Víctimas

La hija de un Tedax asesinado por el etarra Narváez Goñi: «Solo hay justicia para los delincuentes y los asesinos»

Carga contra la semilibertad del miembro de ETA y advierte de que "los gobernantes lo permiten"

Mónica Múñoz hija del inspector de la Policía Nacional y Tedax, Andrés Muñóz, asesinado por una carta bomba en 1991.
Mónica Múñoz, hija del inspector de la Policía Nacional y Tedax, Andrés Muñóz, asesinado por una carta bomba en 1991Alberto R. Roldán

El «buenismo» de la política penitenciaria para los presos de ETA sigue suponiendo un impacto similar a la metralla que durante décadas la banda terrorista explosionó contra sus víctimas.

El Gobierno Vasco ha concedido ahora la semilibertad –tercer grado– al etarra Juan Jesús Narváez Goñi, alias «Pajas», quien con cuatro asesinatos, solo ha cumplido un tercio de su pena. Uno de esos asesinatos fue el de los Técnicos Especialistas en Desactivación de Artefactos Explosivos (Tedax) Andrés Muñoz y Valentín Martín. Fue en 1991 cuando una carta bomba, con una dirección inexistente, y con diversas trampas, buscó ensañarse contra los artificieros de la Policía Nacional. «Esa carta iba a la caza de un Tedax», asegura Mónica, la hija del inspector de la Policía.

Mónica ha vuelto a sentir el mismo dolor y rabia que el día que su hermano le dijo: «Han asesinado a papá». Tenía 21 años. Se enteró por la televisión. Sabía que su padre –casado y con seis hijos, uno de ellos con una discapacidad– estaba ese día de servicio, pero «nunca pensé que podría salir volando por los aires», afirma su hija. Él no tenía miedo, solía hablar de ello con sus hijos y también de cómo los terroristas iban un paso por delante de los artificieros en cuanto a la construcción de los artefactos.

Para Mónica su padre era su héroe por eso, cuando se ha enterado de la semilibertad que le han concedido a uno de los terroristas que lo asesinó ha vuelto a revivir el atentado. Recuerda el momento en el que padre de Valentín –el otro Tedax que tenía entonces 38 años, abrazó aquel 12 de junio de hace casi 34 años el ataúd de su hijo mientras le decía: «Solo hay justicia para los delincuentes y los asesinos». Esas palabras para la hija de Andrés han vuelto a revivir. «Estos gobernantes lo están permitiendo. Las víctimas solo podemos hacer lo que hoy estoy haciendo: sufrir, llorar y luchar alzando la voz», asegura a LA RAZÓN entre lágrimas.

Y es que mientras Narváez Goñi podrá salir a la calle, «como si no hubiera pasado nada», haciendo vida normal y siendo recibido en su pueblo con honores y «palmaditas en la espalda», la hija del que fuera inspector de la policía y miembro de los Tedax solo podrá visitar a su padre en el cementerio. «Yo solo le podré decir: Papá, has muerto por defender los derechos de los españoles, pero no ha servido porque solo tienen derechos los asesinos» y asegura que hoy por hoy «las víctimas y los asesinados no tenemos nada, solo la dignidad y mucha pena».

Narváez Goñi fue detenido en 2014, después de pasar más de 20 años fugado. Junto con su pareja, la también etarra Itziar Alberdi Uranga, vivía en Puerto Vallarta (México), donde ambos mantenían una vida oculta, trabajando como masajista y profesora de yoga. Sin embargo, la Interpol finalmente localizó a la pareja, lo que permitió su captura y extradición a España.

Cartas sin perdón

El Gobierno Vasco suele justificar las progresiones de grado motivando que el etarra ha rubricado una carta donde debe mostrar arrepentimiento, su desvinculación de la violencia o pide perdón. Se trata de un mero formalismo que les catapulta a la libertad, pero en muchos de los casos no existe ningún sentimiento de condena ni arrepentimiento, ya que siguen vinculados a movimientos abertzales y proetarras. «No sé si esas cartas existen» cuestiona Mónica. Ella ni olvida ni perdona y apunta que en 2016, otro de los asesinos de su padre, tras suscribir esa carta penitenciaria, también logró beneficios penitenciarios. «Ni a mi familia ni a mí nos ha llegado nada» de ellos y se pregunta: «¿Quién recibe esas cartas? ¿Quién decide a quién se les entrega?» Cree que «el Gobierno Vasco y el Estado se lo tragan todo y lo justifican todo».

En su lucha por la justicia, Mónica también reflexiona sobre la necesidad de que no se olvide lo que ETA ha hecho en España por que sabe que todo lo que etá ocurriendo busca actuar como un borrador de la memoria. «Quieren reescribir el relato de ETA, hacer como si no hubiera pasado nada, que no aparezcamos en los libros y los jóvenes no se enteren que asesinaron a casi 1.000 personas». Sabe que el intento de los etarras salgan de prisión, acompañados de una supuesta «rehabilitación» es un intento más depasar página sin tener en cuenta el sufrimiento que dejó la banda terrorista durante más de 50 años.