Galicia reafirma su papel como bastión histórico del Partido Popular, una condición que mantiene tras cinco legislaturas consecutivas al frente de la Xunta. Según una encuesta de NC Report, el actual presidente, Alfonso Rueda, no solo conservaría la mayoría absoluta con 40 escaños, sino que consolidaría su techo electoral, reafirmando su liderazgo y prolongando la hegemonía popular en una comunidad que continúa el legado de Feijóo desde el año 2009.

Este dominio del PP contrasta con un bloque progresista cada vez más fragmentado y debilitado. El Bloque Nacionalista Galego (BNG), liderado por Ana Pontón, se consolida como la segunda fuerza parlamentaria, sumando un escaño más que en los últimos comicios hasta alcanzar los 26. El BNG sigue capitalizando el desgaste del PSdeG-PSOE, que pierde otro diputado y continúa en caída libre electoral. El barómetro revela que un 6,4% de los antiguos votantes socialistas optaría ahora por el nacionalismo gallego, lo que refuerza al Bloque como la alternativa dominante dentro del espectro de la izquierda. Pero el trasvase de votos no termina ahí: otro 3,2% del electorado socialista se decantaría directamente por el PP, lo que refleja un doble desgaste del PSOE: hacia su izquierda y hacia su derecha.

En el bloque más a la derecha, Vox vuelve a quedarse fuera del Parlamento gallego, sin lograr representación pese a su implantación nacional. La falta de estructura territorial y la fuerte identificación del electorado conservador gallego con el PP explican, en parte, que casi un 30% de sus votantes (29,7%) opten por un voto «útil» a favor de Rueda.

Sumar, la marca de Yolanda Díaz sigue sin ser profeta en su tierra. La formación no alcanza el umbral mínimo para entrar en la Cámara, y además sufre una fuga del 11,6% de su electorado, que iría a parar al BNG. Este partido emerge como el gran receptor del descontento en la izquierda alternativa.

La única formación de carácter local que mantiene su único diputado es Democracia Ourensana, que conserva un escaño y afianza así su peso político en el ámbito provincial. De nuevo la desafección política sube hasta dos puntos con respecto a los pasados comicios, situándose en un 45,8%.