Polémica
Sánchez, solo ante Argelia: sus tres derrotas desde marzo en el Congreso
Ni Podemos ni sus socios parlamentarios apoyan el cambio de postura del Ejecutivo sobre el Sáhara
El Gobierno está sufriendo mucho desgaste por su política exterior en el último medio año: primero, por las dudas sobre cómo afrontar el conflicto de Ucrania y, después, por el giro histórico con el Sáhara. En este segundo punto, Pedro Sánchez se ha quedado solo en el Congreso: el mayor reflejo de ello es que, desde que envió el 14 de marzo una carta al Rey Mohamed VI de Marruecos para mostrarle su apoyo al plan de autonomía para la antigua colonia española, ha perdido hasta tres votaciones (derrotas, todas ellas, que han contado con la colaboración de Podemos).
Sin sumarle a estas tres derrotas la comparecencia del pasado miércoles, donde el presidente del Gobierno se reafirmó en su apuesta por avalar el plan de Marruecos para el Sáhara (concederle la autonomía y rechazar su derecho a la autodeterminación) y se encontró con el rechazo de toda la oposición y los socios parlamentarios. Pocas horas después, estalló el conflicto diplomático con Argelia, país aliado del Frente Polisario y gran rival de Marruecospor la hegemonía del Magreb. En esa comparecencia quedó evidenciado que, desde el PP hasta Podemos, pasando por Esquerra o Bildu, todos reprueban el movimiento de Sánchez con Marruecos.
Es decir, Sánchez se encuentra ahora en un punto de mucha debilidad interna (sin apoyo de nadie en el Congreso) para afrontar un serio problema exterior, como es el de Argelia, uno de nuestros principales suministradores de gas.
Sus derrotas
En este sentido, el Pleno del Congreso votó el pasado 7 de abril una proposición no de Ley impulsada por Podemos, Esquerra y Bildu que respaldaba una solución para el Sáhara apoyada en las resoluciones de la ONU y la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental. Es decir, el texto apoyaba los trabajos de preparación y negociación para la celebración de una votación acordada para que la antigua colonia española pueda escoger si se independiza o se integra en Marruecos. Esa resolución recibió tan solo el voto en contra de los 118 diputados socialistas, mientras que recibió el apoyo de 168 diputados (entre ellos el PP) y 61 abstenciones (Vox y Ciudadanos).
Este mismo punto quedó reafirmado en una moción impulsada por el PP en mayo, en el que se instaba al Gobierno a «rechazar el cambio de posición del presidente del Gobierno en el contencioso del Sáhara». ¿Cuántos votos a favor recibió? En total, 211, entre los cuales estaban Vox, Podemos, Esquerra y Bildu. Tan solo la rechazaron los 117 diputados socialistas y los dos de Más País.
En la Comisión de Asuntos Exteriores, se votó también el 18 de mayo una proposición no de Ley sobre esta cuestión y, en concreto, expresaba, entre otros puntos, la «disconformidad con el cambio radical e histórico de la postura de las autoridades del Gobierno español sobre el conflicto político en el Sáhara Occidental». El texto también recibió el apoyo mayoritario de la Comisión y el rechazo del PSOE.
Secretismo
A esta debilidad parlamentaria de Sánchez para afrontar la crisis con Marruecos y Argelia, se une el secretismo con el que está tratando de conducir esta situación, para silenciar las consecuencias negativas con Argelia. En su comparecencia en el Congreso del pasado miércoles, Sánchez evitó toda referencia a la república magrebí y, a lo largo de todas las preguntas parlamentarias que han ido formulando los grupos de la oposición, tampoco ha arrojado transparencia: ni ha desvelado qué tipo de consecuencias tiene el cambio de postura sobre el Sáhara para las relaciones con Argelia; ni ha dado detalles sobre posibles alteraciones en materia gasística (tanto en precios como en volumen de importación), comercial o de inmigración (donde Argelia suspendió recientemente la repatriación de irregulares detenidos en España).
El incendio de Argelia parece difícil de sofocar rápidamente para Sánchez por las consecuencias económicas que puede tener, pero, sobre todo, por el revuelo político, ya que oposición y socios se han alineado, en esta ocasión. El PP ya ha reclamado una comparecencia en el Congreso por esta cuestión mientras la escalada retórica de sus propios socios va en aumento (entre acusaciones de traición al pueblo saharaui). Se da la circunstancia, además, de que desde la izquierda (tanto Podemos como Bildu lo han hecho constar) hay muestras de rechazo a la importación del gas licuado de Estados Unidos, que podría hacer de sustituto y solución a una frenada de la llegada de los suministros argelinos.
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