Izquierda abertzale

La nueva vida de Óscar: del «vete de aquí» a «estar en otro mundo»

El teniente de la Guardia Civil que fue agredido en Alsasua en octubre de 2016 por un grupo de proetarras ya se ha incorporado a su nuevo destino en Aragón.

El teniente Óscar C. junto a varios compañeros de la Guardia Civil en el nuevo destino que ocupa en la actualidad en Aragón
El teniente Óscar C. junto a varios compañeros de la Guardia Civil en el nuevo destino que ocupa en la actualidad en Aragónlarazon

El teniente de la Guardia Civil que fue agredido en Alsasua en octubre de 2016 por un grupo de proetarras ya se ha incorporado a su nuevo destino en Aragón.

A lo largo del último año, la vida del teniente de la Guardia Civil Óscar. C. ha cambiado por completo. Tras unos meses de baja, por las graves lesiones recibidas en el intento de linchamiento a cargo de un grupo de proetarras en la población navarra de Alsasua, en octubre de 2016, tuvo que pedir destino y, al final, eligió una conocida localidad aragonesa, que no se cita por razones de seguridad. Antes de tomar la decisión, se reunió con su padre, guardia civil como él, con 30 años de experiencia en el Cuerpo, y con su madre, Inma, que desde que ocurrieron los hechos se alzó en portavoz de los intereses de su hijo, y de los otros tres agredidos, un sargento y sus respectivas novias.

La idea de volver a Alsasua estuvo presente en la reunión («aún quedan muchas cosas por hacer», ha comentado alguna vez el teniente) pero al final, se optó por pedir el actual destino ya que se valoró que su presencia de nuevo en la localidad navarra podía ser contraproducente para el normal desarrollo del proceso contra los agresores que en los próximos días se sentarán en el banquillo. El teniente tiene prohibición de hacer declaraciones, ya que comparece como testigo protegido y estos últimos días los ha dedicado a preparar su declaración. Nada más llegar a la población aragonesa, además de la excelente acogida de sus compañeros, propia del compañerismo existente en el Cuerpo, se encontró con un ambiente totalmente diferente al que había vivido en Alsasua, desde las autoridades hasta el último ciudadano. Muy pocos saben que es el teniente agredido en Navarra por lo que esa acogida respondía al sentimiento de apoyo y respeto de la inmensa mayoría de los españoles hacia el Benemérito Instituto. Una de las primeras actividades que retomó fue la de impartir cursillos a los escolares sobre los peligros de las redes sociales, como intentaba hacer en la localidad navarra, y para el mejor conocimiento de los estudiantes de las actividades de la Guardia Civil.

Lejos de territorio hostil

Lejos quedaban el «me cago en vuestras putas calaveras» de la alcaldesa de Alsasua o el «molestáis por existir», que le dijo uno de los agresores en pleno intento de linchamiento. Lejos, los gritos de «Alde Hemendik» («Fuera de Aquí») que utiliza la izquierda abertzale para pedir la expulsión de las Fuerzas de Seguridad; las pintadas con textos similares y todo aquel tumulto en el que, en una proporción de uno a diez, los separatistas la emprendieron con los guardias y sus parejas sentimentales. Desde que llegó, en la población aragonesa recibe la amistad y respeto de la población, en un ambiente que no se parece en nada a aquel territorio hostil. Pero la Guardia Civil, y el teniente Óscar es un ejemplo, está para las duras y para las maduras, los puestos de mayor peligro y esfuerzo, y otros, que, en apariencia no presentan estas características pero que, llegado un momento, acumulan problemas y situaciones difíciles que hay que resolver sin dilación. «Una persona que conoce bien a Óscar subraya que “está en otro mundo” y se ha integrado como uno más en el acuartelamiento y la población.

Durante su estancia, en Valencia, con sus padres, eran constantes las visitas de compañeros que, pese a los consejos médicos que no querían que moviera el tobillo lastimado, lo sacaban a todos los sitios para que estuviera distraído». Recientemente, en el acuartelamiento donde sirve Óscar, se recibió la denuncia de que una persona de edad había caído a un río que bajaba con un gran caudal. El teniente y sus hombres montaron rápidamente el dispositivo de búsqueda, que incluyó un helicóptero del Cuerpo y los Grupos Especiales de Actividades Subacuáticas (GEAS). El cuerpo del anciano fue rápidamente localizado, pero ya había fallecido. Con todo, el detalle más bonito a lo largo de este año que lleva en la citada población se produjo la Semana Santa pasada, cuando las autoridades del pueblo, civiles y eclesiásticas, fueron a ver a Óscar y le preguntaron si podía presidir, de uniforme por supuesto, las procesiones junto a ellos. El teniente no tuvo ni un minuto de duda y allí estuvo como representante de la Benemérita y siguiendo una tradición que es centenaria en el Cuerpo. Un oficial más de la Benemérita que ajusta su actuación a lo que decía la Cartilla del Duque de Ahumada, fundador del Cuerpo: «El guardia civil no hace más que cumplir con su deber, y si algo debe esperar de aquel a quien ha favorecido, debe ser sólo un recuerdo de gratitud. Este desinterés le llenará de orgullo, le granjeará el aprecio de todos». La semana que viene, tendrá que declarar, como testigo protegido, en el juicio de sus agresores. Quienes han hablado con él recientemente saben que Óscar C. se lo toma como un acto más del servicio, en este caso para que se haga Justicia ante unos hechos calificados como terroristas.

El día de la agresión en Alsasua, perfectamente planificada, según fuentes consultadas por LA RAZÓN, había hasta expertos en artes marciales que fueron los que habrían causado las mayores lesiones al teniente en la boca y en el tobillo, la izquierda proetarra quiso dar un golpe de maza a lo que pretenden que sea Navarra en el futuro: un territorio, sin Guardia Civil y Policía. Ese día intentaron dar un paso «ejemplar» y aunque a alguno de sus actores puede que les cueste la cárcel. Ahora, el teniente Óscar, desde tierras mañas, ve el problema con la cercanía de haberlo vivido en sus carnes; la lejanía de no estar allí, pero con la certeza de que sus compañeros sabrán frenarlo con la aplicación de la legislación vigente. El teniente no ha perdido su sonrisa, su voluntad de servir a los demás y cumplir con su obligación. Es un oficial más de la Benemérita presto a defender el orden y la ley, como reza su himno.