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Res non verba

Travestismo en el Congreso

Los diputados decidieron intercambiar los papeles: de la izquierda enamorada de los datos macro a los abertzales interpretando al pijo de Donosti

Sánchez y Montero, ayer, en el Congreso de los Diputados EUROPAPRESS

Uno de los más felices hallazgos del Día de la Radio aconteció cuando a los compañeros de RAC1, emisora referencial en Cataluña, se les ocurrió que un día al año sus comunicadores iban a intercambiarse los papeles. Que fulano se ponga a hacer el programa de sultano y sultano dé los deportes, aunque no tenga ni idea de qué es un fuera de juego o por qué el balón de rugby tiene forma de melón.

Ayer no era el Día de la Radio ni tan siquiera el Día de sus Señorías, pero los diputados decidieron hacer un curiosísimo intercambio de papeles. Todo comenzó con un socialista como Pedro Sánchez atándose al mástil de los datos macro, como si las frías estadísticas de Eurostat o la OCDE fueran pura ambrosía con la que los sintecho de Barajas pudieran chuperretearse los dedos, mientras un señor de centroderecha como Feijóo tuvo que recordar que el PIB no se come. El líder del PP abrió ante Sánchez la nevera de los españoles y en esa nevera todos pudimos ver baldas más vacías que hace unos años o productos de menor calidad, además de la consabida botella de dos litros de Coca-Cola rellena de agua. La izquierda, enamorada de lo macro, y la derecha, reivindicando la economía real; para que luego digan de tópicos.

La metáfora de la nevera debió abrir el apetito al presidente, porque Sánchez recriminó a la oposición que use la casquería para tratar de desgastarle, en clara alusión a los problemas judiciales de la galaxia socialista. Fue una especie de defensa preventiva, convencido de que Feijóo se iba a interesar por ese aspirante a jubilado que le ha salido al PSOE. Santos Cerdán ha confesado recientemente su interés por las obras. Las obras públicas. Claro, que un pensionista se ponga en medio de la calle, con las manos a la espalda, a observar cómo el peón echa la mezcla para que agarre el cemento no deja de ser una entrañable escena costumbrista de esta Españita nuestra. Pero que un secretario de organización del PSOE confiese haber llamado, más de una vez y más de dos, para interesarse por cómo iban las adjudicaciones de obra pública a determinadas empresas, eso ya es más escamante.

Se diría que los diputados están para legislar y los cargos orgánicos de los partidos para hacer cositas de cargos orgánicos, pero que monitorizar las adjudicaciones públicas corresponde más bien a la administración de turno. Sánchez no supo justificar el hobby de su actual hombre fuerte en el PSOE y se limitó a proclamar que es una persona honesta… a la espera del informe de la UCO.

El ejercicio de travestismo parlamentario continuó con la intervención de Junts. Los supremacistas identitarios de Puigdemont, tan dados a la casita de verano en la Costa Brava y a las escapadas de invierno a Puigcerdà, están que no viven pensando en la gente de San Cosme o Nou Barris. Durante todos los años del «procés» se pasaron por donde se alivia el caganer los problemas reales de la clase media en Cataluña, pero ayer a Míriam Nogueras solo le faltó secuestrar el 47.

Qué muestra de empatía para con los problemas habitacionales de la clase trabajadora catalana (se entiende que incluso con los charnegos) y qué sumisión la de Sánchez cuando contesta a las embestidas de Junts. Se pone muy flamenco con la derecha, pero se rila con sus caseros, los que le permiten vivir en Moncloa. Por no molestar a Nogueras, llegó a pedirle permiso para exponer algunos datos sobre la vivienda.

En todo caso, el travestismo más estomagante es el de los abertzales. Tan acostumbrados a mirar para otro lado ante los asesinatos, secuestros y extorsiones de ETA, ahora han caído en la cuenta de las muchas cosas que interesan a los ciudadanos a los que los terroristas no mataron o no obligaron a exiliarse: educación, conciliación, jornada laboral… Ayer dejaron el zarcillo y el flequillo modelo Nekane del casco antiguo para interpretar al pijo de Donosti: cocochas de Guetaria y heladito por La Concha. Un poco más y Mertxe Aizpurua se pone a cantar por La Oreja de Van Gogh. Un diez para el blanqueamiento de Sánchez.

La que no se anduvo con zarandajas fue María Jesús Montero cuando Cuca Gamarra volvió a husmear en los mensajes filtrados sobre el rescate de Air Europa. La vicepresidenta contraatacó con la Gürtel. Y como le pareció poca defensa, cuando Bendodo la interpeló, la cancerbera de la caja tributaria se vistió de mártir woke: «se mete conmigo porque soy mujer, socialista y andaluza». Defensa de brocha gorda, nerviosismo manifiesto. No hubo manera de que el Gobierno concretara cuándo llegarán las ayudas para los enfermos de ELA ni nadie mandó ni un mensajito de ánimo a Melody, última víctima colateral de la diplomacia sanchista, ahora que se ha metido a promotor musical decidiendo quién participa en Eurovisión. Mil y una poses e infinitos disfraces para un solo objetivo: resistir en Moncloa.