
Mi perro no ladra
Los macarras la lían en la calle de Ferraz
El PSOE se ha venido arriba. No hay sobre para guardar la chulería del líder. Las dos últimas victorias en el Congreso desatan la euforia

El PSOE se ha venido arriba. Los dos últimos triunfos de Pedro Sánchez en el Congreso han desatado la euforia dentro de una organización que intenta disimular el olor a chistorra con el ambientador del BOE. Me explico: si se pregunta por los pagos en efectivo que hacía la gerencia del partido para sufragar los gastos de representación, y que ha desvelado la UCO en su investigación al exministro José Luis Ábalos, la respuesta es la luz verde al decreto del embargo de armas a Israel y a la Ley de Movilidad Sostenible.
Se puede entender, porque ambas medidas recibieron el miércoles, contra todo pronóstico, el visto bueno de la mayoría de sus Señorías, incluidas las de Podemos; un partido que hace años quitó el sueño al PSOE y ahora está a su merced. Y claro, el líder socialista, que no está muy acostumbrado esta legislatura a aprobar grandes cosas, pues se mostró ayer «muy satisfecho» en la reunión de la ejecutiva del partido, según cuenta uno de los presentes.
¿Y los sobres? ¿No dijo nada? «Nada de nada. Eso no tiene recorrido alguno», zanja otro de los que se sentaron en la sede de la calle de Ferraz junto al líder. El PSOE y sus cargos directivos se han contagiado de la tranquilidad total que desprende el secretario general. Si él dice que no hay financiación ilegal, no hay financiación ilegal. Y así lo repiten en público y en privado. No es no.
Esa es la chulería del presidente: la de no hablar del elefante en la habitación, la de vacilar a quien, con toda solemnidad, anuncia que te sentarás en la silla de comparecientes del Senado para que expliques de dónde sale el efectivo con el que tu partido sufragó los gastos de representación de los tuyos y puede que los tuyos propios. Pero nada. Nada alimenta más el ímpetu de Sánchez que la dificultad y el rival que tiene delante, del que directamente se mofa: «Ánimo, Alberto [Núñez Feijóo]». Fueron solo dos palabras, pero destaparon el corcho de las carcajadas aduladoras.
La verdad es que el presidente y sus ministros, si pueden, la lían. Algunos se compincharon ayer para convertir la frase del jefe en hashtag: #animoalberto. A los que se dejaron ver se les notó la cara de alegría en cada comparecencia. ¿Qué tal estás? «De bien a superior», se le escapa a uno de ellos. Aunque todos saben que la alegría puede durar poco en una legislatura tan infernal.
Lo cierto es que el miércoles, en el Congreso, fue uno de esos días tensos, de giros rocambolescos con ausencias imprevistas y acuerdos de última hora. Fue tan así que al PSOE no le queda más remedio que sacudirse tanto estrés con altanería; el estilo perfecto para la política de este primer cuarto del siglo XXI que está a punto de terminar: la de la red social.
Ya no hay debates sesudos ni contraste de ideas; solo mensajes diseñados para un «post», para diez segundos de «TikTok», para que viajen, en definitiva, de móvil a móvil a la velocidad de la luz. Un móvil, un voto. La pregunta es dónde queda el ciudadano.
Sánchez, que ayer estaba muy arriba, no se pudo contener cuando vio al PP morder el anzuelo del aborto. Pa’ chulo, él. Así que cogió el teléfono y disparó otro mensaje de esos perfectos para red social: «Isabel, Alberto tiene una carta para ti».
Toda una pullita para meter cizaña entre su rival y la rival que le gustaría: la presidenta de la Comunidad de Madrid. Y en ese estado, vuelve el argumentario. «Hay Gobierno para rato», «las elecciones serán en 2027», «no hay caso Begoña Gómez». Poco importa que la Audiencia Provincial de Madrid –la instancia superior al juez Peinado– volviera a avalar ayer la investigación del togado por la contratación de la asistente de la esposa del presidente.
En Moncloa se ve el auto como un «rapapolvo». La obstinación, como arma política. Y todo para crear un estado de opinión que se alinee con el partido cuando toque votar. Hace tiempo que las democracias, que no dejan de ser el gobierno de la opinión, giran alrededor de aquello que la conforma: las redes sociales y los medios. Y ahí es donde pelea el PSOE de los macarras; ese partido que vende camisetas de «Perro Sanxe» con un corazón.
En cada fiesta socialista se escucha a los militantes gritar con orgullo que son perros y perras. Todos se preparan para resistir y ganar las elecciones, aunque las encuestas ven difícil a día de hoy que Moncloa siga siendo una perrera.
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