
Premios Princesa de Asturias
El Rey advierte de que la «deshumanización es un riesgo latente»
Destaca su «emoción» al ver como su hija asume un mayor protagonismo. Felipe VI se centra en la importancia de la persona en mundo globalizado
Considerado uno de los discursos anuales más importantes del Rey, quizá solo por detrás del que pronuncia en Navidad, Felipe VI ha lanzado durante la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias un mensaje de advertencia relacionado con el imparable avance de la tecnología, que puede conducir a sociedades sin identidad y con vacío espiritual. «En este mundo globalizado de grandes magnitudes y oportunidades, entre avances tecnológicos inimaginables, la deshumanización es un riego latente», destacó el Monarca ante más de 1.300 invitados que asistieron a la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias.
Si el año pasado el Jefe del Estado centró su alocución en el conflicto en Oriente Próximo tras el atroz atentado de los terroristas de Hamás en suelo israelí, este año Don Felipe quiso centrarse en el individuo. En este sentido, dirigiéndose a los premiados que le escucharon atentamente desde el auditorio, el Rey les dijo que «el denominador común» entre ellos es «la persona». «Todos nos habláis, de manera más explícita o más sutil de alguna de las maneras que hace brillar ese concepto, necesariamente poliédrico», señaló. En un discurso muy humanista, el Jefe el Estado aseguró que cada uno de los premiados a través de diferentes disciplinas recuerdan con «su ejemplo» que, «en el centro de cualquier discurso, acción o decisión, ya sea en el ámbito económico, social, político o artístico, debe seguir estando –siempre y de manera ineludible– la persona». El Monarca fue un paso más allá y recordó que «la historia nos alerta de las graves consecuencias de apartarse de ese camino».
Coincidiendo con una etapa de la humanidad caracterizada por la división y la crispación, el Rey Felipe VI advirtió que la historia también «nos alerta de los graves riesgos de la polarización, de la negación del otro por sus convicciones o creencias; porque piensa, reza o vota distinto». No es un asunto baladí ya que el Monarca pronuncia estas palabras en un momento en el que los delitos de odio están disparados. Coincide también con el auge de las redes sociales y otras plataformas que se han convertido, gracias al anonimato que las caracterizan, en verdaderos altavoces de las deshumanización. Y, también con el auge de formaciones extremistas a lo largo de todo el planeta que se alinean con el único objetivo de coartar la libertad de quienes piensan distinto.
A renglón seguido, Don Felipe también se refirió a los conflictos en curso. Parafraseando a la pensadora Adela Cortina, señaló que «el pero castigo que puede infligirse es la condena a la invisibilidad a ignorar la existencia del otro» Citó expresamente las disputas y enfrentamiento en Oriente Próximo, Ucrania o África donde se produce «una violación sistemática de los derechos humanos, que nos obligan a una llamada incesante a la contención y a la humanidad». Ante estos escenario, el Jefe del Estado instó a la «denuncia» para que «la paz y la seguridad vuelvan a ser compatibles, complementarias y conducentes a la convivencia o al menos la coexistencia». Nuevamente, Don Felipe, que lleva meses pidiendo el cese de la guerra, volvió a reclamar esfuerzos a la comunidad internacional para poner fin a las guerras en el mundo. En este sentido, el Jefe del Estado volvió a hacer a una acérrima defensa del multilateralismo y la cooperación. «Sin duda, son nuestras mejores herramientas para afrontar los desafíos globales de nuestro tiempo».
A continuación, el Jefe del Estado se dirigió a las instituciones pero también a los ciudadanos para reclamarles que luchen «contra todo aquello que se separe, siquiera un ápice, de ese respeto integral que debemos a la persona, a cualquier persona, a la dignidad de cualquier ser humano». No fue la única petición que lanzó al conjunto de la sociedad. El Jefe del Estado también recordó su obligación de luchar «contra todo lo que se separe de la voluntad y compromiso de seguir construyendo sociedades capaces de convivir, dialogar y trabajar por el bien común».
En la misma línea, recordó que la defensa de la dignidad de la persona significa también «proteger y fomentar el régimen de derechos y libertades que la garantiza y, que fundamenta nuestra Democracia». En definitiva, según recordó, en aras a construir sociedades más prósperas desde el punto de vista humanista, el Monarca subrayó que «esa lucha incesante por la dignidad de los demás es, en definitiva el mayor sustento de la nuestra» y destacó que es «una tarea digna y noble la de mostrar, reconocer y celebrar el potencial de todo ser humano».
Por otro lado y en un plano más personal, Don Felipe reconoció que se siente «emocionado» porque este año, por primera vez, su hija mayor, la Princesa Leonor, se encargó de elogiar a los galardonados durante la ceremonia. De este modo, el Rey pasa el testigo a su primogénita coincidiendo con su mayoría de edad y también con el décimo aniversario de su presidencia de Honor de la Fundación Princesa de Asturias. Emocionado y mirando a la Heredera, el Monarca también quiso recordar los premiados –María Zambrano o José Hierro, entre otros– durante su primera ceremonia, hace ya 43 años cuando tan solo tenía 13 años. Dos gestos con los que el Rey confirma públicamente el mayor protagonismo de la Princesa.
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