Crisis
Casado descarta un congreso extraordinario y presentará una nueva hoja de ruta
Tantea en la Junta Directiva sus apoyos y concluye que los críticos no tienen los dos tercios necesarios. No presentará hoy su dimisión pese a las voces que la piden
La dirección del PP ha decidido resistir frente a las voces internas que exigen que den un paso al lado. Los movimientos dentro del partido se agitaron ayer aún más a raíz de la concentración que rodeó Génova en apoyo de Isabel Díaz Ayuso. Para Génova, «la mayoría» era militantes de Vox. Dentro de la organización política, sin embargo, esas imágenes tuvieron el impacto de un terremoto.
Hoy Casado ha convocado a su Comité de Dirección para activar «la hoja de ruta de aquí al verano». Ayer el líder popular tanteó a miembros de la Junta Directiva Nacional, máximo órgano entre congresos, y constató que los críticos no tendrían los apoyos suficientes, dos tercios de los votos, para convocar un cónclave extraordinario.
La dirección se agarra a este precepto estatutario para desoír a los barones y cuadros territoriales que piden que se retiren para facilitar una solución rápida a la crisis y evitar que el partido «sufra». Casado tiene constancia de esta demanda porque se la han trasladado personalmente en las llamadas telefónicas que se han cruzado en estas últimas horas.
De hecho, hay un pacto tácito entre barones y otros altos cargos territoriales para que la convocatoria de ese congreso extraordinario fuese unida a la oferta de una «salida generosa» para los actuales mandos del partido. En estas conversaciones también han hablado con Ayuso, quien seguiría como presidenta de la Comunidad de Madrid y también tendría luz verde para hacerse con el control del PP regional, conforme al procedimiento del congreso. Dicen que Ayuso quiere «lavar su imagen» y «no aspira a nada más en clave nacional».
Sin embargo, la dirección del PP continúa sosteniendo que «es cuestión de tiempo» que salga «toda la basura» que hay detrás de su gestión autonómica, y en esto se parapetan para negarse a ceder a las presiones internas, mediáticas y sociales.
El pronóstico de Génova es que el contrato de compra de mascarillas en pandemia, en el que medió el hermano de la presidenta madrileña, es, supuestamente, «sólo la punta del iceberg», y que, «una vez que salga todo a la luz», el partido acabará dándoles la razón. Por tanto, lo que les queda, contra el criterio del núcleo del poder territorial, es «resistir».
Fuera de Génova, sin embargo, califican esta posición de «bunquerización», y advierten de que no puede más que dañar «irreversiblemente» a las siglas.
El plan de la dirección que preside Casado consiste en ganar tiempo con la presentación de una «hoja de ruta» que sirva para «unificar al partido y pasar página de esta crisis».
El guion está por diseñarse, y hoy ya buscarán un primer impulso de apoyo en el Comité de Dirección, en el que está el núcleo duro que respalda a Casado. Quieren abrir reuniones con los cuadros del partido y que los congresos, todos, se celebren «en tiempo y forma». Eso, de cumplirse, implica que el congreso de Madrid se celebraría antes del verano, en mayo o junio, como cierre del resto de cónclaves territoriales que están aún pendientes de ejecución, Y el congreso nacional ordinario, en julio, cuando se cumplen los cuatro años desde la elección de Casado como presidente del partido.
El líder popular se agarra como salvavidas a ese supuesto material «destructivo» que Génova sigue augurando que saldrá próximamente contra Ayuso, y que confían en que acabe poniendo sordina a las acusaciones de espionaje al entorno de la presidenta madrileña.
Más allá del problema interno, el líder popular también tiene que remar contra ese riesgo de desapego de la militancia y de las bases, sobre el que le están advirtiendo los dirigentes territoriales. En la sede nacional responden a esto que el tiempo les dará la razón y que «se trata de seguir aguantando».
En paralelo, la sensación interna es que esta vez el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, sí está animado a dar un paso al frente. Feijóo, el delfín de Mariano Rajoy, continúa siendo visto en importantes sectores del PP como una solución para cambiar de pantalla.
Sin embargo, quienes mejor le conocen plantean que el barón gallego quiere sosiego y tiempo para no dejar Galicia al descubierto. Incluso, en determinados ámbitos empiezan a extender la idea de que se nombre un coordinador general en Génova, hasta el congreso ordinario de antes del verano, y que sea de la confianza de Feijóo y Casado. Esto debería complementarse con reuniones territoriales periódicas. Apuntan, por ejemplo, al nombre de la ex ministra Ana Pastor, gallega, pero no exactamente del círculo de estrecha confianza de Feijóo.
Quienes apuestan por esta salida defienden que la vía del coordinador general, pactado, daría tranquilidad interna y dejaría tiempo, a su vez, para «reajustar» la organización. Además, Feijóo tiene el problema de que no es diputado y no tendría el control ni del grupo del Congreso ni del Senado, que forman parte de la escudería del actual presidente nacional.
Ante esta implosión del PP, el Comité de Dirección convocado para esta mañana en Génova ha levantado la máxima expectación, a pesar de que es habitual su celebración dentro del funcionamiento ordinario del partido.
A Génova le estaban pidiendo que convocara, al menos, el Comité Ejecutivo, donde sí están sentados los principales responsables territoriales de la estructura popular. Sólo que en este marco no tendrían el control del debate. Hasta ahora, la intensidad del debate se ha circunscrito en lo más relevante al ámbito interno, pero el PP está a la espera de ver cómo evoluciona en los próximos días.
Los relevos territoriales, que han ascendido dentro de la renovación congresual impulsada por Génova, están siendo movilizados para que blinden al equipo de Casado y le den el tiempo que ahora piden para activar su nueva «hoja de ruta».
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