Polémica
Los 100 millones de muertos del comunismo que prologa la vicepresidenta Díaz
Cabeza visible de Unidas Podemos en el Gobierno, participa en la reedición del «Manifiesto comunista», que califica de «mágico»
La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, ha redactado el prólogo para la reedición del «Manifiesto comunista», el libro de Marx y Engels referente de una ideología política que ha causado millones de muertos en todo el mundo. En el año en que el Partido Comunista de España (PCE) cumple un siglo, Díaz reflexiona sobre «el poder transformador» de un texto «fraternal, apasionado en su defensa de la democracia y la libertad», según ella misma, militante del PCE, publicó en su perfil de Twitter.
Tras leer el prólogo, la que fuera portavoz del PP en el Congreso y diputada por Barcelona Cayetana Álvarez de Toledo solicitó a la dirección del PP en el Congreso que registre una pregunta al Gobierno pidiendo cuentas por un texto que calificaba con sorna de «mágico», por el tono empleado. «¿Cómo justifica la vicepresidenta segunda del Gobierno su apología de una consigna política que ha causado cien millones de muertos?», reza el interrogante que Álvarez de Toledo y su compañera de filas Pilar Marcos pretenden que el PP presente en la Cámara.
El texto de la también ministra de Trabajo, que ha asumido el liderazgo de Unidas Podemos en el Gobierno, describe el «Manifiesto comunista» como «uno de esos libros mágicos e inagotables, nacidos para perdurar, que consiguen retratar la realidad y, al mismo tiempo, transfigurarla».
De entrada, apunta el politólogo Jorge Vilches, «hay que recordar que Marx y Engels escribieron que querían sustituir el matrimonio burgués, al que consideraban una comunidad de mujeres casadas», por «una colectivización oficial, franca y abierta de la mujer». Una idea que debería hacer saltar todas las alarmas en la cabeza visible de un partido que hace bandera del feminismo.
Pero no menos llamativa resulta la loa a unos enunciados que llevados a la práctica en naciones de todo el mundo han sido causantes directos de la muerte de millones de personas. Y no es como pudiera pensarse la Unión Soviética, experiencia pionera y referente del comunismo, con más de 20 millones de víctimas, la que encabeza un ranking que rebasa con creces China, con 65 millones de almas que rindieron cuentas ante la enseña de la hoz y el martillo.
Es importante además tener presente la votación de septiembre de 2019 en la Unión Europea sobre una resolución que dejó patente que el comunismo fue tan devastador o más que el nazismo. El resultado de aquel recuento fue aplastante: 535 votos a favor, 66 en contra y 52 abstenciones.
Sobre Rusia en particular, Vilches pone el acento en el pacto con la Alemania nazi y el genocidio polaco. «En el bosque de Katyn», recuerda, «los comunistas mataron a unas 20.000 personas de la clase dirigente polaca para facilitar a los cuadros soviéticos el gobierno de aquella población». Decían que «iban a “liberar” a polacos, ucranianos y bielorrusos, pero estatalizaron todas las propiedades, y tras matar, encarcelaron y deportaron a entre 350.000 y un millón y medio de personas».
No menos salvaje es el relato de cómo diezmó Stalin a la población soviética. «A la Gran Purga de 1937 y 1938, en la que el estalinismo liquidó físicamente a todo contrincante, con 2.500.000 de arrestos y 700.000 ejecutados, le siguió el genocidio del pueblo ucraniano, unos 4 millones». Stalin trató de ocultar el genocidio por hambre, el «Holodomor», de Ucrania, «pero ya no es posible hacerlo más», apunta Vilches. «Le Monde» informó el pasado 25 de agosto de que cerca del aeropuerto de Odesa «se han descubierto fosas con restos de unos 5.000 a 8.000 ucranianos».
Pese al empeño de Rusia, no hay que desdeñar la trascendencia de los comunismos asiáticos, menos conocidos, aunque allí se hayan llevado a término los episodios más cruentos. La obra de Stéphane Courtois «El libro negro del comunismo. Crímenes, terror y represión» es testimonio elocuente de los atrocidades rojas, con cifras de vértigo en la relación de víctimas. Se trata de un estudio basado en los descubrimientos más recientes, gracias al acceso a los archivos de los antiguos países comunistas.
Después de China, en el podio general le siguen Camboya (2,4 millones de muertos); Corea (2 millones); Afganistán (1,5 millones); Yugolasvia (1,12 millones); Vietnam (1 millón); Alemania (815.000); Mozambique (729.000); Etiopía (725.000); Rumanía (435.000); Checoslovaquia (263.000); Venezuela (más de 252.000); Polonia (más de 235.000) y Hungría (210.000). A España se le contabilizan 100.000 muertos por la represión en la zona republicana durante la Guerra Civil.
De nuevo Vilches es elocuente sobre la cumbre del azote rojo: la Revolución Cultural de Mao Zedong en China. Los detenidos fueron «decapitados, golpeados hasta la muerte, enterrados vivos, lapidados, ahogados, hervidos, masacrados en grupo o detonados con dinamita» en un periodo en el que «menudearon las pequeñas venganzas personales». Hasta tal punto llegó la barbarie que «se cometió canibalismo en Wuxuan, en la provincia de Guangxi, donde se extraían las vísceras y los genitales de las víctimas y se cocinaban» como alimento para los «fieles comunistas». Impusieron el modelo de vida y la moda comunista, porque «tener flores, animales domésticos o llevar el pelo largo era considerado burgués y, por tanto, un crimen castigable». Las mujeres no podían usar «coletas, ni tacones o ropa ajustada. Todo lo extranjero fue eliminado». Las cifras son escalofriantes: 18 millones de personas recluidas en campos de «reeducación», cuatro millones encarcelados, y entre 400.000 y un millón de muertos.
Por todo ello, la conclusión de este politólogo sobre Yolanda Díaz y su fervor comunista a estas alturas es determinante. «El peligro no es que sea ignorante, sino que quiera blanquear una ideología criminal. Los comunistas siempre piensan que en el pasado se hicieron mal las cosas pero que ellos lo harán bien en el futuro. Lo increíble es que el comunismo tenga predicamento después de que haya fracasado en todo el mundo».
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