Italia

Los «grillini» pasaron de la camiseta a la corbata en la Cámara

Los populistas cambiaron su vestimenta tras perder votos en las europeas

Grillo ya con traje, en una rueda de prensa tras un encuentro con Matteo Renzi, el encargado de formar el nuevo Gobierno
Grillo ya con traje, en una rueda de prensa tras un encuentro con Matteo Renzi, el encargado de formar el nuevo Gobiernolarazon

La política es el arte de la percepción. Hacer política es también imaginar cómo los votantes –tratados como telespectadores– ven a sus representantes, más allá de si efectivamente éstos actúan como ellos mismos sostienen. Muchas veces da igual qué se está haciendo. Otras veces no importa ni siquiera qué se está diciendo. Lo importante, al final, es crear una percepción, un estereotipo –favorable o desfavorable– en un determinado imaginario colectivo.

Al hilo de las palabras y los atuendos del parlamentario Alberto Rodríguez, diputado de Podemos en el Congreso de los Diputados por la provincia de Santa Cruz de Tenerife, que han dado mucho que hablar la semana pasada, tras el comienzo de la XI Legislatura, es inevitable pensar en el paralelismo que representa, en Italia, el Movimiento 5 Estrellas de Grillo.

El partido de los «grillini» tiene determinadas similitudes con Podemos, pero también difieren en muchos otros aspectos, también estéticos. Entraron en las instituciones italianas a través de las elecciones generales del año 2013, sin ningún pasado político, pero también sin ninguna aspiración de gobierno. El principal objetivo del partido de Beppe Grillo fue –y sigue siendo – el de confirmarse como una fuerza política de control, de oposición. El fin es redimensionar, según ellos, «los abusos y los excesos del sistema político italiano».

El mensaje de accesibilidad que defendió el Movimiento 5 Estrellas, en sus comienzos, se veía reforzado por gestos cotidianos: llegaban a las cámaras andando, en bici, en autobús, con mochila o con corbatas reivindicativas. Pero, más allá de alguna que otra provocación, lo cierto es que las vestimentas de los parlamentarios de Grillo se han basado en la sencillez: jerséis, chaquetas sin corbata, etc. Tratándose de Italia, era ya todo un logro haber pasado del estilo radical chic de la izquierda transalpina más pudiente al normalísimo chubasquero. Pero esa estrategia terminó por ser poco efectiva, y propia de inexpertos.

Tras las elecciones europeas de 2014, donde el Movimiento 5 Estrellas perdía votos y ganaba desgaste mediático, hay un cambio de rumbo. Los de Grillo consideran que hay que cambiar estética: decir lo mismo, pero con otro aspecto. Así pues, los «grillini» y su líder deciden optar por la chaqueta y la corbata en todos los contextos políticos a los que se enfrentan. Acceden con mayor agrado a los debates televisivos, y las mujeres cambian la discreción por algo más de maquillaje. En Italia, vestir bien nunca está de más.

Hay una frase, atribuida a Abraham Lincoln, que reza: «Puedes engañar a todo el mundo un tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo».

Es razonable pensar que los políticos de todo el mundo utilicen determinados símbolos y estéticas para reforzar un mensaje. Pero la verdadera política va más allá, ya que su legitimidad radica en la plenitud de su mensaje para mejorar, con la acción, la sociedad. Así pues, del mismo modo que no hay continente sin contenido, en el mundo de las palabras, no hay referente sin su significado.