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Gobierno de España

La Moncloa laicista se enclaustra en Yuso

Guía personal del Rey, confidencias con Teresa Ribero llave en mano y "codazo" higiénico con Pablo Iglesias: así vivió el prior del monasterio de Yuso la cumbre

Pablo Iglesias saluda al prior del monasterio de San Millán de Yuso Raquel ManzanaresEFE

Fray Pedro Merino y sus monjes no se han visto en otra. El devenir de la España autonómica y europea se juega en un convento. La Moncloa de la aconfesionalidad y los funerales laicos enclaustra en Yuso a los líderes regionales para reconstruir un país post-covid. Mérito de la presidenta riojana, socialista sin complejos. “Esto es una campanada solemne imposible de imaginar”, admite el prior enfundado en hábito de gala y mascarilla de humildad y hospitalidad.

De ahí su “codazo” bromista, fraterno e higiénico con el vicepresidente morado. O su conversación resuelta con Teresa Ribera mientras sujeta la llave de la casa que abre sus puertas sin pedir carné de pertenencia, como cualquier en la Iglesia. O sus explicaciones a Calviño y Montero sobre la herencia que guarda el suelo que pisan. No podría ser de otra manera en un hijo de san Agustín que ejerce de anfitrión y guía de Rey y presidentes. Paseando por un cenobio donde vivir confinado no es cuarentena impuesta sino vocación perpetua. A Felipe VI y a Pedro Sánchez les enseña el facsímil que recoge las primeras palabras en romance patrio. Glosas emilianenses en latín, castellano y vasco. Anotaciones al margen manuscritas que un fraile de antaño escribió poner negro sobre blanco. Notas al pie aclaratorias, que no es ni más ni menos que lo que buscaban ayer lo mismo García-Page que Díaz Ayuso. Y, por supuesto, Urkullu.

Quizá llegaron para encomendarse al fundador del añejo claustro. Un Emiliano de la Cogolla que fue modelo de ermitaño y maestro del silencio eficaz. Santo milagrero, pero no hábil con la gestión de las cuentas, precisamente el asunto a tratar en la reunión. En cualquier caso, nada mejor para templar los ánimos que la quietud de un monasterio cisterciense en origen y ahora pilotado por los agustinos recoletos.

La vicepresidenta cuarta y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, junto al priorChema MoyaEFE

“Desde sus inicios, los benedictinos eran gente clarividente, y con mucha capacidad de diálogo, así como saber integrar la diferencia”, deja caer el superior de la comunidad como recado para unos políticos a quienes insinúa ir más allá de sus cuitas ideológicas y mirar a una para vencer la pandemia sanitaria, social y económica: “Aquellos monjes supieron integrar con el arte, con el idioma y con la acogida, y ha sido la base fundamental de lo que estamos haciendo nosotros”.

Lección contemplativa a quienes deciden el futuro de todos y parecen necesitados de una cuarentena monacal y de ejercicios espirituales de mes. En la cuna del español. Razón de más para la ausencia del president. Por alergia más que idiomática y resquemor eclesial de aquel que hace unos días presumía de buen católico. A Dios rogando. O como declamaba Gonzalo de Berceo, el inquilino más ilustre de Yuso: “Tú, Madre Glorïosa, siempre seas laudada, que sabes a los malos dar mala sorrostrada; sabes honrar los buenos como bien ensenada”.

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