El periscopio
Maniobras en la oscuridad
Atención, porque los manejos de Sánchez no tienen límites y nos deparan sorpresas en los próximos días.
Viernes 12 de septiembre. Cae la tarde en Mataró, capital de la comarca del Maresme, a unos treinta kilómetros de Barcelona, tradicionalmente un centro administrativo de dinamismo económico. Históricamente uno de los núcleos urbanos de la revolución industrial en Cataluña gracias a la manufactura textil del género de punto y la metalurgia. Epicentro del tejido productivo textil, metalúrgico y de servicios, aquí se concentran las más importantes empresas del sector.
Un grupo de sus máximos responsables quedan a cenar y celebran el fracaso de la reducción de la jornada laboral, la medida estrella de la ministra de Trabajo, que acaba de ser rechazada en el Congreso con un sonoro fracaso de la comunista lideresa de Sumar.
La portavoz de JuntsxCat, Míriam Nogueras, conoce muy bien el tema, pues procede de una familia afincada en la ciudad mataronense con el negocio de las hilaturas y le ha dado un buen rapapolvo a la vicepresidenta del Gobierno. «Yolanda, hija, ¿por qué gritas tanto?», susurraba un diputado del grupo socialista ante la intervención histriónica de Díaz, más sola que la una en el banco azul con tan solo la presencia a última hora del triministro de Presidencia, Justicia y Memoria Democrática, Félix Bolaños, con cara de póker. El fiasco estaba servido y nadie del ala socialista apoyó a Díaz, cada vez más en caída libre.
Los empresarios respiran aliviados ante el fracaso de una norma claramente lesiva para ellos y sus trabajadores. «Habría tenido que cerrar», dice la mayoría ante este atropello a gusto de la comunista burguesa y sus aliados sindicales, bien subvencionados porque no han trabajado en su vida.
La norma era letal para las pequeñas y medianas organizaciones y por ello los empresarios catalanes han desarrollado toda una ofensiva ante Carles Puigdemont para arrancarle su voto negativo. Una carrera discreta e incesante ante la corte de Waterloo liderada por el presidente de Foment del Treball, Josep Sánchez-Llibre, quien se deja la piel día a día para defender a las entidades económicas e industriales de su tierra.
Desde Foment, «La casa grande de los empresarios catalanes», como él gusta definir a la patronal más antigua de España, se ha ganado una batalla de alto copete. Sus consecuencias no se ciñen únicamente al plano económico, sino también al político. El varapalo de los siete votos negativos de Junts fue sonoro para una Yolanda Díaz abrasada hasta la médula, sin que nadie del Gobierno ni desde el PSOE haya hecho un guiño de presión para que sucediera lo contrario.
Tras este episodio, el escenario catalán se presenta muy complicado. «Maniobras orquestales en la oscuridad», ironizan algunos dirigentes del espacio neoconvergente en alusión al mítico conjunto musical británico fundado por Andy McCluskey y Paul Humphreys. Puigdemont afronta una ruptura interna de calado, tras sus ocho años fuera de España con una dirección en diferido desde Bélgica. Un movimiento interno profundo entre quienes cuestionan su liderazgo y piden dejar ya por completo el apoyo a Pedro Sánchez. Un lastre que les pasa enorme factura electoral y provoca esas maniobras tácticas.
El fenómeno de Silvia Orriols, alcaldesa de Ripoll, emerge con una fuerza imparable y gana votos, sobre todo a costa de Junts, aunque también de otros partidos catalanes. Según las últimas encuestas, Silvia Orriols i Serra triplica resultados con su partido político de extrema derecha, Alianza Catalana. Defiende la independencia de Cataluña desde posiciones antisalafistas, islamófobas y antiespañolas, con defensa del sionismo y una lucha feroz contra la inmigración ilegal que le está dando un rédito colosal.
Católica visceral, madre de cinco hijos, bibliotecaria y brillante oradora, sus intervenciones en el Parlament de Cataluña son de traca.
En la última denunció los gastos de la Cámara autonómica y soltó un dardo: «El grupo de los Comunes tiene más asesores que diputados». Toma ya. Orriols es un gran peligro electoral para Junts, con un discurso económico liberal dirigido a las pequeñas, medianas empresas y autónomos, granero de votos de la antigua Convergència. Algunos empresarios tradicionalmente ligados a CiU no ocultan ahora su disposición a votarla. Al tiempo, las deserciones en Junts van en aumento desde que se marchó Elsa Artadi y ahora le ha seguido Jaume Giró. «El partido está roto», admiten algunos.
En círculos políticos catalanes se comenta que, precisamente Giró, junto con Artur Mas, David Madí, el que fuera presidente de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), Jordi Sánchez y algunos consejeros de la etapa con Jordi Pujol podrían articular una formación catalanista para hacer frente a la crisis de JuntsxCat.
Entre otras maniobras, según estas fuentes, estaría la del portavoz de Junts en el Parlament, Albert Batet i Canadell, militante de la antigua Convergència y ahora en profundas discrepancias con Puigdemont. Procedente de una elitista familia industrial de Tarragona se le ha visto en Madrid en reuniones con importantes empresarios del IBEX, con quienes buscaría una salida profesional en la esfera privada, añaden las mismas fuentes.
Lo cierto es que el partido de Puidgemont atraviesa una encrucijada y está por ver si retira o no definitivamente su apoyo a Pedro Sánchez. Como dice un ministro: «Estamos pendientes todos los días de la lucecita de Waterloo». Estupendo sarcasmo para definir la humillación sin precedentes de esperar la decisión última del fugitivo. Nada nuevo bajo el sol en la actitud de supervivencia de Pedro Sánchez con tal de permanecer un día más en el poder.
El presidente, ahora en método electoral, arengó a sus diputados y senadores con un discurso radical, ferozmente antisemista, que causa estupor en las democracias occidentales. «Más que un candidato parece un cabecilla de asamblea de facultad». Dicho por un socialista crítico que bien le conoce. Atención, porque las maniobras de Sánchez no tienen límites y nos deparan sorpresas en los próximos días.