Investidura

Feijóo gana el debate y el PSOE toca fondo

El candidato se impone con un discurso sólido y centrado. El líder socialista se refugia en el insulto y vuela todos los puentes

Feijóo se sacudió ayer la caricatura que desde el círculo más cercano al presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, han dibujado estas últimas semanas para esconder que no ganaron el 23J y que la investidura de Sánchez está en manos de un prófugo de la Justicia.

El discurso del candidato a la Presidencia del Gobierno convenció a su partido y disipó también las dudas que en algunos círculos populares empezaban a sembrar respecto a su fortaleza como alternativa a la coalición de la izquierda con el soberanismo. Con un discurso centrado, ocupó un espacio en el Parlamento desde el que buscó conectar con los socialistas críticos, que los hay aunque callen, con la izquierda más moderada y con la derecha que mayoritariamente votó al PP en las últimas elecciones. Ganó en la batalla ideológica contra la amnistía y también en la presentación de su programa, y la espantada de Sánchez, que renunció a intervenir en el Pleno, ayudó a que Feijóo se fuera creciendo, al mismo tiempo que el presidente en funciones iba menguando en su escaño.

Sánchez esquivó el debate sobre su negociación con el independentismo con el recurso, sin precedentes en la historia democrática, de renunciar a su turno de palabra para enviar a la tribuna, como mamporrero, a su peón Óscar Puente, el exalcalde de Valladolid, sin más misión que tratar de dinamitar el debate.

El golpe de efecto dirigido a ningunear al candidato popular acabó siendo un bumerán contra la bancada socialista. No solo no hay precedente de tal descortesía institucional, incluso hacia el jefe del Estado que fue el que encargó a Feijóo presentarse a la investidura. Si no que, además, el populismo frentista del portavoz de Sánchez dejó la imagen de un PSOE que toca fondo a la espera de recibir el «sí» de Puigdemont. En un momento en el que las tensiones son cada vez más visibles, la imagen de la vicepresidenta en funciones, Yolanda Díaz, que no aplaudió al portavoz socialista, fue un resumen del sentir que ayer recorrió de manera silente el PSOE. Con esta maniobra, Sánchez voló todos los puentes con el PP, de manera expresa y hasta obscena.

Aunque la bancada socialista estaba bien enseñada, para que no se saltase en ningún caso el guion oficial, en las estructuras territoriales del partido, en la baronía de Castilla-La Mancha, y entre los «pata negra» despreciados por Moncloa corrían ayer por la tarde críticas todavía más duras hacia Sánchez de las que se vertieron desde los escaños del PP. «Cobarde», «no salta a la tribuna por miedo a perder el debate»... Voces de Ferraz defendieron la marrullería parlamentaria como un desdén o una manera de ningunear a un candidato que tiene la investidura perdida. Pero desde el sector crítico socialista, nombres que han estado en responsabilidades de gobierno, tenían otra explicación para esta espantada del presidente en funciones. Su tesis es que la «cobardía» de Sánchez no era hacia Feijóo, sino con sus propios socios. «Calla para proteger su negociación y no tener que reconocer en sede parlamentaria que la amnistía está encima de la mesa de la negociación». Haya finalmente investidura de Sánchez, o repetición electoral, Feijóo ganó ayer la batalla de la investidura, aunque el viernes se confirme que pierde la votación por faltarle cuatro escaños.

Ahora bien, el debate también puso de manifiesto que una de las debilidades de la mayoría que necesita liderar el PP sigue siendo Vox. El candidato y Santiago Abascal guardaron las formas, a diferencia de lo que venían haciendo en otros debates parlamentarios, pero, aun con guante blanco, el cara a cara reveló la tensión entre los dos partidos y las dificultades de la convivencia pese a los pactos en los gobiernos autonómicos. Abascal desgranó sus reproches a Feijóo, y le conminó a rectificar sus «desaires» y a ser más dócil con sus exigencias ideológicas. El líder popular no entró en el cuerpo a cuerpo, si bien con formas exquisitas sí delimitó en su primera intervención el marco ideológico en el que su partido se diferencia de Vox.

El escapismo de Sánchez obligó a la vicepresidenta en funciones a mantenerse también silente en su escaño, sin ocultar su enfado y su nerviosismo por no poder dar réplica personalmente a los envites de Feijóo.

El debate evidenció a un PSOE preso de la negociación con Puigdemont y a una coalición mal engrasada, y con Podemos en pie de guerra dentro de Sumar. Cinco escaños tienen los morados, y a Pablo Iglesias le faltó ayer tiempo para señalar a Yolanda Díaz por volver a hacerles una nueva afrenta ante la opinión pública al privarles de turno de palabra.