Día de las Fuerzas Armadas

La presentencia empaña el 12-O

“Disgusto” de Marchena: El presidente de la Sala que juzga el «procés» lamenta las filtraciones de una condena por sedición

Los Reyes y el juez del Tribunal Supremo Manuel Marchena en el Palacio Real de Madrid/Foto: Alberto R. Roldán
Los Reyes y el juez del Tribunal Supremo Manuel Marchena en el Palacio Real de Madrid/Foto: Alberto R. Roldánlarazon

Un año más el esplendor neoclásico del Salón del Trono del Palacio Real sirvió de escenario al tradicional saludo a los Reyes, punto de partida de la recepción posterior al desfile militar de la Fiesta Nacional. Unas mil trescientas personas llenaron diversos salones de un palacio caldeado por la temperatura de las conversaciones en una Fiesta Nacional marcada por la inminente sentencia del «procés» y la cita con las urnas en noviembre. De esas mil trescientas personas hubo una en particular que fue perseguida inmisericordemente por los periodistas presentes en la recepción: el presidente de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, Manuel Marchena. Apenas unos minutos antes de que diera comienzo la recepción habían sido filtrados a la prensa nuevos detalles de la sentencia del «procés» y el magistrado no ocultó su «disgusto» porque esto hubiera sucedido así. Marchena se vio obligado a recordar que la sentencia no estaba decidida «hasta que la firmara el último juez» porque tiene que «pasar por 12 personas», circunstancia ésta que provoca que «todo esté aun abierto».

Al ser de lo primeros en saludar a los Reyes en el Palacio Real, el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, y el líder del PP, Pablo Casado, pudieron hablar durante cerca de media hora esperando a que el resto de los invitados pasaran por el besamanos. Como no podía ser de otra manera, la conversación giró en torno a Cataluña. El líder de los populares comentó posteriormente que ya ha dicho en público, y también en privado al propio Sánchez, que los populares le apoyarán en las decisiones que tenga que tomar en Cataluña. «Haz lo que tengas que hacer», comentó que le había dicho a Sánchez cuando hablaron del asunto. Casado resumió el clima entre el presidente y el líder de la oposición diciendo que el PP y el Gobierno en este tema van «sino de la mano, casi de la mano» aunque esto no significa «darle patente de corso».

En otro corrillo situado a escasos metros en el mismo comedor de gala del Palacio, el líder de Ciudadanos afeaba al presidente (que no se encontraba lejos a su espalda) que no se hubiera puesto en contacto con él («y me consta que tampoco con el PP») en los últimos días para coordinar algún tipo de respuesta en común a las movilizaciones que se producirán en Cataluña cuando se conozca la sentencia oficial. Rivera cree que el problema podría venir solo de los CDR porque más allá de eso no debe esperarse nada más que una manifestación que volverá a intentar ser multitudinaria. El líder de Cs cree que la sentencia es producto de un «mínimo común» entre los magistrados para evitar el efecto negativo que la falta de unanimidad podría provocar en Estrasburgo. «Porque es en Estrasburgo donde los independentistas va a dar más guerra».

Por su parte el presidente en funciones no quiso comentar la sentencia por respeto a los jueces y avisó de que realizará una declaración oficial desde Moncloa cuando ésta sea definitiva. «Espero que la Generalitat respete la legalidad y no vuelva a cometer los errores de 2017», dijo respecto a la posibilidad de altercados. Sánchez no dejaba traslucir especial nerviosismo cuando insistía en que la actuación del Gobierno se guiará por lo principios de «firmeza democrática, proporcionalidad y unidad». «Si hay que dar una respuesta, será con los procedimientos ordinarios. Está todo muy previsto», afirmó antes de asegurar que si hay que tomar alguna decisión importante no tendrá inconveniente de hablar con la oposición.

El candidato de Vox tampoco es de la opinión de que se vayan a producir altercados graves más allá de las previsibles manifestaciones secesionistas. Santiago Abascal mostró su preocupación de que la sentencia del Tribunal Supremo no recoja explícitamente que lo que ha sucedido en Cataluña fue un ataque contra el orden constitucional y se quede en un mero ataque el orden público.