Política

Conciliación

El Gobierno de Sánchez: cien días sin conciliar

Los ministros se han saltado el toque de queda de las seis de la tarde

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez/Foto: Efe
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez/Foto: Efelarazon

Hace cien días que el Gobierno de Pedro Sánchez asumió las riendas del país y aunque es patente el intento de cambiar muchas cosas, hay una que de momento no parece que vaya a variar: el fin de las jornadas maratonianas y los actos a deshoras que hacen del concepto de conciliación una utopía.

Hace cien días que el Gobierno de Pedro Sánchez asumió las riendas del país y aunque es patente el intento de cambiar muchas cosas, hay una que de momento no parece que vaya a variar: el fin de las jornadas maratonianas y los actos a deshoras que hacen del concepto de conciliación una utopía.

Y ello pese a que, tan solo veinte días después de ser investido, Sánchez escribía en su Twitter: "Inspirar, dar ejemplo de corresponsabilidad y conciliación es también importante para avanzar en la igualdad de género. Congratulations to Prime Minister of New Zealand @jacindaardern and @NZClarke on the birth of their baby girl".

Es el mensaje con el que el 21 de junio felicitaba por su recién estrenada maternidad a la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, que se convertía en noticia por ser la segunda dirigente que ha dado a luz en el ejercicio de su cargo después de la pakistaní Benazir Bhutto.

Lo que parece que no ha logrado Ardern, que tomó seis semanas de baja y comparte el cuidado de su hija con su compañero, es inspirar y servir de ejemplo al nuevo Ejecutivo español, que en estos cien días acumula convocatorias vespertinas que van más allá de una mera presencia institucional en actos.

La prueba más reciente es la reunión convocada ayer por Pedro Sánchez con Pablo Iglesias para analizar la situación política y avanzar en las negociaciones presupuestarias, que comenzó a las cinco y media de la tarde y terminó pasadas las siete y media, hora tras la que se dio cuenta de los acuerdos alcanzados.

Sin embargo, mientras estuvo en la oposición, el PSOE izó la bandera de la conciliación.

"La mala distribución del tiempo de trabajo se ha convertido en un 'hecho diferencial' entre España y el resto de Europa. Jornadas prolongadas hasta las siete, ocho o más tarde son una rareza en las economías desarrolladas. A ello añadimos nuestra peculiaridad de jornada partida". Así lo denunciaban los propios socialistas en su propuesta electoral para mejorar la conciliación.

De hecho, suya fue la iniciativa que prosperó en el Congreso en febrero de 2017 con la que se urgía al Gobierno a fijar el fin de la jornada laboral en la Administración General del Estado a las seis de la tarde o ampliar el permiso de paternidad.

O la que un día después del histórico pasado 8 de marzo anunció la entonces secretaria de Igualdad del PSOE y hoy vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, para regular por ley los usos del tiempo con el objetivo de promover horarios mejores, que "nos permita a todos vivir un poco mejor, sobre todo a las mujeres".

Medidas "ambiciosas"pero necesarias y que el Gobierno "debe poner ya en funcionamiento porque la conciliación "es una de las claves del bienestar en nuestro país", señala a Efe el presidente de la Asociación para la Racionalización de los Horarios de España (Arhoe), José Luis Casero.

Esta asociación lleva 15 años luchando por unos horarios racionales que plasmó en un manifiesto de 2010 y que firmaron miembros del actual Ejecutivo, como la propia Carmen Calvo, o del anterior, como María Dolores de Cospedal.

Lejos de aquella declaración de intenciones, Calvo se ha saltado varias veces el toque de queda de las seis, como cuando a finales de agosto dio cuenta hasta bien entrada la tarde de las medidas adoptadas por el Ejecutivo contra la violencia machista en la comisión de seguimiento del Pacto de Estado en esta materia.

Como ella, todos los integrantes del gabinete de Pedro Sánchez, empezando por él mismo: en los apuntes vespertinos de su agenda constan recibimientos en Moncloa de personajes como el líder popular, Pablo Casado; el presidente francés, Emmanuel Macron; o el del Consejo Europeo, Donald Tusk.

También de tarde han fijado comparecencias parlamentarias, con una extensión mínima de tres horas, la ministra de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, Magdalena Valerio -quien un lunes 6 de agosto convocó, en plena crisis migratoria, la primera Conferencia Sectorial de Migraciones en tres años a las cinco-; la de Justicia, Dolores Delgado, o el de Agricultura, Luis Planas.

O la de Hacienda, María Jesús Montero, quien un 22 de agosto mantuvo un trascendental encuentro con Podemos que arrancó a las 20:30 y del que se supo el resultado -la modificación de la Ley de Estabilidad Presupuestaria para evitar que el Senado pueda vetar la aprobación de la senda de consolidación fiscal propuesta por el Ejecutivo- rozando la medianoche.

Diversas reuniones de tarde ha programado la ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, Carmen Montón, con profesionales de distintos sectores, al igual que ha hecho el de Interior, Fernando Grande-Marlaska, y el de Exteriores, Josep Borrell.

Hoy mismo, viernes, Montón tiene convocado un acto a las siete y media de la tarde para, junto con el titular de Cultura y Deporte, José Guirao, recibir a las Entidades del Comité Paralímpico Internacional-IPC Membership Gathering.

Incluso el recién aterrizado al mundo de la política como ministro de Ciencia, Innovación y Universidades, Pedro Duque, fijó a las cuatro y media su primera toma de contacto con las comunidades autónomas en la Conferencia General de Política Universitaria.

Son solo algunos ejemplos porque la lista es interminable, se extiende incluso a los fines de semana, y no incluye solo al Gobierno: ni partidos, ni Parlamento, ni sindicatos ni otras instituciones se dan por aludidas.

En suma, y como zanja el presidente de Arhoe: "Nos gustaría que lo que se promete cuando se está en la oposición se cumpla, o al menos que no se hagan promesas que luego no se van a cumplir. Menos palabras y más hechos".