Inédito

El gran mentiroso

¿Cómo es posible que Sánchez haga ahora lo que ayer tachó de temerario? Deja a sus ministros en ridículo tras ordenar el combate

La verdad es compleja, a veces inaccesible, pero mentir –contradecir la verdad deliberadamente– es muy malo. Cuando un líder dice una cosa y su contraria se producen dos efectos sociales nocivos. Primero, el distanciamiento de los ciudadanos de la política y, segundo, un incremento del cinismo como estilo de vida. Aquél, debilita la democracia y favorece los populismos y éste, deteriora la convivencia. Ahora dice Pedro Sánchez que baja el IVA del gas. La pregunta ni siquiera es si la medida es buena, sino cómo es posible que este señor haga hoy lo que ayer calificó de insolidario, temerario y anti progresista. El presidente ha criticado una y otra vez la medida, que han pedido el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, o Ciudadanos, y ha ordenado a sus ministros que la combatan en la arena pública. Ahora los deja sencillamente en ridículo.

Con relación a los impuestos hay dos tipos básicos de políticas. Las liberales empujan para que el dinero esté en manos de los consumidores; proponen reducir los impuestos y favorecer así el consumo y la actividad empresarial. Las de izquierdas, por el contrario, proponen obtener dinero gravando a los ciudadanos para lograr que sea el Estado el que administre el gasto procedente de la recaudación. ¿Significa la reducción del IVA del gas, del 21 al 5 por 100, un cambio político del Gobierno? En realidad no, porque la presión fiscal es tan abrumadora, la persecución de cualquier deducción tan radical, el pulso a las empresas tan tenso, que lo único que persigue Pedro Sánchez es un aldabonazo publicitario y –como mucho– ralentizar a corto plazo la inflación para que, en la revisión de las pensiones que ha de hacer noviembre y que las vincula al IPC, la subida no sea tan monstruosa como se teme.

No es lo mismo que el IPC esté en el actual 10,4 por ciento que en 9,6 por ciento. En definitiva, nuestro presidente del Gobierno ha cambiado momentáneamente al discurso liberal para favorecerse.

Sorprende que la opinión pública le compre una y otra vez el rollito de «Pedro Sánchez cuida a la clase trabajadora». Repito que son tantos y tan variados los impuestos que los pocos euros que algunos se ahorren en el gas no van a constituir alivio real. Bajar el IVA era sólo una parte de una muy ambiciosa propuesta de Feijóo para aliviar la presión impositiva, con muchas otras medidas, como rebajas del IRPF a las rentas de menos de 40.000 euros, rebaja de la tributación por módulos en el IVA para transporte, industria, agricultura o ganadería o un recorte del Impuesto sobre Sociedades. La medida aislada no lleva a ninguna parte. Y, sin embargo, es como si unos céntimos en la gasolina o en el gas generasen una dependencia afectiva del líder, independientemente de su rendimiento real.

Vamos a un escenario malo, nadie lo niega. La inflación es insostenible porque crea incertidumbre y la historia nos ha demostrado el peligro que entraña. Para frenarla hay que subir los tipos de interés y «enfriar» la economía, que equivale a dificultar el camino de las empresas, potenciar el despido y bajar el consumo. Cuando se compre menos, bajarán los precios.

El Gobierno lo sabe, así que miente cuando le promete a la gente rebajitas nimias. Rebajas que, además, en este caso y según los expertos, incentivarán el consumo de gas, que es justamente lo contrario de lo que se pretende en el escenario de guerra y escasez.