Elecciones municipales

Comienza la batalla por Barcelona

ERC aspira a tomar la plaza de Sant Jaume y Ada Colau confía en el efecto Yolanda Díaz para mantener el Ayuntamiento

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, durante un pleno extraordinario del Ayuntamiento de Barcelona
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, durante un pleno extraordinario del Ayuntamiento de BarcelonaQuique GarciaAgencia EFE

Barcelona se ha convertido en el oscuro objeto de deseo en la política catalana. ERC aspira a ocupar los edificios que presiden la plaza Sant Jaume: la Generalitat y el Ayuntamiento, aunque su candidato Ernest Maragall está en horas bajas tras verse obligado por Pere Aragonés a favorecer los presupuestos de la ciudad que había rechazado apenas una semana antes. Los Comunes acarician la idea de mantener la alcaldía para impulsar el proyecto de Yolanda Díaz, pero sobre todo para amparar el salto a la política nacional de Ada Colau. El PSC acaricia la idea de recuperar la capital de Cataluña porque necesita ganar en Barcelona para apuntalar las posibilidades de ganar la Generalitat y porque el socialismo necesitará una victoria en un proceso electoral que se antoja harto complicado.

El resto de los partidos pugnan por la subsistencia. Los herederos de Manuel Valls, Barcelona pel Canvi, se han reconvertido en Valents con el objetivo no sólo de mantener su presencia en Barcelona sino de ampliar su cobertura al conjunto de Cataluña. Junts per Catalunya busca a la desesperada un líder. Elsa Artadi no parece que reúna todas las cualidades necesarias porque sus miradas recalan en la Generalitat. Rechazó entrar en el gobierno de Aragonés pero esa opción nunca se descarta. Otro candidato permitiría abrir un escenario ahora impensable. Los sondeos no les aportan más allá de 4 o 5 regidores. Mal resultado, sin duda, pero quizá suficiente para cambiar el juego de mayorías. Cada vez son más los que piensan que una buena opción sería aliarse con el PSC, repitiendo el pacto actual en la Diputación de Barcelona.

El PP busca también candidato. Josep Bou no ha cubierto las expectativas y su forma de hacer ha levantado ampollas en la sede de la calle Urgell. De reojo miran a los Valents de Eva Parera que pretenden ocuparles el espacio, que a su derecha se achica con la entrada en el consistorio de VOX, que todavía no ha decidido quién será su candidato. Algunos no descartan un acercamiento del partido de Ignacio Garriga a Josep Bou, aunque nadie lo confirma de forma fehaciente. La CUP sigue pugnando por entrar. Los sondeos los ponen justo en el límite y su entrada la decidirán unos pocos miles de votos que podrían activarse, o no, en función del momento político. Y, finalmente, Ciudadanos que sigue en su travesía del desierto sin que vislumbren ningún oasis. Algunas encuestas los dejan directamente fuera del Ayuntamiento en el que durante estos años han pasado con más pena que gloria.

La incertidumbre por el resultado es máxima. Los sondeos arrojan unos resultados más que endiablados que son el preludio de un frenético baile de pactos. Los socialistas, además, valoran su posible expulsión del ejecutivo. Ya sucedió en la pasada legislatura cuando Colau rompió el pacto y echó del gobierno a Jaume Collboni, y lo ocurrido en Lleida donde los Comunes han hecho perder una moción de confianza al alcalde de ERC no ayuda a descartar tal posibilidad.

Colau sabe que su gestión está en tela de juicio. Incluso el último barómetro municipal, que les da ganadores en intención de voto, -qué casualidad que el sondeo fuera encargado coincidiendo con la presentación de Yolanda Díaz en sociedad- penaliza la gestión del equipo de gobierno. Colau no sale bien parada. La seguridad y la movilidad ciudadana son los dos principales problemas para los barceloneses y la alcaldesa cae a cuarto lugar en valoración. Estos datos son contradictorios como se demuestra en las estimaciones de voto que se pueden realizar con la intención directa de voto. El resultado: triple empate y tanto Comunes, republicanos como socialistas, y no necesariamente en este orden, pueden ganar.

Los Comunes y ERC aspiran a ponerse de acuerdo. Aragonés ha dado aire a Ada Colau dando un papel a los Comunes en la política catalana con su pacto presupuestario. En esta legislatura, los Comunes se han afanado en hacer guiños a ERC sentando las bases de un acuerdo. ¿Quién sería el alcalde? Quién gane las elecciones. Los socialistas lastrados por su participación en el gobierno municipal no pierden ripio en esta carrera y Collboni mantiene todas sus opciones. En los últimos días, sobre todo tras el congreso del PSC, ha perdido fuelle el debate sobre un cambio en la cabeza de cartel de los socialistas. La decisión no está tomada y los cualitativos que se han encargado perfilarán la decisión final.

Una victoria del PSC haría más fácil un acercamiento con Junts per Catalunya interesada en socavar el poder de los republicanos en el Área Metropolitana y en la ciudad de Barcelona. Incluso esta coalición no sería rechazada por los partidos constitucionalistas que pueden apostar por el “menos malo” si enfrente tienen un acuerdo de ERC-Comunes.

A un año y medio de mayo del 23, todos los partidos mueven sus piezas. Incluso Colau se reunió, por primera vez desde que llegó a la alcaldía en 2015, con Josep Sánchez Llibre, el presidente de los empresarios y tuvo que escuchar todas las reivindicaciones, exigencias e inquietudes del sector económico que ha sido menospreciado durante estos años y que ha hecho perder inversiones, que ahora se recuperan pero que se sitúan a años luz de Madrid, y visión internacional. En este ámbito, Jaume Collboni parece que se ha empecinado y está barajando diversos proyectos con el objetivo de volver a poner a Barcelona en la palestra. Y lo quiere hacer antes del verano, porque en el PSC se trabaja con la hipótesis de que Colau presione el botón nuclear y rompa la coalición a un año de las elecciones. La desconfianza reina y el último barómetro municipal, con trampas al solitario incluidas, hace que todo sea posible por ganar en la Batalla de Barcelona.