Opinión
Ojo a Cataluña
No es ninguna coincidencia que se convoquen elecciones en Cataluña mientras se debate la ley de amnistía en el Congreso
Muchos se consienten el lujo de pensar que la partida la juegan Sánchez y Feijóo en solitario, en absoluta soledad como en el «Séptimo sello», pero no. Para cerrar una legislatura ya no es necesario que dos entiendan el papel que los votos les otorgan, el que manda y el que espera, porque las periferias tienen el mazo de la baraja bajo el sobaco y no lo sueltan.
No es ninguna coincidencia que se convoquen elecciones en Cataluña mientras se debate la ley de amnistía en el Congreso de los Diputados, ni tampoco que el señor que se escapó de la Guardia Civil escondido en un maletero diga ya que estará en la sesión de la investidura. No lo es, aunque lo que menos claro queda será si después de esta maniobra se desatasca el desarrollo de la legislatura o no.
En el PSOE ya saben que las cuentas que hay que aprobar son las del año que viene, momento para el olvido y nadie se acordará de la bajada de pantalones colectiva ante los señores «indepes».
Con sus tiras y afloja, al PP lo veremos en la bancada de la oposición porque la jugada «Koldo», que parecía maestra, se atraganta en el último segundo y las balas retornan a contramano. Mal, pero puede ir mucho peor si el PSOE además de «solucionar» el problema catalán se alza con la victoria en las próximas elecciones y gobierna. ¿Imposible? Bueno, en las últimas generales el PSC logró que más de un millón de catalanes le votara tanto que sacó 19 escaños. Un «tsunami» que consolida la estrategia de absorción tradicional del PSOE y cuyo último trofeo se llama Sumar. La marca «soft» que volvió irrelevantes a los de Pablo Iglesias.
¿Se acuerdan de aquel chico de la tele? Un Pedro Sánchez «pacificador» en Cataluña blinda el proyecto del PSOE en la Moncloa por pura aritmética electoral y lógica aplastante.
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