España

Entrevista a Francisco Reynés, Presidente de Naturgy: «Necesitamos estabilidad jurídica y normativa»

De la política espera una «visión de país a muy largo plazo» y «no solo obsesión por las encuestas». «Hay que evitar sobreproteger a las empresas y a los trabajadores»

Francisco Reynés Massanet, presidente y consejero delegado de Naturgy.
Francisco Reynés Massanet, presidente y consejero delegado de Naturgy.Cristina BejaranoLa Razón

En estos meses su compañía ha activado un plan de cobertura financiera y social para más de diez millones de hogares y profesionales. Dieron suministro sin coste de luz y gas a hoteles medicalizados, y a Ifema y Fira de Barcelona. Ofrecen a todo el personal clave en la lucha contra la pandemia un año de reparaciones gratis de luz y gas, sean o no clientes. Y donaron 2,3 millones a Cruz Roja.

-¿Cómo ve la «nueva normalidad»?

–Nuestra vida profesional y personal será, sin duda, diferente de la que teníamos antes del 15 de marzo, al menos durante cierto tiempo. ¿Cuánto? Creo que dependerá de si se encuentra una vacuna segura y de que la pandemia se mantenga bajo control. Ha aparecido un agente externo que nos ha demostrado que somos más vulnerables de lo que pensábamos, y esta situación nos está haciendo repensar muchas cuestiones importantes de nuestro día a día. Durante estos meses hemos tenido más tiempo para dialogar con nosotros mismos y para reflexionar sobre lo que de verdad importa. Y, probablemente, todos estamos recolocando nuestras prioridades y ajustando nuestros valores.

–De los dos escenarios económicos que dibujan los principales informes de referencia, ¿usted se inclina por el más pesimista o por el más optimista?

–Un parón tan prolongado de la actividad económica tiene seguro un impacto económico. Y es evidente que quienes pueden prever con más precisión el alcance de este impacto son el Banco de España, el Fondo Monetario Internacional o la OCDE porque trabajan con muestras más significativas y con modelos de más tiempo y solidez. Hay que esperar y ser prudentes porque los resultados empresariales se irán conociendo en los próximos meses y la convergencia de los estudios y de estos resultados nos dará una imagen mucho más aproximada de lo que se nos viene encima. Hay unas expectativas de final de año malas, pero serán los datos reales los que nos sitúen el alcance real de la crisis, aunque sea evidente que las consecuencias económicas serán complicadas. Creo que, en todo caso, la recuperación dependerá mucho de que toda la sociedad se implique en ella, y la clave será la participación del sector privado y de las empresas, de todas las empresas, principalmente las pymes y los autónomos.

–¿Cómo debe implicarse el sector privado?

–Esta vez los organismos supranacionales están confirmando su voluntad de ayudar con importantes inyecciones financieras. Pero dejar toda la responsabilidad en la parte pública es poco realista pues el nivel de endeudamiento público ya es muy elevado antes de contabilizar el monto económico de las ayudas previstas. El ámbito público puede encargarse de atender y cubrir una parte de las necesidades, pero hay otra parte fundamental, que es la que afecta a la inversión y a la generación de empleo, que tiene que venir del sector privado. La velocidad de recuperación será proporcional al papel que puedan desempeñar las empresas, y esto hay que tenerlo siempre como referente.

–¿Y cómo se puede ayudar al sector privado a participar en la recuperación?

–Con visibilidad y estabilidad.

–¿Solo con eso?

–No solo, pero es fundamental. Me estoy refiriendo a la importancia de la estabilidad jurídica y normativa. Las empresas necesitan saber que en el entorno en el que toman una decisión de inversión sólo asumen los riesgos inherentes a los cambios de mercado, de competidores, de proveedores, de cualificación de empleados o de necesidades de consumidores, pero que no se someten a los riesgos de cambios estructurales que tienen que ver con el ámbito normativo que puede cambiar las condiciones de competitividad de cualquier negocio. En cualquier país, la inversión se retrae siempre que hay incertidumbre en la visión a largo plazo del negocio o inestabilidad legislativa respecto al marco que afecta a las compañías. Los países con mayor grado de captación de inversión tienen en cuenta todos estos factores de los que le hablo porque la inversión necesita de estabilidad social y de respeto institucional. Si al riesgo empresarial intrínseco le sumas un riesgo extrínseco no estamos animando la inversión, y sin ella no hay generación de empleo.

