Opinión

Y ganó la España Frankenstein

Ha sido una enmienda a la totalidad de la estrategia del PP y ha dejado a su líder chamuscado

Congreso de los Diputados. Votacion de la Presidencia de la Cámara. Abascal y Feijoo.© Jesús G. Feria.
El Congreso de los Diputados, en el día de la votación de la Presidencia de la CámaraJesus G. FeriaFotógrafos

Hace unos días publicaba en este espacio un artículo titulado «España es Frankenstein». Trataba de explicar que en España gobierna un Ejecutivo calificado Frankenstein porque esa es la realidad de España. Por un lado, la España progresista. Por otro, la conservadora aliada de la extrema derecha. Y por último, la periférica. A mi criterio, las elecciones del 23-J rubricaron este principio. Ayer, el Congreso certificó que ganó la España Frankenstein. También constató la derrota sin paliativos de la España centralista que sigue viviendo de espaldas a los nacionalismos periféricos y que tiene una fuerza insignificante, e irrelevante, en estos territorios.

Una derrota que debe asumir el PP, su líder Alberto Núñez Feijóo. Un miembro del Gobierno de Pedro Sánchez me trasladaba su sorpresa. «Error del PP», resumía en un WhatsApp. No solo la presidenta fue elegida por mayoría absoluta, sino que el PP se quedó sin la vicepresidencia primera, y rompió con Vox, y no tiene opciones de influir en la Mesa. De rebote, quemó en la hoguera a Cuca Gamarra –que lo tendrá difícil ser portavoz cuando le señalaron el camino de una derrota anunciada para sacársela de encima– y Feijóo no tiene ninguna posibilidad de ir a ver al Rey y pedirle que le permita hacer una investidura. Vamos, le pedirá al Rey un imposible porque el Rey debe señalar al candidato que tiene los apoyos necesarios. Feijóo no los tiene ni de largo, y su argumento de «somos la lista más votada» se ha convertido en un boutade.

Pedro Sánchez, el superviviente, arrastró y se llevó las bazas como en el «Tute». Logró el apoyo de vascos y catalanes. El precio como oiríamos en un mercadillo, «bueno, bonito y barato». Lo más señalado, que se abran las puertas a las lenguas cooficiales en el Congreso. Nos dirán que ya nos entendemos todos en español. Cierto, pero no es menos cierto que España es plural y muchos ciudadanos también se sienten interpelados por estas lenguas. Y una gran mentira. Abrir el congreso al gallego, al vasco o al catalán no es abrir las puertas al independentismo, es abrírselas a los ciudadanos gallegos, vascos y catalanes sean o no independentistas, porque el idioma no es de nadie.

Vamos que con esto no se rompe España. Tampoco porque España pida la cooficialidad de estas lenguas en Europa hay que rasgarse las vestiduras. Lo propone el Gobierno español y debe ratificarlo el Consejo. Si Europa da el ok, ¿qué dirá la derecha española? Y menos con las dos comisiones de investigación que les auguro las patas cortas. La investigación sobre los atentados de agosto del 17 y la presunta relación del imán con el CNI es un mantra del independentismo que insinúa que se permitió el atentado por el proceso independentista. Ni los Mossos dan pábulo a esta bravata. Pues que se investigue y se cierren bocas. Y qué quieren que les diga sobre la Comisión de Pegasus. Los jueces han archivado las querellas porque es imposible investigar porque Israel –propietario del chisme de espías– pasa del asunto y no colabora. ¿Alguien piensa que lo que no ha conseguido la Justicia lo conseguirán sus señorías?

Este ha sido el precio. A Sánchez le ha salido barato, hasta ahora. Básicamente, porque Puigdemont y ERC saben que con el PSOE se puede alcanzar un acuerdo. Con el PP, imposible. Y Puigdemont, también sabía que entregar la mesa al PP tendría un duro precio. Mejor ceder ahora y endurecer la negociación en la investidura, como se encargó de señalar el propio expresidente catalán. No se hubiera entendido que Puigdemont hubiera puesto alfombra roja a Cuca Gamarra.

El PP después de ayer tiene que ir al rincón de pensar. Seguro que ha marcado distancias con Vox para intentar llevarse el voto útil conservador, o abrirse otras puertas, léase PNV. Sin embargo, ha sido una enmienda a la totalidad de su estrategia y ha dejado a su líder chamuscado.