
España, en llamas
Sánchez blinda su visita a las zonas de los incendios
Moncloa extrema la seguridad. El presidente, que improvisó un pacto de Estado, no quiso exponerse a la ira de los ciudadanos que ya sufrió en 2022

Pedro Sánchez ha visitado este domingo Orense y León con un calculado dispositivo de seguridad que intentó alejarle de la ira ciudadana. Estas provincias se han convertido en el epicentro del infierno que se ha desatado en España, que está sufriendo una oleada de incendios sin precedentes que están calcinando el país.
El presidente del Gobierno decidió interrumpir sus vacaciones en Lanzarote casi una semana después de que las llamas empezaran a devorar todo cuanto encuentran a su paso. El líder socialista ha observado desde el aire la devastación del fuego y ha llegado al Centro de Coordinación Operativo Contraincendios de Orense, ubicado en la sede provincial de emergencias, sobre las 12.30.
Allí, junto al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y el presidente gallego, el popular Alfonso Rueda, se ha reunido con los responsables de los dispositivos de emergencias y de coordinación y ha podido ver en directo su labor para atajar a crisis.
Pero lo cierto es que el presidente ha evitado el contacto directo con los afectados. Sánchez no ha querido exponerse a situaciones de peligro, como la que vivió en Paiporta tras la DANA, ni a los insultos que ya soportó en 2022 cuando visitó la sierra de la Culebra (Zamora), que también fue pasto de las llamas en otro aciago incendio.
El equipo de seguridad de Moncloa ha extremado de nuevo la protección de Sánchez, como está haciendo durante su descanso en la Residencia Real de La Mareta. Y, por eso, el Gobierno ha dosificado la información sobre la ubicación exacta del jefe del Ejecutivo en cada visita, para evitar altercados.
Nada más terminar su comparecencia junto al presidente gallego, que se cerró abruptamente por la indisposición de una periodista que sufrió un golpe de calor, Sánchez ha puesto rumbo a León. El presidente ha llegado al municipio de Caboalles de Abajo para ver una zona arrasada por el incendio de Orallo, que está «controlado», en el valle de Laciana, cerca de Villablino.
Sánchez ha llegado acompañado de nuevo de Marlaska y del delegado del Gobierno en Castilla y León, Nicanor Sen. También ha estado el presidente autonómico, el popular Alfonso Fernández Mañueco. El líder socialista ha aterrizado sobre las 14.45 en la zona protegido por un fuerte despliegue de agentes y un anillo de seguridad de 200 metros.
A su llegada, ha sorteado a los ciudadanos, pero al marcharse, pasadas las 17:30, no ha podido evitar que un grupo profiriera críticas hacia él, aunque también recibió alguna muestra de apoyo, según refiere la crónica de «El diario de León».
Tanto Rueda como Mañueco han reiterado a Sánchez que disponga inmediatamente de más medios para terminar de una vez con la pesadilla del fuego. El presidente, durante su comparecencia en Orense, ha incidido, como hizo en crisis anteriores, en que las competencias de emergencias y extinción de incendios son autonómicas.
Sánchez se ha limitado a poner a disposición de las comunidades «todos los recursos del sistema nacional de Protección Civil» para ayudar a apagar el fuego. Y ha anunciado el despliegue de otros 500 militares, a lo que el PP ha dado la "bienvenida".
Pero el presidente ha desempolvado el mantra de que el «Estado somos todos» para responder al PP, que le acusa de desentenderse y de reaccionar tarde a la catástrofe. «Somos un Estado compuesto. Cada administración tiene sus responsabilidades», ha insistido Sánchez.
El jefe del Ejecutivo, en cualquier caso, intenta cambiar la percepción ciudadana sobre la gestión de los incendios, en plena batalla entre el Gobierno y la oposición. Por eso, ha improvisado un pacto de Estado para abordar la emergencia climática, cuya base quiere tener lista en septiembre.
La idea del Gobierno pasa por trasladarla a todos los actores del país: desde los grupos políticos a la patronal, los sindicatos y el resto de la sociedad civil. Hace tiempo que el presidente Sánchez atiende las catástrofes desde el prisma de la prevención, para politizarlas, y no desde la gestión una vez que se producen.
Lo hizo con la DANA que devastó el Levante y segó la vida de 236 personas, y lo hace con los incendios. Ambos eventos, extremos, le sirven, asesorado por su equipo de estrategia, para confrontar con partidos como Vox, que reniegan del cambio climático. En cualquier caso, el contenido del pacto de Estado que ofreció el presidente es etéreo, ya que se ha limitado a explicar que el objetivo es «redimensionar todas las políticas que afectan de una manera u otra a la emergencia climática». No hay más detalles.
Lo llamativo es que el presidente haya dicho que el pacto de marras deberá quedar «fuera de la confrontación partidista», cuando su propia organización, el PSOE, ha contribuido a dicha confrontación en las últimas semanas, señalando abiertamente a los barones autonómicos del PP. La batalla política del verano está monopolizada por la gestión de los incendios.
Sánchez ha regresado en helicóptero a Lanzarote, donde este lunes tiene previsto reunirse con el presidente de Canarias, Fernando Clavijo, acompañado del ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres. Encima de la mesa otra crisis: la migratoria.
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