–¿Quiere decir que no es momento de hacer ninguna reforma legislativa? ¿Ni impuestos ni mercado laboral?

–Como principio, hay que estar dispuesto siempre a tocar todo. La transformación forma parte de la vida, de la biología, de la organización de la sociedad y de la organización de las empresas. Creo, además, que acertamos más cuanto más tiempo nos dan y cuantas más pruebas podemos hacer. Ahora bien, sí es importante que cuando toquemos algo, valoremos si el cambio va a generar más o menos estabilidad y si va a facilitar la inversión y la creación de empleo.

–¿Y tocar la reforma laboral del Gobierno de Rajoy ayudaría a crear empleo?

–No soy un experto laboral. Pero sí considero desacertado presentar siempre el debate sobre el mercado laboral como una dicotomía entre defender al trabajador o a la empresa. El modelo debe defender a las dos partes porque sin empresa no hay trabajadores y sin trabajadores no hay empresa. Hay que apostar siempre por modelos que defiendan al trabajador, pero que no creen obstáculos a la contratación. Ése es el círculo virtuoso que hay que buscar, y que cuando uno cambie algo, siempre lo haga seguro de que sirve para ir a mejor.

–Insiste mucho en la importancia de la inversión. España, ¿cómo puede ser atractiva a la inversión en medio de esta catástrofe?

–Tenemos que hacernos un país atractivo donde invertir, trabajar y visitar.

–Para visitar ya lo somos, ¿no? Somos referente en ese turismo de ocio en Europa.

–Nos están saliendo muchos competidores y hay que saber responder a tiempo a los cambios que se están produciendo. El mundo evoluciona en todos los aspectos y están apareciendo nuevas alternativas que hay que tener presente a la hora de actualizar nuestro modelo turístico. Es un error, por ejemplo, pensar sólo en el número de visitantes y no en la calidad del visitante. Por eso hay que plantearnos que el objetivo es conseguir que este país sea interesante para estos tres colectivos: inversores, trabajadores, de todo tipo, también los de alta capacitación, y turistas. No quiero dejar de señalar el drama y el coste de que haya más profesionales españoles que buscan trabajo fuera de nuestro país que profesionales extranjeros que vienen a España a buscarlo.

Francisco Reynés Massanet, presidente y consejero delegado de Naturgy.
Francisco Reynés Massanet, presidente y consejero delegado de Naturgy.Cristina BejaranoLa Razón

–Se van porque están mejor reconocidos que aquí y mejor pagados.

–Seguro que los motivos son diversos, incluido el de querer cambiar, pero lo que tenemos que asegurarnos es de que no se van porque no ven oportunidades aquí, en España. Las empresas que están habituadas a recibir profesionales extranjeros han sabido motivar su captación proponiéndoles un modelo meritocrático, reconociendo su valía y sus logros. A todos los niveles. Aquí deberíamos tener la misma actitud: evitar la envidia y fomentar la admiración. Es curioso, pero eso lo hemos logrado con las estrellas del fútbol. ¿Por qué no lo hacemos con muchas otras profesiones?

–Le preguntaba antes sobre las medidas para que España sea atractiva al inversor en medio de esta crisis.

–La inversión depende de la visibilidad, como dije antes. Y hay que buscar inversiones de todo tipo, no sólo que generen mucho trabajo de puestos de baja cualificación, sino también de alta cualificación. En todo esto es muy importante que las reglas de la relación entre empresa y trabajador sean lo suficientemente flexibles para los dos lados. Hay que evitar sobreproteger a uno de los dos lados.

–¿La precariedad no indica que está sobreprotegido el lado de la empresa?

