Sucesos
El agricultor asesinado en Cuenca dejó un diario donde señalaba a sus enemigos
La familia de Hernán muestra a LA RAZÓN su diario, donde describe presiones de un sargento por dejarle trabajar sin papeles. Lo entregó antes de morir «por si le pasaba algo»
El caso de Daniel Hernán Cueva, un recolector de romero que murió de forma violenta en verano del año pasado en un pueblo de Cuenca, parece que tiene más aristas de las que parecía y, lejos de cerrar la instrucción, el Juzgado de Instrucción número 1 de Motilla del Palancar continúa tomando declaraciones y practicando nuevas diligencias para esclarecer lo sucedido. El empresario ecuatoriano, de 65 años, fue asesinado presuntamente en Cardenete (Cuenca) por sus propios trabajadores que, después de matarle, decidieron esconder su cuerpo en el campo y provocar un incendio en el término municipal de Barchín del Hoyo que calcinó aquel verano 2.822 hectáreas. Fue la mujer de Hernán quien denunció su desaparición el 29 de julio de 2019. Al día siguiente se declaró un incendio forestal cuya investigación, como siempre, cayó en manos del Seprona de la Guardia Civil y el Cuerpo de Agentes Medioambientales de Castilla-La Mancha.
Mientras, los agentes de Policía Judicial de la Guardia Civil de Cardenete, investigaban la desaparición de Hernán y pronto consideraron que podía tratarse de una desaparición forzosa. Comenzaron a tomar declaración a su entorno y se centraron en sus empleados, que vivían en una casa de Motilla del Palancar. Allí averiguaron que dos de estos trabajadores y uno de los encargados se habían «esfumado» a principios de agosto, por lo que consideraron que podrían estar implicados en la desaparición y, después de cometer el crimen, hubieran huido.
De forma paralela, el Seprona investigaba el incendio y las investigaciones se cruzaron cuando los de Judicial establecieron en septiembre el dispositivo de búsqueda de Hernán. Finalmente lograron localizar el cadáver del recolector el 16 de septiembre en la «zona cero» del incendio: lo habían ocultado entre maleza y piedras de grandes dimensiones y su estado ya era muy deteriorado pero el departamento de Biología del Servicio de Criminalística logró identificarlo: se trataba de Daniel Hernán Cueva Larreátegui.
Antes del hallazgo, la Guardia Civil logró localizar y detener en agosto a uno de los trabajadores huidos y al otro tres meses más tarde. Sin embargo, el tercero y principal sospechoso continúa huido. De todo esto informó la Guardia Civil el pasado mes de agosto, un año después de los hechos, asegurando que el crimen ya estaba resuelto. Pero la familia del ecuatoriano tiene serias dudas con respecto al «cerebro» del crimen y así lo han denunciado ante el juzgado que sigue investigando el caso, donde han aportado una carta manuscrita por el fallecido donde relata los problemas que había ido teniendo desde que llegó al pueblo. «Nosotros no acusamos a nadie, solo queremos que se investigue a fondo todo lo que ha pasado caiga quien caiga», explica Jorge, un sobrino del fallecido.
Es cierto que la familia llevaba un tiempo distanciada pero habían retomado el contacto un par de años antes de la tragedia. Entonces, Hernán pidió ayuda a una de sus hermanas para poner la empresa a su nombre porque él seguía sin papeles. Llevaba desde 2005 recolectando romero en España; primero trabajando para otra persona y desde 2008 por su cuenta.
Según cuenta en su diario, al principio no tenían problema porque cogiendo el romero, según su jefe y los agentes forestales «se le hacía un bien al monte y se evitaba peligro de incendio». Aquello era la etapa en la que, explica, estaba al frente de la Guardia Civil de Cardenete un hombre que ya se jubiló. Los problemas comenzaron, según el manuscrito, cuando entró su hijo, el sargento S.
