El desafío independentista
Puigdemont en Perpiñán
El fugado de Waterloo estuvo ayer de mitin como eurodiputado en Perpiñán, exclamando feliz: «Hemos entrado en Cataluña». Al acto, organizado por su fantasmal «Consell de la República», asistieron miles de catalanes desplazados a su Catalunya Nord dels Països Catalans.
Todo tan surrealista como corresponde a esa veta de ADN anarco-libertaria latente en el gen catalanista, que se expande cuando encuentra espacio para respirar. Como ocurrió el 7 de junio de 1640 en el conocido «Corpus de Sangre», que originó la Sublevación dels Segadors. Recordemos que los Puigdemont, Torra y Junqueras de aquel momento, «se vendieron al francés» buscando protección frente a los soldados españoles, enviados para reprimir la revuelta por el Conde Duque de Olivares.
A Luis XIII le faltó tiempo para hacerse proclamar Conde de Barcelona al año siguiente, en 1641, abolir los Usatges y prohibir, bajo severas penas, el uso escrito del catalán. El conflicto derivó en la guerra franco-española hasta el Tratado de los Pirineos de 1659 entre Luis XIV y Felipe IV, por el que se reconocía la pérdida por parte de España –y con ella, de Cataluña– del Rosellón y una porción de la Cerdaña, gracias a los Puigdemont y Torra de entonces.
Ahora celebra su «entrada en Cataluña»: conmemoran que una traición a España provocó que ese Rosellón sea ahora parte de la Republica francesa, y apenas hable catalán. Y ellos, tan felices.
✕
Accede a tu cuenta para comentar