–No es un pulso entre las dos partes, y hay que encontrar siempre el punto medio, ese círculo virtuoso del que hablaba antes. Yo tengo hijos y sobrinos acabando la universidad y me preocupa cómo van a poder desarrollar su vida con un grado mínimo de bienestar, y para ello necesitan no sólo una formación, sino también una sociedad que esté dispuesta a brindarles oportunidades. Después serán ellos, con su trabajo, y sus aciertos y errores, los que se harán acreedores de poder alcanzarlo. En nuestra compañía hemos aportado nuestro grano de arena con un modelo que evita la precariedad laboral, genera iniciativas solidarias y es siempre responsable en el ámbito de nuestras acciones con una mirada a largo plazo.

–¿Qué ayuda deben recibir las pymes para poder sobrevivir a los efectos de la pandemia?

–Esta crisis ha provocado un primer golpe en la liquidez en la pequeña empresa y en los autónomos. La estructura o musculatura financiera es una de las pocas ventajas que tenemos las grandes empresas porque talento, tesón y capacidad de emprendimiento lo hay en todos los sitios, y en las pequeñas, casi siempre, igual o más que en las grandes. Las pymes están mucho más limitadas en sus balances, es evidente. Nosotros, previendo las consecuencias de estos meses de inactividad, hemos ofrecido a nuestros clientes dos medidas dirigidas a facilitar la financiación: la posibilidad de que retrasaran y fraccionaran pagos a futuro sin coste financiero, sin intereses; y, por la parte de los ingresos, hemos adelantado facturas de vencimiento, pasando a pagar a estos proveedores al contado. El gran riesgo inicial para las pymes es la liquidez, y a medio y a largo plazo, la inversión. Por eso, si se retraen inversiones y no hay liquidez las compañías pueden tener problemas.

–¿Le parece suficiente la apuesta por los ERTES y las líneas ICO?

–Los ERTES son una solución para las compañías pequeñas. En cualquier caso, todas las medidas que ayuden a capear el temporal son siempre bienvenidas.

–¿Es de los que creen que Europa nos sacará de esta crisis?

–Europa debe actuar pensando siempre en el bien de todos los europeos. Es muy importante que el bien común de todos se coloque por encima del bien individual de un país o de otro. El proyecto europeo tenía como objetivo ir avanzando paulatinamente hacia una comunidad de bienestar. Así lo he leído y así lo he vivido porque trabajé en Alemania justo cuando cayó el Muro de Berlín. Esta crisis sanitaria global ha hecho que Europa se enfrente a una gran prueba de fuego, muy diferente, por ciento, de la crisis de Lehman Brothers, que derivó en una crisis financiera y económica. Si esta vez se imponen las tesis de quienes piensan en intereses individuales por encima de los intereses del conjunto habrá fracasado el proyecto europeo.

–¿Quiere decir que la financiación que reciba España debe ser sin condiciones o habrá fracasado el proyecto europeo?

–Lo que quiero decir es que cuando se habla de la ayuda de Europa parece que tratamos a Europa como si fuera un tercero, cuando la realidad es que, si Europa ayuda a España, a Italia, a Francia o a Alemania, se está ayudando a sí misma. A mí me produce perplejidad ese debate en el que Europa aparece como un ente externo que puede ayudar a los demás países como si no pertenecieran a Europa. Esto se trata de que Europa ayude a Europa.

–El problema es que no todos los países tenemos nuestras cuentas igual de saneadas, de ahí el debate sobre la condicionalidad que impulsa el Norte.

–El proyecto europeo es un proyecto de solidaridad, compromiso y disciplina; y tiene que llevar a término lo mejor para la mayoría de los europeos. También le digo que pensar que todos los problemas nos los tiene que resolver el otro, sin pensar en cómo los podemos arreglar nosotros, supone dar demasiada responsabilidad a los demás para quitárnosla a nosotros mismos. Siempre recordaré el consejo de un jefe mío, que decía que cuando tú señalas con un dedo a alguien, siempre hay otros tres dedos que te señalan a ti.

–¿Su sector se está viendo muy afectado?

–Cuando cae la demanda a nivel agregado todas las industrias se ven afectadas. Desde fuera podemos parecer una industria muy resiliente, pero la caída de la actividad industrial ha hecho caer la demanda gasística y eléctrica a niveles nunca vistos. No se me ocurre ningún sector básico de la economía que no se esté viendo afectado en uno u otro eslabón por esta caída tan brusca de la demanda.

–Pero en su caso, ¿dónde está siendo el mayor golpe?

