general de la Asociación Profesional Española de Traductores e Intérpretes, Leopoldo Muñoz Sánchez, que no duda en señalar que «estamos en un mercado libre y es el cliente, en este caso la Cámara Alta, quien fija un acuerdo presupuestario con la agencia que le proporciona los intérpretes».
Sin embargo, a su juicio, el presupuesto fijado por la agencia y la Cámara, en esta ocasión, «es considerable». Y es que el despilfarro en estos momentos no parece tener justificación. «Vamos a ser el hazmerreír de Europa. Nosotros no tenemos una unión federal como Suiza para justificar esto. Todos hablamos español», afirma Muñoz Sánchez.
Víctimas de la polémica
Y no es la única que piensa así. Isabel Rueda, intérprete Jurado del Ministerio de Exteriores, deja claro que «no son más que trabajadores contratados para ese fin y no es a ellos a quien hay que atacar», afirma. Sin embargo, reconoce que «en esta época de recortes, 350.000 euros es mucho dinero, y se podría emplear en ayudas sociales». Por otra parte, la llegada de las lenguas cooficiales al Pleno del Senado cambiará algunos de sus hábitos. Antes, las taquígrafas tomaban nota directa de las intervenciones de los senadores y, acto seguido, hacían su correspondiente transcripción. Ahora, el sistema está en manos de los traductores. A saber, cada vez que un parlamentario utilice su lengua vernácula en una moción, la taquígrafa transcribirá la traducción que le llegue a través del pinganillo, tenga la fiabilidad que tenga.
Eso sí, también recibirán la realizada por los propios intérpretes para contrastar. Y es que, además de traducir las intervenciones en el Pleno, deberán transcribirlo tanto en castellano como en la lengua cooficial en cuestión. Sea como fuere, las mociones que aparecen en el diario de sesiones estarán basadas en la palabra de los intérpretes. Una situación que no ha gustado en determinados sectores de la Cámara Alta, ya que temen que lleve a equívocos o se malinterpreten los matices. El otro cambio afecta a la publicación del diario de sesiones, que tendrá una nueva imagen.
A partir de ahora todo se hará de forma digital, sin reproducir las actas por escrito, con el objetivo de agilizar los trámites parlamentarios. Asimismo, su imagen será distinta: habrá dos columnas, una para el castellano y la otra, por ejemplo, para el catalán.
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