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Estrategia para la campaña

Operación tijera de Sánchez para que Vox reste voto al PP

Liderará las campañas. Hay 30 provincias en "rojo" donde la subida de Abascal restaría diputados al PP

Pedro Sánchez en un pleno del Congreso de los Diputados David JarLa Razón

Moncloa no se cansa de repetir que Pedro Sánchez no se ha quedado fuera de la partida electoral por mucho que se le vuelvan en contra los tribunales y el Congreso. Están obsesionados con una treintena de provincias, donde creen que, si consiguen favorecer el aumento del voto de Vox, eso perjudicará de manera decisiva al PP sin traducirse en nuevos escaños para los de Santiago Abascal.

La fragmentación de la derecha es el elemento clave de la estrategia socialista, entendida como el mecanismo de contención del bloque conservador, al que las encuestas otorgan hoy en día, con consenso, una mayoría absoluta. Como ocurría también en el 23J y, sin embargo, las urnas dejaron la sorpresa de que la victoria del Partido Popular no fue suficiente para confirmar el cambio de ciclo.

La urgencia de Moncloa en alimentar a Vox tiene una razón demoscópica bien estudiada y que atiende a esas circunscripciones pequeñas y medianas (entre 3 y 7 escaños) en las que la mínima variación del voto a favor del partido de Abascal puede dar un vuelco al reparto final de diputados, restándolos al PP, aunque Vox no alcance una representación adicional.

Dicho de otra manera, la esperanza de Sánchez está puesta en lo que llaman el "efecto tijera", Vox suma voto; no obtiene más diputados; e impide que el PP mejore sus posiciones. Antes de llegar a unas elecciones generales, salvo sorpresa en un calendario en el que nadie se atreve a hacer apuestas seguras, el presidente ha recuperado ya un perfil de precampaña que recuerda al de las últimas contiendas.

El papel de Sánchez en campaña

Y como ocurrió con las anteriores elecciones autonómicas y municipales, ahora también de nuevo vuelven las tensiones sobre su papel en las campañas que se vienen encima. En Moncloa quieren que Sánchez repita estrategia y asuma el timón político porque, según aseguran, es "un factor de movilización". En el partido, por contra, lo ven una rémora.

En todo caso, Extremadura, Castilla y León y Andalucía son tres pruebas en las que confrontarán el liderazgo de Sánchez y el de Alberto Núñez Feijóo. Además, el interrogante sobre qué lugar ocupará Vox en los resultados que salgan de las urnas, en la conformación de los nuevos gobiernos, y la expectativa de que sí pueda haber un adelanto de las generales, por más que Sánchez prometa que la legislatura llegará hasta 2027, dan una especial relevancia a estos primeros exámenes autonómicos.

Dos de los territorios han sido bastiones del poder territorial socialista. Pero hoy, sin embargo, el PSOE no aspira en ellos ni siquiera a mejorar resultados, sino a conseguir que el PP se vea obligado a llegar a acuerdos de gobierno con Vox. Esto ya sería un respiro. De hecho, el PSOE está resignado a que tengan que vivir lo mismo que les sucedió en el anterior ciclo electoral, cuando los candidatos autonómicos y municipales sufrieron un dramático batacazo como consecuencia del desgaste nacional que acumulaban las siglas y su líder, el presidente del Gobierno.

Moncloa, sin embargo, piensa más en generales, en lo de Sánchez más que en lo que toca al partido, y en lo que están es en que el "poderío" territorial de PP y Vox, pero necesitándose para gobernar, reduzca la derrota del PSOE a nivel nacional y, sobre todo, permita a Sánchez mantener el control del partido. Así se explica que muchos de los que conocen a Sánchez, de la etapa anterior a las primarias que le llevaron a la Secretaría General, apuesten hoy por que el presidente está en disolver antes, en cualquier caso, de las elecciones autonómicas y municipales.

El salvavidas lo tiene Vox

¿Razón? Que si el PSOE sale tan mal parado de los próximos procesos electorales como se temen internamente, esto tendría un impacto inmediato negativo en tres planos: en el liderazgo (Sánchez), en la moral interna y en la narrativa nacional. Tres malos resultados consecutivos, incluidos dos territorios donde el PSOE ha sido históricamente hegemónico, debilitarían la autoridad interna de Sánchez, por mucho que Moncloa intentase construir su relato alternativo. Sería también una señal de desconexión del partido con su base tradicional. El único salvavidas, en medio de esta tormenta que anticipan los sondeos, sólo puede estar en Vox, y en que el resultado, aunque deje noqueado al PSOE en el plano territorial, pueda volverse en un agitador a favor de Sánchez.

En las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2023 ya se escucharon reproches, la mayoría fuera de los focos mediáticos, por la utilización que el presidente del Gobierno había hecho del calendario electoral solo para su beneficio. En el actual contexto, el PSOE busca refugio en la Comunidad Valenciana, donde reclaman que haya elecciones, pero sin que los sondeos acompañen esa estrategia política porque la movilización de la izquierda, por la dana y contra la gestión de Carlos Mazón, no sería tan fuerte como para arrebatar el gobierno a la derecha.

La negociación entre populares y Vox sigue en marcha sin que pueda darse todavía por seguro que evitarán las urnas, aunque el "baile" de las dos partes anime a pensar que ese tiene que ser el resultado final.