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“Operación Illa”: será candidato a la Generalitat e Iceta, posible ministro

El movimiento lleva dos meses gestándose con reuniones discretas en la casa del ministro

Salvador Illa (i), acompañado del secretario general del PSC, Miquel Iceta (d)
Salvador Illa (i), acompañado del secretario general del PSC, Miquel Iceta (d)Quique GarciaAgencia EFE

«No ofrecemos un candidato, ofrecemos un presidente para la Generalitat». Esta frase resume a la perfección el trasfondo de la «operación Illa» que ha descabalgado a Miquel Iceta de las listas del PSC a las elecciones catalanas para dar entrada al ministro de Sanidad. Una figura con una proyección política al alza, con el altavoz que supone tener cartera en el Gobierno y con el amplificador que ha supuesto la pandemia del coronavirus. El movimiento interno lleva dos meses gestándose en el núcleo duro del presidente del Gobierno. Al tanto del mismo estaban, además del propio Illa, Iceta y el presidente del Gobierno, tres pilares del Ejecutivo: el ministro de Transportes y también secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos; la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, y el jefe de Gabinete de Sánchez, Iván Redondo. «El problema de Iván es que vas a una reunión con tus ideas y sales con las suyas», resume el primer secretario del PSC a este diario. La discreción ha sido total durante este tiempo, con una sucesión de reuniones a caballo entre Madrid y Barcelona, que han llegado a celebrarse en la casa del propio ministro de Sanidad. En el último momento la información se compartió con otros cargos del partido como la portavoz del PSOE en el Congreso, Adriana Lastra.

Aunque todos los actores lo han negado por activa y por pasiva, incluso el propio protagonista en una entrevista este mismo martes en TVE, tanto desde las órbitas monclovitas como catalanas se anticipaba que habría una «sorpresa» antes de las elecciones. Un «golpe de mando» para materializar las buenas expectativas electorales con las que, esta vez sí, el PSC aspira a llegar a la Generalitat. La mejor encuesta que manejaban los socialistas colocaba a Iceta en el espectro de los 27/28 diputados, sin embargo, el primer secretario acumulaba ya un fuerte desgaste y no conseguía romper este techo. Con Illa, el objetivo no es solo romper el techo, sino el tablero político, resumen fuentes conocedoras de la maniobra. La estrategia del PSC de cara a estas elecciones se enfoca en dos frentes, atraer a los indecisos –huérfanos desencantados de Ciudadanos, en su mayoría– y asestar un fuerte golpe a los Comunes de Ada Colau. Las tripas de las encuestas que manejan los socialistas señalan transvase de votos y que los electores republicanos y los morados valoran muy positivamente la gestión que se ha hecho del coronavirus por parte de Illa. El ministro es también según el CEO catalán, el político mejor valorado (45,3%) por detrás de Oriol Junqueras (62,4%) y a distancia del primer secretario del PSC (33,9%).

El movimiento de colocar a Illa también se entiende en clave interna como una forma de insuflar moral de victoria a las tropas socialistas, porque estas elecciones se juegan a dos cartas: ERC o PSC, y los socialistas ven más cerca que nunca la Generalitat. No obstante, ya anticipan que, si ganan y no puedan gobernar, como le ocurrió a Ciudadanos en 2017, la actitud será muy diferente, porque se tomará la iniciativa, buscando acuerdos a varias bandas. Además, entienden que si esta convocatoria electoral juega a su favor es porque no se produce con el «procés» como elemento central de la campaña, sino que estos intereses han virado hacia la pandemia, el paro o la economía, cuestiones en las que la gestión de Salvador Illa al frente de Sanidad supone un valor añadido, así como una interlocución preferente con el Gobierno de España.

«Quiero ser presidente de la Generalitat porque tengo esperanza y confianza en Cataluña. Os pido que me acompañéis, que luchemos, con respeto pero con contundencia y claridad. Podemos hacerlo, lo haremos: ganaremos y recuperaremos una Cataluña de la que sentirnos orgullosos», dijo el propio Illa en un acto en el que Iceta escenificó el relevo.