Las claves de la campaña
Los barones «traman» la revuelta contra Sánchez
Los malos pronósticos de los sondeos para el PSOE activan los movimientos en Castilla-La Mancha, Aragón y Valencia
Dentro del PSOE han empezado ya los movimientos preventivos ante el negro resultado que esperan cosechar en las elecciones andaluzas del próximo 19 de junio. Moncloa, Ferraz y las estructuras territoriales coinciden en que se enfrentan a una campaña en la que, prácticamente, lo tienen ya «todo perdido», por lo que los esfuerzos han empezado a dirigirse a contener los efectos del batacazo. Por parte de Moncloa, para preservar su estabilidad en la medida de lo posible; y los dirigentes territoriales, para protegerse del desgaste de las siglas nacionales y del Gobierno de coalición para, así, salvar a la vez los cargos que ocupan en autonomías y en ayuntamientos.
Oficialmente nadie levantará la voz en plena campaña electoral porque sería tachado de desleal, pero Moncloa sabe mejor que nadie que en algunas de sus principales baronías han empezado a tramar la revuelta postelectoral. Quieren un cambio de rumbo en la estrategia del partido que les permita contener los daños en las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2023.
El PSOE se la juega en Castilla-La Mancha, donde sondeos internos confirman que el PP está a la altura del presidente Emiliano García-Page, aunque sobre esas encuestas se ponga sordina. También hay otras «plazas» importantísimas para el PSOE, como Valencia o Aragón, donde han empezado a verle las orejas al lobo y han comenzado también a levantar los teléfonos y a dirigirse a otros compañeros de partido para tantear la estrategia de respuesta a la debacle andaluza.
Si los resultados para el PSOE son como dicen las encuestas en su horquilla más baja, y el PP está alrededor de los 50 escaños, Moncloa no podrá evitar que después de las elecciones andaluzas surja un movimiento contestatario que reclame moderación. Y que si el candidato del PP, Juan Manuel Moreno, se queda a pocos escaños de la mayoría absoluta, abogue por que se le deje gobernar con una abstención.
Ante el ruido de sables Moncloa también ha puesto en marcha su maquinaria de propaganda y está filtrando que prepara un cambio de estrategia y un golpe de efecto en su acción política, que le sirva como revulsivo para afrontar en mejores condiciones las elecciones autonómicas y municipales.
Pedro Sánchez controla con puño de hierro el partido. En Andalucía, aplastó al «susanismo», pero el miedo de las estructuras territoriales a ser arrastradas por la misma tormenta que arrasó al PSOE en Madrid, y que ahora parece que se le echa encima en Andalucía, tiene capacidad de desestabilización incluso frente a un mando de hierro.
La fuerza de Andalucía en el Congreso de los Diputados, donde aporta 61 de los 350 escaños, hace inevitable que el 19-J se hable de un cambio de ciclo a nivel nacional si las urnas confirman lo que auguran las encuestas. En Ferraz están desnortados ante la campaña andaluza porque no encuentran el hilo para agitar la movilización de la izquierda a su favor. El perfil del candidato popular, Juan Manuel Moreno, les pone muy difícil centrarse en embarrar el terreno porque ese barro puede volverse contra ellos. Y esto pesa en la estrategia socialista, pero también en la del partido que preside Santiago Abascal.
En las baronías que han empezado ya a tramar la revuelta se apunta contra Podemos, partido al que dan por amortizado en la gestión del Gobierno de la Nación. También preocupa el apoyo de Sánchez a la vicepresidenta Yolanda Díaz, porque no ven claro que esta estrategia redunde en beneficio de las siglas socialistas. ERC es otro de los lastres de Sánchez para su partido. Los dirigentes territoriales sostienen que, por más que la estrategia de Ferraz esté centrada en consolidarse en el granero catalán, «la realidad es que las encuestas no confirman el rédito de esta política, y muchos menos son tranquilizadoras respecto a las consecuencias del desgaste de las cesiones a los republicanos en el resto del territorio nacional».
Los barones buscan, pero no encuentra la tabla de salvación que les puede ofrecer Moncloa para resistir electoralmente ante la movilización de la derecha. No la ven en la política, y tampoco en la economía, por más que Moncloa tranquilice con el maná de los fondos europeos.
Un destacado dirigente del socialismo andaluz confesaba hace unos días que la campaña estaba perdida, y que un desembarco nacional sólo podría tener efectos más negativos en la movilización de la izquierda. «No queremos ministros, no queremos gente de Madrid, y si Pedro Sánchez tiene que venir es porque es el secretario general del partido».
Pero Sánchez sí se ha puesto las botas de faena para intentar contener el golpe de su partido en un feudo que el PSOE ha controlado de manera hegemónica desde el inicio de la democracia. «Lo importante es que seamos capaces de reaccionar y acertemos en la estrategia. Porque los cambios que siguieron a las elecciones de Madrid no han servido para nada», sentencian en el partido en Castilla-La Mancha.
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