Investidura de Pedro Sánchez

«Por el futuro de una España unida»

La pírrica ventaja de la derecha. La fragmentación del voto de centro derecha entre tres formaciones políticas (PP, Vox y Cs), unida a las peculiaridades de nuestro sistema electoral, hace que estos tres partidos no sumen a pesar de tener más votos que PSOE y UP.

Concentración en Plaza Colón de Madrid contra el acuerdo de investidura de Pedro Sánchez
Concentración en Plaza Colón de Madrid contra el acuerdo de investidura de Pedro SánchezlarazonConnie G. Santos

El malestar por el nuevo y más que posible Gobierno se traslada a la calle. El bronco debate en el Parlamento ha tenido un eco inesperado en la capital de España, donde una de las avenidas centrales, Goya, se abarrotó ayer de gente que se manifestaba por la Constitución, la unidad y la igualdad entre todos.

Una avalancha de personas ignoró las urgencias de las últimas compras de Reyes y las citas familiares para anteponer la preocupación política, un fenómeno extraño en la siempre festiva España. Ni los viajes ni los compromisos evitaron el éxito de una iniciativa particular de un simple ciudadano, que se difundió en apenas horas por las redes sociales.

La sorprendente manifestación fue promovida por un joven de 29 años, Íñigo Fernández-Araoz, ingeniero de ICAI y ex consultor de Deloitte bajo el lema: «Por el futuro de España unida: por un gobierno que vele por la constitución y la unidad de España». El joven había solicitado permiso para una concentración y la convocatoria creció como la espuma al calor de la desesperación abonada por la noticia de los acuerdos entre el PSOE y Esquerra Republicana de Cataluña, en los que se anunciaba una mesa bilateral «entre gobiernos», se evitaba cualquier mención a la Constitución, se reiteraban las alusiones al conflicto político, se censuraba la acción de los jueces y se fijaba como objetivo una resolución sobre Cataluña sometida a referéndum exclusivamente en el territorio autonómico, rompiendo el derecho de todos los españoles a resolver sobre cuestiones de soberanía nacional.

Pese a la maniobra de distracción de Pedro Sánchez, que fijó la sesión de investidura en un fin de semana insólito, embuchada entre la llegada de los Reyes Magos y la Pascua Militar, una multitud que no seguía a partido alguno se dio cita en la calle Goya y avanzó llenando la Plaza de Colón hasta llegar a las Cortes. Aunque se vio entre los asistentes a políticos como Begoña Villacís, de Ciudadanos, los convocantes apelaban a la sociedad civil y se negaron a que los representantes de los partidos figuraran en la cabecera. Asimismo evitaron insignias políticas. La bandera nacional fue el color dominante en la convocatoria, así como los gritos de «España, España».

En el manifiesto final, leído tranquilamente por Íñigo Fernández-Araoz, en tono simpático y distendido, se reivindicaba la vuelta al diálogo democrático, la Constitución española y el Estado de Derecho.

La concentración buscaba también remover a los diputados del PSOE y pedirles el voto en conciencia para evitar un pacto apoyado en partidos dispuestos a romper el consenso del 78.

La manifestación de Goya se difundió persona a persona y contó con el apoyo de algún famoso, como el cantante José Manuel Soto, que grabó un vídeo señalando que «mientras hemos estado todos celebrado la Navidad, aprovechando nuestra distracción, el presidente del Gobierno ha puesto la gobernabilidad de España en manos del chavismo, el comunismo y el separatismo, que quiere dividirnos una vez más. Hay que reaccionar, yo apoyo la manifestación de gente independiente y joven que quiere otro modelo de gobierno para España, porque lo que se propone va a ser un desastre para la economía y la convivencia».

A pocos metros de allí, en la Cámara de Representantes, tuvo lugar el insólito debate entre el partido que ha configurado la miscelánea «Frankestein» con ERC, Bildu o Podemos, y la oposición. De entre todos los diputados solo una mujer, Ana Oramas, ha anunciado que modificará su voto a título particular. La representante de Coalición Canaria se enfrentará a su partido –que ya ha anunciado represalias contra ella– y votará «no» al pacto de Sánchez. Oramas, que había declarado que no apoyaría un gobierno contrario a los intereses de España, se niega a abstenerse, como le exige su formación, y arrostrará las consecuencias.