Elecciones catalanas

El “sí” de Arrimadas a Sánchez aleja el pacto con el PP en Cataluña

En la formación popular rechazan la coalición por «la cercanía» de Arrimadas al PSOE. Casado decidirá bajo un clima de presión contrario, como en el País Vasco. Álvarez de Toledo no hará campaña oficial

Inés Arrimadas y Pablo Casado, en un acto celebrado en la Casa de Juntas de Gernika.
Inés Arrimadas y Pablo Casado, en un acto celebrado en la Casa de Juntas de Gernika.Javier ZorrillaEFE

La coalición del PP con Ciudadanos (Cs) se aleja. La nueva prueba está en Cataluña, donde se prevén otras elecciones autonómicas en febrero, y si depende de la organización regional catalana, y de la mayoría de la estructura popular, ese acuerdo global, como en el País Vasco, no tiene a día de hoy sentido. Si acaso, acuerdos puntuales. La decisión la tomará el presidente del PP, Pablo Casado, igual que ocurrió en las elecciones vascas. Y tendrá que adoptarla pensando en la situación coyuntural, sus resultados en Cataluña, y también en su estrategia a medio plazo ante las próximas elecciones generales.

Pero en el PP ven la coalición cada día menos clara, mientras que la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, ha puesto ya encima de la mesa una primera condición: que sean las siglas de su partido las que lideren el acuerdo dada la diferencia de escaños a su favor que la separan del PP: 36 frente a 4. En las últimas elecciones generales de noviembre los dos partidos se quedaron en dos diputados.

Desde el PP argumentan que los últimos movimientos de Casado, como su discurso en la moción de censura de Vox contra Pedro Sánchez, cubren el espacio de Cs en el centro, y que también superan a Cs en su discurso españolista por la derecha. «Lo del catalán es de traca», explican, informalmente, para aludir a la decisión de la formación naranja de no presentar enmienda a la totalidad contra los Presupuestos Generales del Estado, que se votan esta semana en el Congreso. Estos días se ha conocido la enmienda de ERC, aceptada por el PSOE en la nueva Ley de Educación, para hacer que el castellano deje de ser considerado lengua vehicular en Cataluña. Una traba más, incluso en el ámbito jurídico, a la igualdad y a la libertad para que las familias catalanas puedan ejercer su derecho a la enseñanza en castellano. Ciudadanos se ha sumado al PP y también ha anunciado su plante a la Ley Celaá, bautizada así por la autoría de la actual ministra de Educación, Isabel Celaá. El portavoz de Ciudadanos, Edmundo Bal, pidió la dimisión de la ministra porque el atropello del Gobierno a la educación en español lesiona los derechos fundamentales de los ciudadanos. Y anunció, asimismo, un recurso ante el Tribunal Constitucional, igual que el principal partido de la oposición.

Sin embargo, el PP quiere exprimir el mensaje de que Ciudadanos se está vendiendo al PSOE para hacer campaña entre el voto constitucionalista catalán, desde la postura de considerar incompatible llegar a acuerdos con los socialistas, como en materia de Presupuestos, cuando al mismo tiempo siguen haciendo cesiones al independentismo.

En el PP también alegan como razón para mostrarse esquivos con la coalición con Cs en Cataluña la idea del acercamiento «ya exagerado» de Inés Arrimadas a Sánchez. «Hace inconveniente el acuerdo», zanjan.

De fondo hay otra razón estratégica que tiene su explicación en las encuestas. En Madrid y en Cataluña prende la sensación generalizada de que Ciudadanos puede darse otro gran susto electoral en las próximas autonómicas. Una caída tan grande, como la que sostienen en el PP que se puede producir, sería un golpe muy fuerte para el partido naranja y también para la estrategia de la nueva dirección. Cataluña es la seña de identidad de Ciudadanos, el origen del despegue de este partido a nivel nacional, y tienen en su currículum el éxito de haber conseguido ser la fuerza más votada en las últimas elecciones, con Arrimadas como cabeza de lista.

Aquel proyecto se ha ido derrumbando en la parte del equipo, por la salida de Arrimadas hacia la política nacional y que no ha sido bien resuelta en su cobertura, y también desde el punto de vista de estrategia. Después del brusco giro de Albert Rivera para estancarse en la intransigencia del «no es no» al PSOE, Arrimadas, con los cortos diez escaños que recibió en herencia, ha emprendido un cambio táctico para volver a centrar al partido en un contexto de brusca polarización. Estas elecciones serán la primera prueba de fuego para su estrategia y para su estabilidad interna porque el sector crítico ya ha empezado a enredar con filtraciones en su contra, a pesar de que no tienen ninguna capacidad de maniobra para relevarla al frente de la formación.

En el PP se frotan las manos y creen, por los sondeos que manejan, que en Cataluña el partido de Arrimadas puede caer muy por debajo incluso de los malos resultados que les dan las encuestas oficiales, como ya ocurrió en las elecciones generales de noviembre. Las generales y las autonómicas siguen lógicas muy diferentes en casi todas las comunidades, pero, especialmente, en aquellos territorios con fuerzas independentistas o nacionalistas.

El problema de este rechazo a la coalición con Ciudadanos es la contradicción en la que coloca el discurso del líder del partido, después de que asumiera en primera persona la presión política para forzar el acuerdo con Ciudadanos en el País Vasco, en contra de muchas voces del PP, incluidas las de la dirección regional que entonces presidía Alfonso Alonso. A Alonso le costó su caída y los resultados electorales en aquellos comicios fueron desastrosos para la coalición. El PP cayó en tres escaños, y gracias al pacto, Ciudadanos sí consiguió por primera vez entrar en el Parlamento vasco dentro del reparto de listas en el que se fundamentó la coalición. Además de que Vox también irrumpió por primera vez en la Cámara vasca. Y esto último es lo que también temen en el PP con respecto a Cataluña. «El pacto con Cs puede dejar espacio para el discurso más duro de Vox, con el coste en votos». El PP no cuenta oficialmente con Cayetana Álvarez de Toledo para la campaña. Es la número uno al Congreso por Barcelona.