División
Moncloa busca partir el Govern y ofrece al PSC como aliado
Los socialistas catalanes se abren a apoyar los Presupuestos a ERC, si le fallan sus socios independentistas
La fractura en el independentismo se concibe en Moncloa como una oportunidad. Una oportunidad para reforzar los lazos con ERC y crear una relación de dependencia mutua. El inicio de un camino en el que explorar nuevas alianzas. Alianzas alternativas y de futuro. Si hasta ahora el Gobierno de Pedro Sánchez se percibía como un rehén de los soberanistas, cuya estabilidad dependía de los votos de ERC; en este punto, el Gobierno ha logrado desembarazarse de ese yugo y trasladar la imagen de que los independentistas también tienen algo que ganar –o que perder– en su relación con el Estado. Desde el Ejecutivo han decidido explotar al máximo las diferencias que existen en el seno del Govern en virtud de sus intereses.
Para ejemplo, lo que ocurrió con El Prat. Moncloa se aferró a la división entre ERC y Junts para dinamitar un proyecto que le generaba también un fuerte desgaste interno, por sus compromisos con la transición ecológica y sus pugnas con Unidas Podemos. Sin embargo, el argumento que exhibió el Ejecutivo central fue que si la inversión se desvanecía, no obedecía a que el Estado diera la espalda a Cataluña –relato que el independentismo ha sostenido durante una década–, sino a que la fractura en el seno del mismo hacía inviable la apuesta.
Estas divergencias volvieron a quedar de manifiesto en la «mesa de diálogo», cuando Aragonès excluyó a Junts por su intento de boicot con la delegación elegida para participar en ella. El encuentro sirvió para reforzar la entente entre el Gobierno y ERC y abrió una senda a explorar, que registrará sus primeros avances con la negociación de los Presupuestos. En el Gobierno aseguran que «contarán con todo aquel que quiera sumar», pero la geometría variable saltó por los aires con la «mesa de diálogo». Ciudadanos no estará en la ecuación y esto obliga a mirar a ERC. Por su parte, los republicanos ya avanzan que venderán más caro su apoyo y exigirán también cuestiones simbólicas que les sirvan para justificar su apuesta por el diálogo.
En Moncloa son conscientes de que tendrán que compensar a ERC en este ámbito para favorecer que su apuesta por la interlocución con el Estado se mantenga, más si cabe, si se emplazan a resultados a largo plazo. Además de los gestos presupuestarios, en el Gobierno están dispuestos a certificar con hechos esta apuesta por fortalecer su entente con los republicanos, comprometiendo también su apoyo. En este punto, ya se verbaliza abiertamente la posibilidad de que el PSC pueda avalar las cuentas catalanas, si Aragonès tiene problemas para hacerlo con sus socios. «Los socialistas en Cataluña vamos a ser siempre muy responsables. Lo primero es que los catalanes formen parte de la recuperación justa y para eso se necesita una colaboración leal con el Gobierno de España, pero también unos Presupuestos en el Parlament de Cataluña. Así que Aragonès sabe que, si no se pone de acuerdo con sus socios, tiene la mano tendida del PSC y de Salvador Illa para poder hablar de Presupuestos», señaló ayer la viceprimera secretaria del PSC, Eva Granados.
En el PSOE recuerdan, no obstante, que quien ganó las elecciones el pasado 14 de febrero fueron los socialistas catalanes y Salvador Illa y que, si bien entonces ERC prefirió pactar con Junts y la CUP, ahora puede resolver «sus contradicciones». En el Gobierno creen que esta puede ser la oportunidad de lograr una interdependencia entre España y Cataluña, donde socialistas y republicanos se den estabilidad mutua. Una oportunidad abierta a explorar nuevas alianzas de futuro, aunque en este punto son más escépticos. Los republicanos tienen muchas reservas, por no hablar de rechazo frontal, a repetir cualquier aritmética que recuerde al tripartito. Los socialistas, por su parte, se reivindican como fuerza más votada y habría que tener primero un pacto armado con los Comunes para intentar atraerles a cualquier fórmula que supusiera un apoyo externo. Pero, por encima de todo, está la nula intención de Junts de abandonar el poder, la influencia y los cargos de responsabilidad que lleva aparejado. No es una apuesta a corto plazo, pero como la «mesa de diálogo» sí es una alternativa a trabajar y a tener en cuenta con el horizonte de 2023, cuando hay elecciones generales y también una cuestión de confianza para Aragonès.
✕
Accede a tu cuenta para comentar