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Con F de Galicia: Feijóo y Fraga tienen mucho más en común que cuatro mayorías

Su pasión por Galicia, la capacidad de gestión y detalles como devorar la Prensa y repartir anotaciones entre sus colaboradores recuerdan que en el sillón de San Caetano solo se sientan hombres de estado

El presidente e la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, en un mitin en La Coruña, la pasada semana
El presidente e la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, en un mitin en La Coruña, la pasada semanaCabalarAgencia EFE

Fue un junio de 2005 cuando Manuel Fraga, el fundador del Partido Popular, cayó en la cuenta de que no podía presidir eternamente la formación gallega. Había ganado las elecciones por quinta vez consecutiva, pero sin mayoría, una situación que aprovecharon el BNG y el PSOE para desalojarle de la Xunta. Su puesto había sido anhelado durante mucho tiempo por Xosé Cuiña, el entonces número dos de Fraga y delfín, hasta que el desastre medioambiental del Prestige se cruzó en su camino y precipitó su dimisión. Allanó así la entrada de un engominado Alberto Núñez Feijoo como sucesor del histórico líder y supuso un salto generacional que representó el fin del “fraguismo” en Galicia y la renovación del PP gallego.

Quince años han pasado desde entonces y nada en aquel momento hacía presagiar que el sucesor de Don Manuel, como le llamaban en el partido, lograra la gesta de igualar los cuatro triunfos con mayoría absoluta de su antecesor y no sufrir el desgaste tras once años de gestión muy personalista. “Son otros tiempos y una victoria en un contexto político tan fragmentado como el actual, engrandece muchísimo”, cuenta un dirigente autonómico que conoce muy bien al de Los Peares.

Los destinos de Fraga y Feijóo se unen en Galicia pero discurren por caminos contrarios. Fraga regresó a Galicia tras abandonar la política nacional. Feijóo hizo carrera en la Administración estatal y volvió a casa para sacrificarse por su tierra, alejando desde ese momento el fantasma de Génova que cada poco aparece y que, con su victoria el pasado domingo, le vuelve a situar como un valor seguro y de contrapeso al ala más a la derecha del partido.

Gobernado en épocas muy distintas, con Fraga la comunidad dejó de ser aquella Galicia de “corredoiras” y “menciñeiros” —caminos rurales y curanderos, en gallego— que se encontró tras ser elegido presidente de la Xunta en 1989 para convertirse en otra. Bajo sus dieciséis años se modernizaron las infraestructuras y los servicios públicos recibieron un fuerte impulso. Fue bajo su mandato cuando nació el “fenómeno Xacobeo”—impulsado por su conselleiro de Relaciones Institucionales del Gobierno de Fraga, Víctor Manuel Vázquez Portomeñe—, construyendo así un reclamo internacional para Galicia que se abría al mundo.

Fraga vs Feijoo
Fraga vs FeijooAntonio Cruz

Durante los once años al frente de la Xunta, Feijoo logró situar a Galicia como una de las comunidades más solventes de España, siendo la primera autonomía española en fijar un techo de gasto. Su apuesta por la modernización tecnológica y apoyo al tejido empresarial mediante el respaldo a los clústeres han ayudado a que el apellido “calidad” vaya unido al nombre de Galicia.

“Tiene en común con Fraga que es un gran devorador de Prensa. Todas las mañana la reparte entre sus colaboradores con notas al margen. Le da un gran importancia a cada detalle y cuantificación de todas las propuestas, anticipándose a lo que vendrá”, dice de Feijóo un represente político autonómico que también destaca la capacidad de emocionarse del actual presidente de la Xunta. “Detrás de un gran líder, hay también una gran persona. Cuida muchísimo a la gente que le rodea , y se preocupa de los problemas de la gente que llega a su conocimiento. Es algo que le conmueve”, asegura.

A Feijóo le hemos visto al borde del llanto cuando celebró en un hotel compostelano los diez años de su mayoría en un acto. También cuando anunció entre lágrimas que no presentará su candidatura a suceder a Mariano Rajoy al frente del PP. Cuentan también que ya está a la altura del de Villalba en su capacidad para emocionarse.

Son hombres de distintos tiempos. Felipe González dijo de Manuel Fraga que le cabía el Estado en la cabeza, aludiendo a la capacidad intelectual del entonces líder de la derecha española. Del fundador del PP cuentan que trataba de usted a todo aquel con el que hablaba y que llegaba quince minutos antes. “En algunas recepciones con alcaldes supuso un verdadero problema”, recuerda un político autonómico que asegura que entre ambos existió “una sintonía emocional con los temas de Galicia”.

Tras cosechar su cuarta mayoría, muchos mensaje en la red social Twitter comentaban que Galicia volvía a los 90, lo cierto es que el votante del PP de Galicia poco ha cambiado en estas dos últimas décadas. Según el Centro de Investigaciones Sociales (CIS), el votante que aupó a Alberto Núñez Feijóo a su cuarta mayoría consecutiva tiene 65 años o más (el 46,6%), reside en un municipio de entre 200 y 10.000 habitantes (36,4%) y no tiene estudios (49,8%). No obstante, en opinión de la asesora de comunicación y presidenta de la Asociación Comunicación Política (Acop), Verónica Fumanal, en Galicia el voto del Partido Popular es «mucho más amplio» de lo que puede ser en otras Comunidades Autónomas, «básicamente porque allí Feijóo tiene en torno al 47% del voto y en el resto de comunidades está en torno a un 16 o 20%». Por lo tanto, Feijóo tiene el doble de apoyos en Galicia que el partido en el resto de comunidades. Los populares fueron la fuerza más votada en todos los nichos de edad excepto en el tramo comprendido entre los 18 y 34 años, que votó a los nacionalistas gallegos.

“Feijóo ha consolidado el gran legado de Fraga que es mantener unido a todo el centro derecha gallego y esto no era tarea fácil», indica el director de Asuntos Públicos de Atrevia, Manuel Mostaza. En su opinión, una de las claves del éxito del popular es que «ha sido capaz de mantener juntas a las dos almas del PP gallego: la de los ‘boinas’ (rural) y la de los ‘birretes’ (urbanos)”. No en vano, el discurso de Feijóo convence a los más “galleguistas” y a los menos.

La capacidad del PP de Galicia para seguir monopolizando al votante de centroderecha fue clave para la victoria de Feijóo y como dicen en su círculo cercano: “El domingo pasado hemos dormido un poco más tranquilos, incluso muchos de los que no le votaron”.