Juan Manuel Moreno Bonilla
El congreso de la ilusión
Feijóo ha demostrado que se puede ser serio y firme en los planteamientos y también se puede ejercer la autoridad desde la escucha y el diálogo
Si tuviera que escoger una palabra para describir el momento actual en el Partido Popular, esa palabra sería ilusión. Una corriente de ilusión recorre el partido desde las bases hasta los que desempeñamos responsabilidades institucionales y orgánicas. Una corriente de ilusión que se ha contagiado a una parte muy amplia de la sociedad que, sin estar afiliada al Partido Popular, siente una profunda afinidad y simpatía por nuestro proyecto político.
Nunca hay que olvidar que la razón de ser de un partido político no han de ser sus cargos ni sus afiliados, ni siquiera sus votantes, sino el conjunto de la sociedad. Una ciudadanía ajena a la política y a los circuitos internos de las organizaciones políticas que hace cinco semanas asistió con desconcierto, asombro, y es posible que también estupor, a la peor crisis interna que ha sufrido el Partido Popular. Especialmente, quienes siempre habían confiado y quienes confiaban en el PP como solución a los problemas de España.
Nuestra organización ha hecho de la necesidad virtud, ha sabido convertir aquella crisis en una oportunidad, y ha resuelto el problema de manera ejemplar y en un tiempo récord. Gracias a la generosidad de Pablo Casado, por entender que había llegado el momento de dar un paso al lado, y también a la de Alberto Núñez Feijóo, por entender que había llegado el momento de dar un paso al frente.
Alberto y Pablo han tenido claro que en política existe algo que está muy por encima de los intereses personales e incluso del interés del Partido Popular: el de los ciudadanos que nos observan con atención, buscando una referencia en la que depositar sus esperanzas de futuro.
Si el Primer Congreso Nacional del PP de 1990 en Sevilla fue el inicio del fin de un felipismo desgastado por los escándalos de corrupción socialista, el XX Congreso Nacional del PP de 2022, también simbólicamente en Sevilla, será el principio del fin de un sanchismo que está empobreciendo a los españoles.
España necesita al PP y el PP necesita a Feijóo. No existe nadie con mejor aval que Alberto para dirigir el partido. Su experiencia demostrada y testada con cuatro mayorías absolutas consecutivas son fuente de ilusión y de esperanza para reconstruir un PP que necesita ensanchar su base social, como ha hecho en Galicia.
El Partido Popular tiene vocación de partido de mayorías y eso se puede conseguir construyendo una organización lo más parecida posible a España y a los españoles. España es diversa y plural y los españoles son, mayoritariamente, gente tranquila y moderada. Así tiene que ser el Partido Popular.
Curtido como político en ese maravilloso córner de la Península que es Galicia, Alberto Núñez Feijóo tiene esa visión periférica de España y del Partido Popular que resulta tan necesaria para dar espacio y aire a las distintas sensibilidades territoriales que, necesariamente, han de convivir en un partido tan grande como éste. Siempre dentro del marco constitucional que iguala a los españoles en derechos y obligaciones, pero entendiendo las singularidades de cada territorio. La confianza mutua está en la base de las relaciones humanas que mejor funcionan, y así debe ser también en cualquier organización.
Y eso es mucho más fácil de lograr desde la moderación que practica Alberto Núñez Feijóo y que a tantos dirigentes del PP ha inspirado en los últimos tiempos. Ha demostrado que se puede ser serio y firme en los planteamientos sin estridencias ni desmesuras y también que se puede ejercer la autoridad desde la escucha y el diálogo.
Aquí estamos todos para ayudarnos, para sumar esfuerzos e ideas y levantar entre todos la mejor alternativa posible para gobernar España. No hay otros problemas de los que ocuparse que los problemas de los españoles, como la subida disparatada de los precios, el drama de los más de tres millones de parados o los preocupantes síntomas de irrelevancia internacional que empieza a mostrar nuestro país, pese a gozar de una posición geoestratégica privilegiada.
Eso es lo importante. En eso, y en nada más que eso, hay que centrarse. Un partido que está al servicio de los españoles no puede permitirse el lujo de enredarse en sus propios problemas. De ahí la satisfacción que todo afiliado del PP debe sentir por la ejemplaridad y rapidez en la resolución de esta crisis.
El futuro de España comienza a escribirse en Sevilla este fin de semana. Y este futuro ilusionante es algo más que un tiempo, es algo tangible, con rostro, con piel, con nombre y apellidos. El futuro de España es una persona y se llama Alberto Núñez Feijóo.
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