La familia del fallecido denuncia ahora que este mando aprovechaba la situación irregular en la que se encontraba Hernán para «pedirle dinero para dejarle trabajar». También contrataba a trabajadores sin papeles, como tantos recolectores de la zona, «pero comenzó a tener problemas con ese sargento», explica Jorge como portavoz de la familia. Las navidades de 2018, las últimas que pasó con ellos, le entregó a su hermana un diario y les advirtió de que, si pasaba le algo, ahí venía explicado todo lo que había ocurrido los últimos meses. Hernán llevaba siempre consigo un bolsito con el original de esta libreta, las copias de las denuncias que había puesto a este sargento y las deudas que tenía. Estas últimas, según Jorge, las tendría Ruth, la hija mayor del fallecido. Pero ahora no tienen trato con ella ni con Lydia, la mujer de la víctima. De hecho, cuestionan su comportamiento. «No se llevaban bien con mi tío», sostiene. Cuatro días antes de su desaparición, Hernán llevó a su mujer a casa de un familiar de Valencia y regresó a Cardenete. Había comprado un terreno en Millares (Valencia) y lo quería poner a nombre de sus cuatro hijos. Luego cambia de idea y lo deja a nombre de Ruth.
Cambio de nombre
Pero al día siguiente de regresar de ese viaje, llama a la gestoría para ponerlo a nombre de su hermana porque su hija le había hecho «una putada muy grande». A la familia le chocó que, si Hernán desapareció un sábado, su mujer no presentara denuncia hasta el lunes. Tampoco entendieron la actitud de madre e hija tras comunicar la noticia de la desaparición. «Nos presentamos allí y ellas parece que no querían buscar.
Cuando encontraron el coche de mi tío en Motilla de Palancar lo abrieron para coger unas gafas, el termo y unos medicamentos y luego llamaron a la Guardia Civil. También abrieron el maletero y le hicieron una foto». A lo largo de esos primeros días de angustia, la familia de Hernán, que vive a Madrid, iba y venía para seguir buscando. El distanciamiento de éstos con la mujer e hija de la víctima comienza a ser cada vez más evidente hasta el punto de que hubo algún momento de tensión en el entierro.
«La semana antes de que le mataran mi tío fue sacando de un préstamo de 29.000 euros cantidades enormes hasta dejar la cuenta en 700 euros», explica Jorge, señalando que la última vez que sacó fue la misma mañana de su desaparición. «Tres meses antes se había sacado un seguro de vida. No se quién está detrás de su muerte pero parece que puede haber más gente que solo esos empleados suyos», dice el sobrino de la víctima, mientras señala extractos del diario de su tío, donde no escatima en dar fechas, nombres y apellidos, NIEs y hasta números de teléfono de la gente a la que nombra.
De su lectura se puede deducir que llevaba un par de años teniendo problemas con un miembro de la Guardia Civil. «El sargento S. habló con un ex trabajador mío y llega a un acuerdo para dejarlo trabajar ilegal. Le dice que se haga autónomo y se ponga a trabajar en campos de romero que yo tenía contratados sin dar de alta en la Seguridad Social... Hasta robando sacos de romero de la gente que trabajaba conmigo (adjunto copia de la denuncia del robo de sacos)». En otro momento recuerda lo que le dijo a otro de la competencia: «El que no puede trabajar es Hernán. Somos mayoría si yo le sigo denunciando a Inspección de Trabajo». «...(el sargento) se dedica a ir a los campos de romero y pregunta a la gente que con quien trabaja. ¿Con Hernán? ¿Por qué no trabaja con X? Ayuden a buscar a un español que se haga autónomo y les de trabajo y que Hernán se vaya de aquí».
La víctima acusa al sargento de «abuso de poder» y recuerda el episodio del dueño de la finca donde él solía recoger romero y brezo, cuando le comunicó que no tenía permiso para cortar romero. «No quiso autorizarme el dueño del campo el permiso para aprovechamiento de brezo que solicitó porque tenía que cumplir con las órdenes del sargento S.» La familia de Hernán pide que se investigue a fondo qué pudo motivar su asesinato.
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