–La rentabilidad ha afectado a los resultados del primer trimestre, pero hemos mantenido nuestros compromisos de inversión, y eso es muy relevante. Lógicamente, hemos tenido que ser proactivos financieramente para buscar alternativas a la liquidez que perdíamos. Esta crisis nos ha afectado en la demanda de nuestros clientes, pero también en la forma de trabajar. Tres de cada cuatro empleados se marcharon el 15 de marzo a trabajar a casa y aún no se han incorporado a su puesto de trabajo. Esto no tiene por qué ser bueno o malo, pero es evidente que obliga a establecer unas relaciones diferentes en el ámbito profesional. Y afecta también a nuestra situación personal porque algunos podemos tener unas condiciones más fáciles para trabajar en nuestro ámbito doméstico que otros. También quiero resaltar que el 25 por ciento de nuestra plantilla en todo el mundo ha seguido acudiendo cada día a su centro de trabajo para asegurar que todos nuestros clientes, treinta millones, tuvieran garantizadas sus necesidades de gas y de electricidad todos los días. Quiero aprovechar para darles las gracias por su sacrificio porque han estado cumpliendo con sus obligaciones en una situación muy difícil y preocupados, además, por su salud y la de sus familiares. Durante esta crisis hemos mantenido un compromiso social amplio con todos los grupos, con clientes, empleados y proveedores. Y también hemos ratificado nuestro compromiso medioambiental y la apuesta por un modelo de energía sostenible, que, por cierto, vamos a acelerar, aunque no sea fácil. Todas las empresas estamos hoy valorando si estos cambios serán temporales o estructurales, pero entendemos que, sea como sea el escenario del futuro, nos demanda ser más sostenibles, más responsables socialmente y más cercanos al cliente.

–¿Qué alcance prevé que pueda tener la llamada «crisis social»?

–La crisis social es más preocupante que la económica. Las empresas y las personas queremos siempre generar bienestar en el entorno en el que estamos, y trabajar para que el bienestar sea común. Puede haber alguna excepción, como en todos los ámbitos de la vida, pero ésta es la regla general. El bienestar no lo genera sólo una parte de la sociedad, sino el conjunto, los poderes públicos, las empresas y los ciudadanos. Por eso, durante la crisis hemos impulsado diversas medidas para luchar contra la pandemia y sus consecuencias porque creemos firmemente que la compañía y las personas van en la misma dirección de intentar ayudar a generar más bienestar.

–Se habla mucho de nuestras debilidades para afrontar la etapa post-pandemia, ¿hay alguna fortaleza?

–En España hemos superado aquello de que inventen otros, y hemos perdido también el miedo al mundo. Hemos demostrado ya que podemos competir de tú a tú con grandes potencias en todos los ámbitos, empresarial, deportivo, cultural... El problema es que falta generalizar más esta confianza en nosotros mismos. El reto es que todos los españoles seamos conscientes de que si queremos y nos esforzamos estamos al nivel de cualquiera y de que podemos competir con cualquiera. Otra importante ventaja es que hemos nacido en una de las mejores zonas del mundo para vivir, con un buen clima, sin temperaturas extremas, con estabilidad política y económica, y en lo social, con unos rasgos de carácter, que se han ido conformando con todos los años de mestizaje, que ayudan a abrir puertas.

–¿Qué espera de la política en estos momentos?

–Que sume, que añada valor a la sociedad. Y una visión de largo plazo, no solo obsesión por las últimas encuestas.

–¿Y eso cómo se hace?

–Sumar es quitar crispación, «bajar el souffle». Los políticos también son necesarios para gestionar, en este caso lo público, que tiene que ser gestionado, al igual que las empresas privadas y lo individual. Y para conseguir sumar en este triángulo lo más importante es aunar esfuerzos. Los objetivos no tienen por qué coincidir, pero, como mínimo, no tienen que ser contradictorios. Yo creo que en estos momentos lo más importante es sumar, ser proactivo y constructivo. Y hay que tener una visión de país, un objetivo de muy largo plazo, y actuar consistentemente para lograrlo. Las aspiraciones solo se consiguen con tesón, trabajo y coherencia en todas las actuaciones.