20 años del 11M

El padre que tras el asesinato de su hijo se ordenó sacerdote

El hermano de Vicente Marín recuerda que desde el atentado del 11-M «la mirada de mi madre dejó de brillar»

Fausto Marín el día que fue ordenado sacerdote por Carlos Osoro junto a su hijo Fausto, diácono.
Fausto Marín el día que fue ordenado sacerdote por Carlos Osoro junto a su hijo Fausto, diácono.Cedida/La Razón

El día anterior al 11 de marzo de 2004 había habido partido de copa de Europa. Fausto Marín, hoy diácono del Arzobispado de Madrid, asegura que recuerda «muy bien» todo lo de aquel día. «Esa mañana pasé por un quiosco minutos antes del atentado y me fijé en las portadas. En una decía que se esperaba un atentado. Entré a desayunar en un bar. En la radio, en la cafetería a la que nunca he podido volver, saltó la noticia de que se habían producido unas explosiones en Atocha. Tuve el pálpito de que mi hermano iba en esos trenes».Vicente Marín tenía 37 años y era consultor. Esa mañana había cogido el tren en la estación de Asamblea de Madrid para, al llegar a Atocha, ir dándose un paseo hasta llegar a las Torres de Valencia. Nunca llegó. La bomba que explotó en la estación de Atocha acabó con su vida.

En el mismo instante en el que Fausto Marín escuchó la noticia por la radio, «comenzó la búsqueda». Los teléfonos no tenían geolocalizador, solo salía apagado o encendido. «Mi hermano, cuando pasaba algún accidente o contratiempo siempre avisaba a mi madre», pero ese día ocurrió Toda la familia le buscó por «todos los sitios». Fueron pasando las horas y cada vez veíamos más claro el final», recuerda.

Desde la mañana del día 11 hasta el día 12, momento en el que su padre identificó a su hermano, dice que «parecía como una película». Era el ir y venir por los pasillos pensando que los rasgos de una persona coincidían, y «al darle la vuelta, ver que no era él... Ir a otro sitio a ver si lo encontrábamos... Fueron unas horas muy dramáticas».

Vicente Marín, asesinado el 11-M en la explosión de Atocha
Vicente Marín, asesinado el 11-M en la explosión de AtochaCedida por la familia

A Vicente le gustaba el deporte, se cuidada mucho y le encantaba pasear por las mañanas. «Era un enamorado de Madrid. Podría estar dos semanas fuera de su ciudad, pero no mucho más, porque Madrid le gustaba hasta en verano».

Fausto, era el hermano pequeño y fue con él con quien más tiempo convivió. Dice que Vicente, para él «era la definición de hermano» ya que los otros dos, más mayores que él habían sido más "padres" con él. Mientras todos eran del Real Madrid, Vicente era forofo del Atlético. Le gustaban las canciones de Sabina y, sobre todo, «le gustaba la vida y tenía planes de formar una familia».

La vida le cambió a la familia Marín aquel 11-M. «Para mí fue el mayor aprendizaje de vida. La escala de valores te la cambia y los problemas los sitúas en otra perspectiva. Con Vicente, se fue una parte de mi padre, pero sobre todo de mi madre. Desde aquel día, su mirada dejó de brillar». La vida transcurrió para el resto de los hermanos, aunque siempre marcado por lo ocurrido.

Tras el zarpazo del terrorismo y «cuando mi madre murió, mi padre se ordenó sacerdote y puso su vida en manos del Señor». Ese giro en la vida de su padre no sorprendió en la familia. Fausto Marín, padre de Vicente, se había ido a unos ejercicios espirituales tras morir su mujer. «Mi madre le dijo un día que si ella faltaba que se diera a la Iglesia. A nosotros, gracias a Dios, la Iglesia nos ha acompañado y ha estado con nosotros en todos los momentos». Su padre, Fausto Marín, tiene ahora 86 años y se ordenó cuando tenía 80. En estos días la familia intenta evitar que rememore tanto dolor y cuidar por su salud.

¿Cómo es tener un padre sacerdote? Es dos veces padre... "Sí, es como doblemente padre. Él está más mayor, pero, mientras él ha podido y contaba con una condición física buena, ha estado ejerciendo su sacerdocio de un modo pleno. De hecho, él se dedica sobre todo a confesar y para nosotros es una gracia de Dios tener un padre sacerdote. Fue el propio cardenal, Carlos Osoro quien lo ordenó". "Entonces, mi padre era diácono permanente, como yo", apunta.

¿Y si alguno de los asesinos de su hijo le pidiera la administración del perdón? ¿Cree que le costaría darlo? "Ninguna duda. Él tiene muy claro que sin dar el perdón no se puede vivir, no me cabe la menor de las dudas".

¿Habéis perdonado? "Al final, el no perdonar te hace mantenerte alerta, tener rencor, y una serie de sensaciones que no son buenas para la persona. También hay que pensar en las familias de esas personas que tampoco tenían culpa. Hay que tener un corazón grande. Jesús nos dijo que tuviéramos un corazón grande. Pero nunca puedes olvidar lo ocurrido porque tú eres quién eres por las experiencias de tu vida. Llevamos ya veinte 11-M. Los días once, siempre vamos a misa. El 11 por mi hermano, y también por mi madre, que murió un 11 de septiembre".

"Dios nunca te abandona"

Cuando asesinaron a su hermano, ¿sintió que Dios les había abandonado? ¿Tuvo dudas? "No. Si Dios te abandona no te daría la capacidad para poder sobrellevar todas esas cosas. La paz que nos da Dios para poder llevar esto nos hace que esté presente en nuestra vida. Somos seres humanos, y no es que te cree dudas de fe, sino que puedes tener sentimientos de rabia, de impotencia al ver que te falta un ser querido. Pero creo que Dios nunca te abandona, sino que te acompaña".

El yihadismo ha fijado sus ataques contra el catolicismo, como ocurrió en Algeciras con el asesinato de un sacristán, pero él no teme. «Más que miedo, lo que recuerdo es a las familias, la soledad y la incomprensión» y le pide al Señor que «les dé fe para llevar esa cruz de la mejor manera», asegura Fausto (hijo).

Fausto Marín (hijo) también se hizo diácono y, tras casarse, sintió que quería también servir a la Iglesia y dio los pasos para ello "con el apoyo incondicional de mi mujer". "No hay cosa más bonita que el poder servir" y así fue como se ordenó en 2013.

Durante años, el hermano de Vicente se comió la cabeza para explicarle a sus hijos lo que le pasó a su tío. "Tuvimos diferentes momentos. Les expliqué que su tío está en el cielo porque cuando hubo un atentado muy grande en Madrid su tío iba dentro. Cuando empiezan a ser más mayores, fui aclarándoles las cosas y en esta última etapa, nuestro testimonio les ha dado una visión más real de lo que ocurrió. No quería darles una cátedra del dolor, pero la vida es un regalo y cada día es único y les inculco que disfruten cada día. Hay que hacer grandes planes pero sin perder la perspectiva de que el día a día es lo que nos da la luz para poder seguir viviendo".

¿Cree que se hizo justicia tras aquella matanza? Fausto asegura que confía "en el Estado de derecho, en los jueces y creo en ello. Si así lo dictaminaron, sería así. No le he querido dar más vueltas. A día de hoy no ha habido ningún hecho que nos haya demostrado que no se llevó a cabo la justicia".

Dice que no se ha preguntado mucho los porqués y es que "si el Señor tenía ese plan previsto para mi hermano, era el plan que había. Me he querido quedar con todo lo bueno que él me da desde el cielo todos los días.