Juego sucio en la izquierda

Sánchez se reinventa como forofo del bipartidismo

El presidente lanza la «liebre» de los seis debates con Feijóo para borrar a sus socios. No quiso ninguno con Casado

En las elecciones de noviembre de 2019 Pedro Sánchez se negó a mantener un «cara a cara» con el entonces líder de la oposición, Pablo Casado, bajo el razonamiento de que había que ser respetuosos con el multipartidismo. Después de un Gobierno de coalición, y después de constatar en las urnas autonómicas y municipales que tenían razón los que dentro de su partido le advertían de que sus socios eran un lastre para el PSOE, el líder socialista hace una nueva pirueta de reinvención para disfrazarse ahora de «Robin Hood» del bipartidismo que él mismo ha terminado de enterrar en esta Legislatura.

La propuesta a Alberto Núñez Feijóo de mantener seis debates en esta campaña de las generales es otra «liebre», diseñada en Moncloa, y con la que el presidente intenta poner sordina al ruido de los socios que le han acompañado en esta Legislatura, y de los que sigue dependiendo para mantenerse en el poder. El PP acepta debatir, pero, según explicó ayer, no se presta a «excentricidades» del presidente del Gobierno fruto de la situación de «ansiedad» en la que creen que se encuentra.

Esta semana tiene dos fechas clave para el PSOE: el viernes termina el plazo para que se conozca si hay acuerdo o no entre Sumar y Podemos; y luego está la reunión del Comité Federal del PSOE, bajo la espada de Damocles de los líos internos que se dibujan para la configuración de las listas.

En este complicado contexto, Moncloa está en una doble operación: por un lado, le interesa electoralmente que Podemos y Sumar lleguen a un acuerdo; pero, por otra parte, y tomando como principal hipótesis de trabajo la de dar por perdidas las elecciones, al mismo tiempo trabajan para cortocircuitar el voto de izquierdas que pueda irse a Sumar, afectando a la fuerza del grupo socialista. Sin Gobierno, el tamaño de éste puede ser el único legado que deje el «sanchismo».

La líder de Sumar y su entorno ya no se fían de Pedro Sánchez y de sus asesores en Moncloa. Tomando también como primera hipótesis de trabajo la idea de que la coalición no seguirá en Moncloa después del 23-J, en Sumar valoran que, a medio plazo, lo que más les puede interesar es dejar fuera de la organización al elemento «tóxico» de Podemos.

La marca morada sigue estando bajo el control de Pablo Iglesias, y tanto Pablo Iglesias como Irene Montero penalizan hoy electoralmente, según los datos que manejan en el PSOE y en Sumar.

Los colaboradores de la vicepresidenta y ministra de Trabajo se malician que el PSOE está interesado en «colarles» a Podemos como «caballo de Troya» para que el votante de izquierdas, que marca distancias con Iglesias y Montero, vuelva la mirada al PSOE. El fundador de Podemos y la ministra de Igualdad generan un amplio rechazo en el votante socialista. «Visceral», según lo califican en Ferraz.

Yolanda Díaz tampoco se fía de Podemos, más bien cree que es un elemento desestabilizador. Lo es fuera de Sumar, pero también lo seguiría siendo dentro. Las rencillas personales y políticas convierten esa alianza en una bomba de relojería, que puede acabar sirviendo sólo para aglutinar voto útil en las siglas socialistas y adelgazar a Sumar. Por eso, si se hace caso de lo que dicen en el entorno de la ministra de Trabajo, el acuerdo con los morados estaba hasta ayer por la noche más lejos que cerca. Teniendo siempre en cuenta la prevención de que en este tipo de negociaciones las dos partes juegan a intoxicar con filtraciones interesadas.

En todo caso, la decisión de Sánchez de volver a colocarse en primera línea para situar sobre él todo el foco electoral, con la petición de los seis cara a cara con el líder de la oposición, ha vuelto a generar estupefacción dentro de su partido.

La derrota del 28-M fue leída como una respuesta al referéndum, sobre el liderazgo y su gestión, en el que Pedro Sánchez convirtió las elecciones. Y en el partido asombra que el presidente vuelva «a tropezar en la misma piedra», negándose a aceptar que el problema del PSOE reside en su desgaste y en el desgaste de sus socios de gobierno.

El Comité de Dirección del PP acordó ayer ignorar «el camino» al que quiere llevarles la estrategia de la campaña socialista. Igual que hicieron en mayo, el 23-J también lo centralizarán en la calle porque «Feijóo se mueve con mucha más comodidad en ese entorno que el presidente del Gobierno». En contra de la alerta fascista, que entona Moncloa, pesa el hecho de que la alianza del PSOE con ERC, EH Bildu y Podemos ha sido ya sometida a prueba y el balance electoral es negativo. Mientras que en el bloque de la derecha Feijóo todavía está en condiciones de jugar con la expectativa de aglutinar una mayoría que le permita gobernar en solitario.

En la dirección socialista insisten en que el jefe del Ejecutivo no da por pérdidas las elecciones, ni tampoco acepta que él o su gestión económica sean responsables del mal resultado del PSOE en las autonómicas y municipales. La culpa es de sus socios, del ruido de la izquierda, y de otros factores externos, pero Sánchez no entiende esos resultados como un varapalo que le afecte personalmente.

La economía tampoco le funcionó a Sánchez en las elecciones del 28-M, pero el presidente vuelve a aferrarse a ella para levantar la moral del partido y movilizar al electorado.