A fondo

La crisis argelina augura un verano de turbulencias en el flanco Sur

Al margen del boicot comercial, la más temida es el aumento de la presión migratoria a través de la ruta argelina

El desplante de Argelia, que suspendió esta semana el Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación suscrito hace dos décadas con España, al Gobierno de Sánchez anticipa un largo verano de turbulencias en la vecindad sur.

Con un creciente descontento doméstico y su principal socio, Rusia, embarcado en una guerra de horizonte incierto, el régimen militar seguirá previsiblemente indignado con la decisión del Ejecutivo de Sánchez de apoyar el plan de autonomía marroquí para el Sáhara. Entretanto, la tensión ente Argelia y Marruecos, después de que Rabat acusara a sus vecinos este jueves de librar «una guerra sucia» contra España,sigue aumentando. Y en medio de los unos y los otros, sin brújula para orientarse en el escenario magrebí ni hoja de ruta global para la región, el desconcertado Gobierno de Pedro Sánchez.

Pese al comunicado emitido por la representación argelina ante la UE en la tarde del viernes, horas después de que Bruselas manifestara su apoyo a Madrid –tras el anuncio de la suspensión del citado Tratado– para la Comisión la «decisión unilateral» de Argel «viola el acuerdo de asociación con la UE y de la «congelación» de los intercambios comerciales con España, poco hace indicar que las autoridades argelinas se lo hayan pensado mejor y estén dando marcha atrás. Entretanto, el Gobierno da por hecho que el boicot a los productos españoles en Argelia es una realidad. El Ministerio de Industria difundía en las últimas horas una nota informativa asegurando que «las autoridades de Comercio de España y de la Comisión Europea están trabajando en una respuesta conjunta frente a esta medida discriminatoria contra España».

El embrollo argelino se antoja prolongado. «En Argelia existe la razón de Estado. Y esta no para en costes. Los argelinos van en serio. Mientras tanto, nosotros hemos perdido credibilidad con unos y otros, tanto con Argelia como con nuestros socios de la OTAN», confiesa a La Razón un antiguo alto cargo de la representación española en Argelia. En la misma línea se expresa otra fuente anónima familiarizada con la situación actual desde Argel: «Se equivoca el Gobierno si se piensa que lo de Argelia es una pataleta. El orgullo es muy importante para los argelinos».

Lo cierto es que la nota oficial argelina no sólo admite la suspensión del Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación, base para la cooperación bilateral en materias de la máxima relevancia como la lucha contra el terrorismo, la inmigración ilegal o el narcotráfico, sino que niega la existencia de un boicot comercial que ya ha empezado hace semanas. No en vano, la carta en que la Asociación de Bancos y Establecimientos Financieros de Argelia requería a sus socios la congelación de las domiciliaciones para el pago de las operaciones comerciales con España estaba firmada por su director general a título personal sin rastro de referencias al Gobierno.

Para el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid y especialista en Argelia, Rafael Bustos, el comunicado es «típico de la comunicación oficial argelina: jugar a varias voces aunque sean disonantes». «Lo cierto es que el bloqueo de cuentas existe y es real, si no que se lo digan a Baleària (la naviera española paralizó sus ventas en dinares este jueves a raíz de que sus cuentas fueran bloqueadas) o a los exportadores españoles. Lo más importante es que ese bloqueo empezó antes del día 8 de junio», explica. Por su parte, el politólogo y periodista argelino Oualid Kebir asegura a La Razón que «el comunicado de este viernes de la representación argelina ante la UE evidencia incapacidad de los militares a la hora de tomar decisiones y su debilidad».

A expensas de las medidas de represalia que Argel pueda adoptar en las próximas semanas derivadas de la ruptura política –al margen del boicot comercial, la más temida es el aumento de la presión migratoria a través de la ruta argelina durante el verano–, el Gobierno sigue confiando en que los vecinos magrebíes respetarán los contratos del gas suscritos entre Sonatrach y Naturgy. En la nota oficial de la embajada argelina ante la UE el régimen insiste en que «continuarán honrando todos sus compromisos adquiridos en este contexto». Pero el digital Algérie Patriotique, próximo a la cúpula militar, avisaba este jueves de lo que puede ocurrir más adelante: «¿Cómo espera Pedro Sánchez paliar el déficit energético? (…) Lo sabremos cuando Argelia cierre el grifo, una vez el contrato que la vincula a España concluya».

Aumenta la tensión Argel-Rabat

Entretanto, la tensión entre los dos vecinos del Magreb, que juegan desde hace décadas un pulso por la hegemonía regional, sigue elevándose. El día después del anuncio de la suspensión del Tratado de Amistad con España, Argelia acusaba a Marruecos por boca de su enviado especial para el Sáhara y el Magreb de estar librando «una guerra sucia» contra España mediante el espionaje y la presión migratoria «masiva». El representante argelino daba por hecho que Rabat está detrás del empleo del programa Pegasus contra las autoridades españolas. Marruecos guardia silencio.

La temperatura regional venía ya elevándose desde que, a finales de 2020, EE UU dio su respaldo a la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental y Marruecos e Israel restablecían relaciones diplomáticas. En agosto del año pasado Argel rompía relaciones diplomáticas con Rabat. Al mismo tiempo, la ruptura del alto el fuego entre el Polisario y Marruecos en noviembre de 2020 anticipa más tensión entre las dos potencias de la región. Por si fuera poco, en las últimas fechas el Ejército argelino ha llevado a cabo maniobras militares a gran escala en una zona próxima a la frontera marroquí. El titular de la revista oficial del Ejército argelino en su edición de junio no deja lugar a dudas: “Preparados para todas las circunstancias”.

La única buena noticia para Sánchez en los últimos días llegada desde el Magreb fueron las palabras el portavoz del Gobierno de Marruecos, que destacaba que la hoja de ruta pactada entre ambas administraciones el pasado 7 de abril avanza “a un ritmo muy satisfactorio”. El aparente buen estado de las relaciones bilaterales no impide que los dos gobiernos sigan sin ponerse de acuerdo en las características de las aduanas comerciales que Sánchez ha prometido para Ceuta y Melilla o que las llegadas de inmigrantes irregulares desde Marruecos a las costas españolas sigan marcando registros elevados. De las costas saharauis a Argel, de Orán al Tarajal y Beni Enzar pasando por el Estrecho, el Gobierno aprende a trompicones la geografía magrebí a las puertas de un verano que se antoja sobrado de tensión.