Opinión

Tiempo al tiempo

A Junqueras y Puigdemont no les queda otra que levantar la voz para no ser pasto de los radicales, pero después del 1O se abre un nuevo escenario

Òmnium Cultural reunió a los presos independentistas por el 1-O para ofrecer una fotografía conjunta por la amnistía y animar a la participación del soberanismo en los comicios
Òmnium Cultural reunió a los presos independentistas por el 1-O para ofrecer una fotografía conjunta por la amnistía y animar a la participación del soberanismo en los comiciosKike RincónEuropa Press

Queda una semana para el 11 de septiembre y los partidos independentistas están tomando posición. Oriol Junqueras dijo el domingo en La Vanguardia que la amnistía es insuficiente que el objetivo es la autodeterminación. ¿Insuficiente? El expresident Montilla marcó ayer una línea: si se habla de amnistía hay que hablar de que no lo volverán a hacer. Claro y diáfano. Carles Puigdemont, tras verse con Yolanda Díaz, se expresará en la misma línea siguiendo la estela que ha mantenido esta semana: se está hablando pero no negociando. La pregunta es si van de farol para calentar el ambiente o están poniendo en jaque la legislatura porque el PSOE ya ha dicho por activa y por pasiva que la amnistía está sobre la mesa pero no la autodeterminación. Y ¿sin autodeterminación no hay acuerdo y no hay investidura?

Tanto ERC como Junts van a ir subiendo la puja durante este mes. Al menos hasta el 1 de octubre. Para ese día Feijóo ya habrá fracasado, y el fervor independentista volverá a la normalidad. Pero el termómetro del calor de la calle será importante. La ANC y dirigentes como Clara Ponsatí se han opuesto a un posible acuerdo y el fantasma de una cuarta lista independentista en las autonómicas se hace realidad. Por si fuera poco, ERC, Junts y la CUP, afrontan también la aparición de una quinta auspiciada por la alcaldesa de Ripoll, Silvia Orriols, líder de la extrema derecha independentista.

Por eso, en estos días Junqueras y Puigdemont redoblarán su apuesta para no arriesgarse más de lo necesario en los actos programados. Los de Esquerra ya han sufrido los insultos. Los de Junts no quieren pasar por las horcas caudinas y ser ahora las víctimas, porque para los sectores más radicales cualquier tipo de acuerdo es sinónimo de concesión. O lo que es lo mismo en su argot: rendición.

En medio de este camino, aparece el día 19. La Unión Europea deberá decidir si el catalán, el euskera y el gallego serán idiomas oficiales, cosa que trae al pairo a la mayoría de los países europeos. Si Sánchez no logra dar un paso más será un piedra en el camino que espoleará la pugna entre los independentistas y subirán los decibelios en el griterío en contra de un acuerdo.

La gran incógnita es qué actitud tomarán ERC y Junts tras el 1O. El PNV ha presentado su propuesta y acotado el terreno de juego lo que ha conllevado que surjan voces contrarias por considerarla inconstitucional. Pero en sí misma, esta propuesta está a años luz de las aspiraciones del independentismo catalán. Si Junts y ERC dan un paso atrás y fuerzan nuevas elecciones asumen también riesgos. Primero electorales porque su electorado no pasa por un buen momento. ERC pagó su estrategia de acuerdos en las generales y Junts empieza a recibir estopa por pactar la Mesa del Congreso. Segundo, solo con el PSOE es posible una amnistía y abrir el melón puede acabar con Feijóo en Moncloa. Tercero, un gobierno del PP dejará en situación muy delicada a Puigdemont con la justicia europea de espaldas y con posibilidades de no poder ser candidato en las europeas.

Por eso, se antoja un farol decir que la amnistía no es un punto de llegada sino el inicio de unas negociaciones. O sea, es tanto como apostar por nuevas elecciones. ¿Están dispuestos a dejar colgados a más de 4.000 encausados por los hechos del 1O? ¿Se comprometerán con ellos o escucharán a quienes quieren victimizarse mientras que las víctimas no sean ellos? Hoy se han interpretado las palabras de Junqueras. Mañana las de Puigdemont. Incluso se analizarán en detalle los silencios, pero demos tiempo al tiempo. En este momento procesal no les queda otra que levantar la voz para no ser pasto de los radicales. Después del 1-0 se abre un nuevo escenario que durará 60 días en los que ERC y Junts tienen que poner en valor un acuerdo o cargarse de razones para ir a unas elecciones de resultado incierto.