Historia

Francia

Cadáveres incómodos

Mussolini, Pétain y Lenin fueron dictatores que trajeron de cabeza a los gobiernos que no sabían si esconder u honrar sus restos.

El cuerpo embalsamado de Lenin lleva más de 90 años siendo un símbolo y se encuentra en un mausoleo situado en la Plaza Roja de Moscú
El cuerpo embalsamado de Lenin lleva más de 90 años siendo un símbolo y se encuentra en un mausoleo situado en la Plaza Roja de Moscúlarazon

Mussolini, Pétain y Lenin fueron dictatores que trajeron de cabeza a los gobiernos que no sabían si esconder u honrar sus restos.

El entierro y exhumación de dictadores ha sido casi siempre un problema. El miedo, el rencor y el deseo de hacer propaganda han animado las decisiones. España no es una excepción con el general Franco, ha ocurrido allí donde ha habido una dictadura. La peculiaridad española es que el dictador no fue juzgado ni fusilado o derrocado, sino que murió en la cama.

El cadáver que salió del armario

La proclamación de la República en Italia en 1947 necesitó de una reconstrucción del consenso fundado en el antifascismo. La legitimidad política tras la guerra estaba en haber combatido a Mussolini en la guerra civil (1943-1945), con la retórica de la Resistencia, y que supuso una retirada parcial de símbolos callejeros que recordaban el masivo apoyo popular al fascismo. No se desatendió que muchos italianos habían sido mussolinianos, y que, en consecuencia, su muerte y enterramiento podía generar una mitificación del personaje y peregrinaciones a su mausoleo.

Mussolini había sido fusilado el 28 de abril de 1945. Las fotos de la humillación de su cadáver dieron la vuelta al mundo. Le enterraron sin más, en una tumba sin nombre, por lo que sus restos mortales fueron robados un año después. Estuvo en el maletero de un coche dos semanas, hasta que lo entregaron al padre Parini, capuchino, del convento de Sant’Angelo, aunque en el traslado perdieron parte del cadáver. Al poco tiempo fue avisado el arzobispo de Milán, quien informó al Gobierno. Acordaron esconderlo allí, pero como olía mal, el superior del convento lo encerró en un armario. En 1957 el Gobierno decidió exhumar los restos y entregarlos a la familia, que le dio sepultura en el mausoleo familiar de San Cassiano de Predappio.

Respeto a la vieja gloria francesa

El mariscal Pétain sí fue juzgado por colaborar con la ocupación alemana de Francia, y por establecer una dictadura que participó en la represión de compatriotas y en el holocausto. Fue condenado a muerte, pero se le conmutó por cadena perpetua en la isla de Yeu, donde falleció con 95 años. El viejo militar había sido considerado el salvador de la patria en 1916, cuando supo dirigir al Ejército francés en la Gran Guerra. Ante el derrumbe completo del frente en junio de 1940, el gobierno y la Asamblea Nacional decidieron concentrar todos los poderes en Pétain. Consintió la división del país y constituyó una dictadura al sur, la Francia de Vichy, que colaboró con Hitler.

El régimen duró hasta la llegada de los norteamericanos, quienes obligaron a Pétain a huir. Se refugió en Alemania, donde estableció un gobierno en el exilio. En abril de 1945, decidió entregarse a las autoridades francesas. De Gaulle y los jueces no quisieron destruir a quien había sido el héroe de Verdún y lo desterraron. No obstante, cuando ya nadie se acordaba, la tumba fue profanada en 2007 con pintadas, y en 2017 con la quema de basuras encima de la lápida.

El doble entierro del Padrecito

Nadie quiso comprobar que Iósif Stalin, el «Padrecito de los Pueblos», el frío dictador genocida, que yacía en el suelo, estaba muerto. Lo hizo Beira, quien murió tres meses después a manos de sus camaradas. El 9 de marzo de 1953 se celebró el funeral. La multitud que aguardaba para ver pasar el cuerpo era incontable. Había muerto el mito que la propaganda soviética había construído durante décadas.

El destino fue el mausoleo donde se exponía el cuerpo momificado de Lenin. Allí estaba como atracción política para los feligreses del comunismo, en la santificación laica del promotor del terror rojo. Pasó a llamarse entonces «Mausoleo de V.I. Lenin y Y.V. Stalin», pero solo duró hasta 1961. El «Padrecito» resultaba un cadáver molesto en la nueva campaña política de «desestalinización»; es decir, que la jerarquía comunista que quería sobrevivir a los cambios tuvo que separar a ambos personajes.. De esta manera, Jrushchov, quien presidía el Consejo de Ministros, tras muchas deliberaciones decidió que Stalin fuera retirado del mausoleo de la Plaza Roja, hoy atracción turística, y enterrado en una tumba cercana al Kremlin.

Las soluciones han sido muy variadas. Mussolini fue finalmente enterrado en el panteón familiar. Pétain descansa en el cementerio de Port Joinville, en la isla de Yeu, y su sencilla tumba es cuidada por la Asociación en Defensa de la Memoria del Mariscal Pétain, fundada en 1951, y muy parecida a la Fundación Francisco Franco. Stalin cuenta con monumentos en Rusia y asociaciones para «rehabilitar» su legado tras las que está el Partido Comunista.