PSOE

La famélica vaca del PSOE madrileño

Celebración en Madrid del 80 Aniversario de la Agencia EFE
Pepu Hernández (d), junto al portavoz socialista en la Asamblea Regional, Ángel Gabilondo (c),ZipiEFE

Parece que el Partido Socialista en Madrid vuelve a estar en crisis. Ángel Gabilondo mata el tiempo en su escaño hasta que le “pidan” oficialmente lo que quiere en este momento: ser el próximo Defensor del Pueblo.

Pero su objetivo no depende solo de Pedro Sánchez. Se trata de un cargo institucional que requiere el apoyo de otros partidos políticos, hasta lograr el voto de 3/5 partes de la Cámara.

Lo de menos es conseguir esa mayoría cualificada. Nunca ha confrontado con nadie ni ha cosechado enemigos, ni desde el gobierno ni desde la oposición, por la que ha deambulado en una especie de cansina duermevela. La contrapartida es que tampoco tiene grandes amigos que vayan a defenderle y la influencia de su apellido es cada día menor.

Además, ha cometido algún error, como criticar a Sánchez en algún foro y que le haya llegado a este, suerte que el líder socialista no conoce el rencor.

Aunque, bien mirado, el nombramiento de Rodríguez Uribe ha sido una humillación para Gabilondo, porque esa cartera la quería para sí mismo, pero el líder socialista apostó por su segundo, dejándole el mensaje sin cifrar de que no está en sus planes de futuro.

Pero el metafísico, que tiene mucho vivido, se ha agazapado y en modo latente sigue ahí en medio. Es lo bueno de venir de fuera de la política, te puedes permitir el lujo de vivir de ella sin hacer nada el tiempo que quieras y nadie lo va a criticar.

Pepu Hernández también anda impaciente por su no nombramiento en el Consejo Superior de Deportes. No se adapta al Ayuntamiento de Madrid, le dijeron que era como un partido de baloncesto y las únicas canastas que ha visto son las papeleras a las que llegan sus iniciativas.

Pero Sánchez ha logrado lo que no consiguieron ni Felipe González, ni José Luis Rodríguez Zapatero: someter la Federación socialista de Madrid a su voluntad. La operación se ha logrado con la inestimable colaboración de los veteranos que siempre han visto la organización como una vaca de la que sacar el máximo provecho ordeñándola en forma de cargos.

Pero cuidar una vaca no es tan sencillo. Tienen una gran capacidad de producción láctea, cerca de 15.000 litros por año, durante 9 o 10 años de actividad como media, cuestión que la hace indispensable para la supervivencia humana.

Pero el ganado necesita forraje, pastos, tratamientos veterinarios y vitaminas cuando enferma, además de unas buenas condiciones de estabulación. La falta de cuidados perjudica seriamente la salud de las vacas y no atenderlas no solo es maltrato animal sino que es poco inteligente porque la reducción de la producción de leche puede ser drástica.

El PSOE de Madrid lleva mucho tiempo sin que lo cuiden, el precio del sometimiento es una buena dosis de desintegración, de ausencias y de anorexia organizativa. Algunos no se han enterado de que si matas a la vaca no da leche o, sencillamente, les da igual.