Política

Cataluña

El PP cree que el debate Margallo-Junqueras puede ser trascendental

Sáenz de Santamaría se limitó a remitirse a las decisiones del comité de campaña.

Soraya Sáenz de Santamaería, ayer, durante la rueda de prensa
Soraya Sáenz de Santamaería, ayer, durante la rueda de prensalarazon

Sáenz de Santamaría se limitó a remitirse a las decisiones del comité de campaña

El mensaje del Gobierno en el ecuador de la campaña de las elecciones catalanas se dirige sobre todo a subrayar la soledad de una Cataluña independiente en el conjunto internacional. Las intervenciones de referentes europeos como la canciller alemana, angela Merkel, o el primer ministro británico, David Cameron, de la propia Comisión Europea, y del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, permiten al Gobierno responder al esfuerzo diplomático que sigue haciendo la lista única independentista en favor de su causa con el mensaje de que «han cosechado el más rotundo de los fracasos, porque todos los líderes mundiales les han dicho alto y claro que no tiene sentido lo que están haciendo».

La vicepresidenta del Ejecutivo, Soraya Sáenz de Santamaría, afeó ayer al presidente de la Generalitar, Artur Mas, el dinero público que ha invertido en sus esfuerzos para proyectar su estrategia internacionalmente, para tratar de convencer al mundo de su particular visión de España, de Cataluña y de la legalidad. «Y pese a todos sus esfuerzos, que han supuesto desviar mucho presupuesto de servicios públicos esenciales, ha cosechado el más rotundo fracaso. Todos los líderes mundiales le han dicho que no tiene sentido lo que hace. Se puede gastar mucho dinero en campañas, pero no se compra ni la razón ni la legalidad ni el sentido de los tiempos», sentenció la «número dos» del Gobierno.

Un tono moderado

La estrategia de Moncloa pasa por mantener un tono moderado, ajustarse, sin estridencias, al esfuerzo pedagógico y huir de polémicas como el malestar que ha generado la decisión personal del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, de colocarse a la altura del líder de ERC, Oriol Junqueras, en un debate televisivo. La vicepresidenta se limitó a remitirse a las decisiones del comité de campaña, y a subrayar, eso sí, que la posición del Gobierno y del PP dista de los coqueteos con la reforma constitucional, para calmar al independentismo, que ha escenificado Margallo. «El Gobierno respeta las opiniones de cada uno. Pero el Gobierno y el Partido Popular han dejado clara cuál es su posición sobre la reforma de la Constitución. Hay una cuestión clave, y es que hace falta consenso en objetivos y fines. Teóricamente se pueden defender muchas posturas, pero en la práctica hay que ser conscientes de los debates que se abren. Hace falta que se concreten consensos y esta iniciativa no cuenta hoy con ellos».

El peso de la duda está ahora en ver si el ministro de Exteriores respeta el criterio del PP o dispara por libre en su debate con Junqueras. La dirección popular asume que este rifirrafe dialéctico, que no querían que se celebrase con esta puesta en escena, puede ser trascendental en una campaña electoral decisiva en sí. Lo explican con el argumento de que el resultado del 27-S sigue siendo un enigma que estará muy condicionado por la participación. Y ésta, por la eficacia de la estrategia de los partidarios del «no» a la independencia. Un tropezón, como a la inversa, puede mover el voto del que depende que la lista soberanista alcance o no la mayoría de escaños en el nuevo Parlamento catalán.

A Sáenz de Santamaría también se le preguntó ayer por la imagen del diputado de Amaiur, Sabino Cuadras, rompiendo un ejemplar de la Constitución en el Pleno del Congreso. «Faltó el respeto a los españoles. La Constitución es nuestro marco de convivencia y nadie está por encima de él. Ninguna institución puede permitirse que alguien esté dispuesto a dar el espectáculo y saltarse las reglas a la torera. Nos ha faltado el respeto a todos, al conjunto de los españoles. Puede pedir la reforma constitucional, pero no romper el texto que nos representa a todos porque eso no es libertad de expresión», contestó.

También valoró la postura del partido socialista ante el órdago independentista y qué margen deja ésta para que haya una posición en común tras las elecciones autonómicas catalanas del próximo 27 de septiembre. «El PSOE está encontrando dificultades para fijar posición sobre la reforma de la Constitución. ¿De qué consenso hablamos entonces?», sentenció.

Un marcar distancias que hay que ubicar en la campaña electoral, en la de las catalanas y también para la de las generales. Y que no quita, no obstante, para que la vicepresidenta apelara ayer a la conveniencia de que se ponga más en valor lo que nos une. «Los que defendemos una visión de una España unida, junta, debemos esforzarnos en poner de manifiesto lo que tenemos en común. Esa bandera la tenemos en común y representa nuestra democracia, nuestro marco de convivencia», concluyó.